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Una medusa en la ensalada

La Corporación Tecnológica de Andalucía investiga cinco posibles aplicaciones para estos organismos marinos 

RAÚL BOCANEGRA

La proliferación de medusas en las costas españolas va acompañada de una alarma social que repercute en la economía turística de las zonas afectadas de la competencia entre especies que mengua los recursos pesqueros. En paralelo a las investigaciones que tratan de predecir su incremento, la Corporación Tecnológica de Andalucía, fundación privada que impulsa el I+D+i en la Comunidad, ha financiado un estudio llamado Med-usas, que detecta cinco posibles usos industriales para esta plaga durante la época estival y evalúa si es posible realizar un aprovechamiento comercial de las mismas.

El objetivo es utilizar estos organismos como abono, para alimentación humana y animal, como elemento cosmético, como marcador genético o para prácticas médicas. La aplicación de la biomasa de las medusas para la fabricación de abonos para agricultura es la que más posibilidades presenta, según el estudio.

Servirían las especies Pelagia noctiluca, Cotylorhiza tuberculata y Rhizostoma pulmo, las más comunes de la costa andaluza. Estas dos últimas son comestibles, se componen en un 95% de agua y podrían utilizarse, como en algunas zonas de Asia, para acompañar ensaladas o en forma de galletas. También podrían utilizarse para fabricar piensos para animales por su alto contenido en proteínas.

La especie Pelagia noctiluca brilla en el mar, lo que ha llevado a los investigadores que han elaborado el estudio (de la empresa Bionaturis, en colaboración con la Universidad de Málaga y el Instituto Español de Oceanografía) a pensar que la proteína que le da fluorescencia podría tener una aplicación en los laboratorios, especialmente como marcador genético (segmento de ADN que se puede rastrear) en investigaciones moleculares, algo que con lo que ya están experimentando científicos estadounidenses.

La Corporación Tecnológica de Andalucía experimenta también con una toxina que liberan las medusas para protegerse de depredadores o atrapar presas, y que produce urticaria cuando contacta con la piel.

Los investigadores andaluces creen que el veneno podría tener componentes con utilidades terapéuticas, si bien advierten de que el análisis no ha arrojado resultados concluyentes.

El estudio también detecta una aplicación para la industria cosmética. Como alternativa a la extracción de colágeno (proteína que da elasticidad a la piel) de los desechos de la industria cárnica (cráneo, ojos, médula espinal) debido al temor al llamado mal de las vacas locas, el estudio propone que se extraiga de las medusas, que lo poseen en cantidades abundantes.

El informe concluye que no llegan las suficientes al litoral andaluz como para montar un negocio viable. “La estacionalidad de las proliferaciones de medusas y la heterogeneidad de las especies que arriban a las costas hacen que sea muy arriesgada una actividad industrial centrada sólo en su aprovechamiento”, afirma. Sí considera que las empresas podrían desarrollar en verano una actividad complementaria a la habitual.

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