Este artículo se publicó hace 15 años.
El secreto genético de la hambruna
Un estudio secuencia el genoma de un parásito que mató a un millón de personas y desencadenó el éxodo irlandés a América
Era 1845 en Irlanda y ningún agricultor había visto nada igual. Lo que comenzó con unas pequeñas manchas en las hojas de las patatas se convirtió en una implacable plaga capaz de acabar con la cosecha de todo un año en tan sólo unas semanas. Así comenzó la gran hambruna irlandesa, que se llevó por delante las vidas de un millón de personas y desencadenó la gran migración que daría a este pueblo su identidad de eterno exiliado. El responsable fue un hongo microscópico llamado P. infestans, tal vez el parásito agrícola que más daño causa al hombre. Unos 150 años después de la gran hambruna, la plaga sigue provocando miles de millones de euros en pérdidas en todo el mundo porque no hay fungicida al que no consiga sobreponerse. Hasta ahora, nadie sabía muy bien por qué. Ahora, la secuenciación de su genoma desvela a un ser tan cambiante que es capaz de superar casi cualquier obstáculo.
"Este patógeno tiene una extraordinaria habilidad para adaptarse, y eso es lo que le hace tan peligroso", señala Chad Nusbaum, un investigador del Instituto Tecnológico de Massachusetts que ha encabezado el proyecto de secuenciación.
Esa capacidad para adaptarse ha otorgado al P.infestans una ventaja histórica. El parásito desembarcó en Europa desde EEUU, donde había llegado a bordo de otra planta traída por un botánico desde México, explica Eduardo Moralejo, investigador del CSIC. Cuando entró en Irlanda en 1845, las patatas, pilar fundamental de la dieta, estaban completamente indefensas ante su ataque. El parásito echó a perder tres cosechas consecutivas y, entre muertes y migración, dejó a Irlanda sin un cuarto de su población.
Pesadilla de agricultores
Desde hace 20 años, nuevas clases del parásito han resurgido con fuerza y es aún la pesadilla de todo agricultor que cultive patatas, especialmente en los climas húmedos que le favorecen. "Golpea donde se cultivan patatas y es un gran problema en el Reino Unido, el oeste de Europa y América Central", detalla Zoe Dunford, otra de las autoras del estudio. Este año ha vuelto a causar una de las peores cosechas que se recuerdan en Irlanda. En la UE, el parásito supone unos 1.000 millones de euros en gastos y pérdidas cada año.
Los detalles genéticos del P. infestans, descritos hoy en Nature, desvelan un organismo más emparentado con la malaria que con el resto de los hongos. Su éxito radica en el extraordinario tamaño de su genoma, dos veces mayor que el de otras especies similares, y más complejo incluso que el de la mosca de la fruta. Gran parte de ese genoma es ADN repetido. Este material se consideraba inservible, pero el análisis ha desvelado que estas regiones son claves para que el parásito tenga siempre los genes que necesita para infectar a sus huéspedes. "El ADN repetido cambia muy rápido y aporta la materia prima para crear y destruir genes claves", explica Nusbaum. "Es casi imposible que las plantas puedan resistirse", detalla.
La secuenciación de su genoma abre ahora una nueva vía para analizar mejor al parásito y averiguar cómo atajarlo. La solución final dependerá de poder aplicar esa información a las características genéticas del huésped y crear así una patata capaz de resistir los embates del aciago P. infestans, concluye Moralejo.
La plaga ataca en Irlanda y EEUUMás de 150 años después de la gran hambruna que marcó un capítulo clave en la historia de Irlanda, su principal responsable ha vuelto a los campos del país. Una nueva variedad del parásito P. infestans ha causado este año una de las peores plagas que se recuerdan, según el Irish Independent. Los agricultores afrontan un 30% más de gastos en fungicidas y señalan que esta variedad es más resistente a estos productos que en años anteriores. El parásito, que también ataca al tomate, está causando asimismo daños graves en EEUU. La plaga se ha extendido por el noroeste del país en tan sólo unos días, según The New York Times. Los expertos señalan que 2009 es un año especialmente aciago, pues las fuertes lluvias, las temperaturas moderadas del verano y la alta humedad están favoreciendo la expansión del hongo.
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