Este artículo se publicó hace 14 años.
1001 maneras de cocinar un zombi
'Dead Rising 2' es el último fenómeno que explota los muertos vivientes
Los zombis son los nuevos vampiros, dicen los chicos de Koachmedia para centrar Dead Rising 2 dentro del aluvión de carne podrida que nos cae encima este 2011. Hay mucha carne para cortar, pero Dead Rising 2 (a la venta desde esta semana para Xbox 360, PlayStation 3 y PC) ya tiene su propia coartada externa: su primera parte se desarrollaba por completo en un gran centro comercial, entre miles de infrahumanos con órganos colgantes. La gracia consistía en matarlos con lo primero que tuviéramos a mano, ya fuera un carrito de la compra o una sierra eléctrica.
Dead Rising 2 ha tardado lo suyo (cuatro años), pero llega oliendo a kilómetros de distancia. Hace unas semanas, un episodio descargable servía como prólogo de su historia, como presentación de Chuck Greene, el protagonista, y su hija Katey, mordida por un zombi, así como de su nuevo escenario: Fortune City, una suerte de Las Vegas que ha explotado económicamente el estallido zombi con un programa de televisión titulado Terror is reality. Chuck debe sobrevivir 72 horas para conseguir el medicamento que necesita su hija infectada, salvar a cuantos supervivientes pueda y aniquilar zombis a diestro y siniestro. El productor del videojuego, Keiji Inafune, incluso se ha puesto tras las cámaras para escribir el guión y rodar una película que "quiere profundizar un poco más en el mundo de Dead Rising", según dice Inafune a Público.
Dead Rising 2 sigue basculando entre lo serio de sus escenas cinematográficas (que narran la historia de Chuck en plan película) y lo ridículo de su jugabilidad, que vuelve a invitar a usar el ingenio para pulverizar a millones de zombis. Esta vez el jugador puede combinar los cerca de 300 objetos que hay repartidos para construir nuevos con la ayuda de un taller y cinta adhesiva.
El resto de su jugabilidad es más y mejor de lo visto en Dead Rising. El tiempo vuelve a cumplir como un factor importante de estrés, que empuja al jugador a cumplir los objetivos en el menor tiempo posible a costa de la vida de su hija. Y hay misiones secundarias para los más atrevidos, minijuegos con los que perder el tiempo (cartas, golf, máquinas tragaperras), vehículos y disfraces para hacer el ridículo. Al igual que la primera parte, Dead Rising 2 tiene varios finales y giros argumentales en función del éxito o el fracaso que tengamos en cada una de las misiones que se proponen.
Con todo, Inafune asegura haber depurado algunos aspectos de Dead Rising que lo hacían muy duro a veces. La utilización del tiempo como presión es una de ellas, ahora algo más suave. Otra es la cantidad de lugares que hay en el juego para guardar la partida y ponernos a salvo. Y, sobre todo, la inclusión de un modo cooperativo para dos jugadores: matar en compañía da menos yuyu.
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