Este artículo se publicó hace 17 años.
Nuevas claves para una rara enfermedad
Un equipo español desvela el mecanismo por el que dos genes mutados provocan la epilepsia de Lafora
Un equipo de científicos españoles del Centro de Investigaciones Biológicas (CIB) del CSIC y del Instituto de Investigación Biomédica (IRB) ha desvelado el mecanismo por el que se produce la epilepsia de Lafora, una enfermedad degenerativa que padecen menos de 30 personas en España, pero que provoca la muerte de sus afectados, adolescentes, en pocos años. Su hallazgo, publicado ayer en la revista Nature Neuroscience, no sólo abre la vía para el desarrollo de fármacos contra esta patología sino que, también, puede que permita explicar el origen de otras enfermedades neurodegenerativas.
La historia de la epilepsia de Lafora no se podría escribir sin mencionar a España. En 1911, el científico Gonzalo Rodríguez Lafora describió por primera vez la patología a la que dio nombre, tras ver que en las células cerebrales de un paciente había acúmulos, a los que llamó cristales de Lafora. Joan Guinovart, director del IRB y uno de los autores del trabajo publicado ayer explica: “Se descubrió que los cuerpos de Lafora contenían polímeros de glucosa. El dogma decía que el glucógeno no se formaba en las neuronas, pero sí estaba presente en las de estos enfermos”.
En 1999, Santiago Rodríguez de Córdoba, co-autor del estudio de Nature Neuroscience, descubrió junto al científico José María Serratosa un gen implicado en la enfermedad, al que llamaron laforina. Sin embargo, este gen mutado sólo estaba presente en el 50% de los casos, por lo que estaba claro que no era el único gen involucrado en la enfermedad. Continúa la historia Guinovart: “Entonces se encontró una mutación en un segundo gen, al que se llamó malina, y se vio que la enfermedad se daba igual con independencia de cuál de los dos genes no funcionara, lo que nos daba una pista de que los dos trabajaban juntos”.
A pesar de estos descubrimientos, no se sabía cómo los genes causaban la enfermedad. Hasta hoy. El trabajo de Nature Neuroscience desvela que, a pesar de que las neuronas tienen la maquinaria necesaria para fabricar glucógeno, son precisamente malina y leforina los que se encargan de que ésta esté desactivada. Subraya Guinovart: “Cuando estos genes no funcionan adecuadamente, se acumula glucosa en las neuronas, éstas no lo pueden soportar y se suicidan”.
Implicaciones prácticas
Para Santiago Rodríguez de Córdoba , uno de los puntos más importantes de este trabajo es que “explica una paradoja: cómo es posible que la neurona fabrique glucógeno si eso provoca su destrucción”. El investigador del CIB cree que este trabajo podrá llegar a tener implicaciones prácticas importantes: “Cualquier aspecto de terapia requiere del conocimiento de los genes que están alterados. Ahora sabemos lo que hacen las proteínas que codifican estos genes”. En este sentido, Rodríguez de Córdoba especula sobre la posibilidad de que la enzima glucógeno sintasa, la única productora de glucosa que expresan las neuronas, se convierta en una diana terapéutica para la enfermedad, lo que podría suponer el desarrollo de tratamientos para la misma.
La epilepsia de Lafora afecta a púberes y adolescentes, que sufren una degeneración progresiva del sistema nervioso hasta fallecer irremediablemente alrededor de 10 años después del diagnóstico. No existe ningún tratamiento para esta dolencia que es hereditaria y se transmite de modo recesivo, por lo que deben confluir dos copias del gen responsable para que la enfermedad aparezca.
Guinovart considera que las implicaciones de este trabajo van aún más allá: “Al igual que el alzhéimer se da por la acumulación de amiloide y la enfermedad de las vacas locas, por la de priones, es posible que la acumulación de glucógeno en las neuronas esté también detrás de otras enfermedades neurodegenerativas”. Según esta teoría, en el futuro, muchos enfermos podrían beneficiarse de este hallazgo.
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