Google y Apple secundan la cancelación ultra de Trump: "Lo que no está en internet no existe"
La invisibilización de las minorías sociales y de eventos culturales e históricos como el Orgullo o el Día del Holocausto llega en pleno auge de los discursos reaccionarios. "Esto no pasa sólo en Estados Unidos", advierten los expertos.

Madrid--Actualizado a
Donald Trump tomó posesión el pasado 20 de enero. Lo hizo con un discurso de media hora en el que prometió acabar con "todo lo woke"; una homilía xenófoba, clasista y repleta de amenazas expansionistas. El nuevo presidente habló del "resurgir" de Estados Unidos y sentó las bases de "una nueva edad de oro", definida por su equipo como la "revolución del sentido común". Las grandes tecnológicas tomaron posesión ese mismo día, camufladas entre los miembros del nuevo gabinete presidencial en la Rotonda del Capitolio. Elon Musk, Mark Zuckerberg, Jeff Bezos y Sundar Pichai protagonizaron una foto histórica, una imagen llamada a marcar el inicio de esa "nueva" etapa, y los primeros efectos no han tardado ni un mes en revelarse.
Google ha decidido eliminar de su calendario oficial fechas como el Orgullo LGTBIQ+, el Mes de la Historia Negra o el Día del Recuerdo del Holocausto. Estas referencias, similares a los famosos doodles, desaparecerán en 2025. Los usuarios no encontrarán en su agenda online los colores de la bandera arcoíris, ni tampoco alusiones al activismo climático, la Memoria Democrática o los pueblos indígenas. "No era escalable ni sostenible", ha defendido la empresa en un comunicado, para luego decir que la decisión lleva tomada desde mediados del año pasado.
La compañía también ha cambiado el nombre del Golfo de México, al menos, en EEUU. Los ciudadanos que accedan a Google Maps desde Washington lo verán renombrado como Golfo de América; los que lo busquen desde cualquier otro país, tendrán acceso –de momento– a ambos topónimos. Apple también se ha doblegado y ha empezado a aplicar la misma medida en Apple Maps. La presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum, ha confirmado que su Gobierno estudia interponer una demanda por estos cambios.
"Las decisiones que están tomando las big tech demuestran precisamente el impacto que tiene Estados Unidos en la vida de miles de personas y pone de manifiesto la necesidad de seguir defendiendo de manera organizada los derechos humanos. El mero hecho de negar la humanidad de cualquier grupo de personas –más aún si hablamos de colectivos tradicionalmente discriminados– atenta contra todos los tratados internacionales. Las empresas tienen que recapacitar y demostrar que, como dicen, no están sometidas a los intereses politicos de Trump", subraya Edith Olivares, directora ejecutiva de Amnistía Internacional en México.
Las 'big tech' controlan "todo lo que vemos"
Los cambios en las big tech coinciden en el tiempo con las órdenes ejecutivas de Trump, que lleva meses prometiendo acabar con la "ideología de género", un falso paraguas bajo el que engloba los derechos LGTBIQ+, los feminismos, la lucha antirracista y el activismo climático. "No podemos valorar con certeza su grado de conformidad [con las políticas de la Casa Blanca], pero dudo que les importe mucho hacer unos u otros cambios si eso les facilita la interacción con la nueva administración de Estados Unidos", advierte Gonzalo León Serrano, catedrático de ingeniería telemática en la Universidad Politécnica de Madrid. El magnate necesita una opinión pública favorable para "materializar su estrategia" y los líderes de las grandes tecnológicas son en este sentido una pieza fundamental.
"Trump ha cimentado buena parte de su mandato en la tecnología. Elon Musk le ha servido en bandeja una plataforma y la ha convertido en su órgano personal de propaganda. Si las big tech quieren mantener su negocio y evitar conflictos o sanciones, sólo tienen una opción: alinearse con el discurso político de la Casa Blanca", suscribe Carmela Ríos, periodista y experta en redes. Las consecuencias, no obstante, son peligrosas, sobre todo para las minorías sociales y los "enemigos" del magnate. "Estas empresas son las que controlan lo que vemos, deciden lo que nos llega y lo que no", continúa.
¿Qué va a pasar con la memoria?
Google ha decidido mantener en su calendario el Día de la Hispanidad, festivo en EEUU, pero ha borrado el Día de los Pueblos Indígenas o el Mes de la Historia Negra. Los usuarios que quieran realizar un seguimiento de estas efemérides, tendrán que añadirlas manualmente a sus agendas. "Si las grandes corporaciones ceden a la presión y empiezan a limitar contenidos, silenciando a los grupos vulnerables, conseguirán restringir el debate público y ofrecer una imagen del mundo que no se corresponde con la realidad", insiste Carmela Ríos. Google y Apple siguen de esta manera los pasos de Meta y X, cuyos algoritmos están "alineados" con la extrema derecha.
La invisibilización de las minorías sociales y de eventos culturales e históricos –muchas veces, relacionados con sus luchas– llega en pleno auge de los discursos reaccionarios y en un momento geopolítico que los expertos definen como "especialmente complejo". Jordi Guixé, director del Observatorio Europeo de Memorias, advierte de los posibles efectos de esta estrategia: "Los colectivos subalternos y de víctimas tienen derecho a la memoria. Las grandes tecnológicas son su única baza ante la desaparición de las primeras y segundas generaciones de supervivientes –luchadores, deportados, antifascistas, represaliados-. Cuando los testimonios fallecen, la digitalización lo supone todo. ¿Qué va a pasar si esto se pierde? Lo mismo ocurre con las efémerides, las redes asumen aquí un rol de difusión pública que es profundamente necesario".
Musk, que fue decisivo durante la campaña, tiene un papel destacado en la nueva administración de EEUU. El hombre más rico del mundo tiene un discurso abiertamente racista, xenófobo y homófobo; tres características habituales en los mensajes que suele mostrar X, según un estudio reciente de la revista Plos One. Los CEO de Silicon Valley caminan hacia este modelo de negocio.
Jesús Izquierdo, historiador y miembro de la Asociación Española de Historia Pública, analiza la situación del panorama digital: "La resignificación de la historia no es nueva. Llevamos dos décadas sumidos en esta lógica de politización y presentización radical del pasado. La diferencia es que antes no había redes; pero ahora, parece que lo que no está en internet no existe y no tiene valor. Ese es el verdadero problema". El profesor pide más "intervención académica" y sentencia: "Esto no está pasando sólo en Estados Unidos, pero en otros lugares no lo vemos porque tiene menos repercusión".
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