La geografía de Marte, hoy conocida en detalle gracias a las fotografías en alta resolución, muestra un relieve modelado por el agua: valles, cañones y sedimentos arrastrados en eras remotas por las corrientes, que dejaron también la huella del agua en los minerales del suelo marciano. Sin embargo, el planeta vecino es hoy un mundo gélido, y hasta ahora ningún modelo ha demostrado que en otro momento haya sido más cálido. ¿Cómo se resuelve esta paradoja? Un equipo de científicos españoles aporta hoy en Nature una solución: las sales.
Que las sales reducen el punto de congelación del agua no es una novedad; hasta el mantenimiento de las calles durante las nevadas se basa en este principio. Pero mostrar que las soluciones salinas en Marte podrían mantenerse líquidas con las bajas temperaturas reinantes y, además, a concentraciones compatibles con la vida, es otra historia. 'Otros investigadores han tratado de demostrarlo empleando cosas como cloruro sódico, pero las concentraciones de sales necesarias eran enormes y las soluciones serían demasiado viscosas. Incluir otras condiciones fue la genialidad de Alberto', explica a Público Ricardo Amils, coautor del estudio, refiriéndose a Alberto G. Fairén, primer firmante del trabajo. Fairén, hoy en el Centro Ames de la NASA, se entrenó en astrobiología con una tesis doctoral bajo la dirección de Amils en el paraje de Riotinto (Huelva), el modelo de ecosistema cuasimarciano que este científico estudia desde hace años.
Simulador marciano
En Riotinto nació el germen de la idea, explica Amils, investigador del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa y del Centro de Astrobiología. 'Intentábamos congelar las soluciones y no podíamos', dice. 'Alberto pensó en simularlo con modelos informáticos, sin experimentos, con los datos químicos recogidos en Marte por las sondas Viking, Pathfinder, Spirit y Opportunity'.
El punto de partida era el basalto, 'la roca madre de Marte', señala Amils. Al estudiar el comportamiento de las soluciones salinas en condiciones similares a las marcianas, 'los elementos que arrojaban las gráficas existen en Marte', apunta el investigador. Silicio, hierro, azufre, cloro, sodio o potasio, entre otros, podían mantener soluciones fluidas. 'Una fracción importante se mantendría líquida hasta 50ºC bajo cero y a concentraciones del 6%, sólo ligeramente más saladas que el agua de mar', explica Amils. 'No creíamos que pudiera salir tan bonito', confiesa el científico.
Además, la evolución prevista de estas soluciones salinas, que bien pudieron modelar el paisaje marciano hace miles de millones de años, era compatible con los minerales actuales de la superficie marciana que conservan la huella de su pasado acuático, como los filosilicatos.
Uno de los principales hallazgos del trabajo de Fairén y Amils, en el que también participan Alfonso Dávila, en el centro Ames, y Luis Gago-Duport, de la Universidad de Vigo, consiste en prescindir de los intentos de demostrar que Marte tuvo un pasado más cálido. El vulcanismo o el efecto invernadero provocado por una antigua atmósfera rica en CO2 han fallado al tratar de sostener esta hipótesis en otros estudios anteriores. 'Nuestros resultados no sólo se aplican a las épocas tempranas de Marte, sino a las actuales, con una presión de CO2 mucho más baja', dice Amils. ¿Significa eso que estas soluciones líquidas podrían persistir hoy? 'Por supuesto, si bien en menores cantidades que antes', razona el investigador. 'Pero tampoco hacen falta grandes masas de agua para sostener la vida', concluye.
Amils se lamenta de no haber podido incluir en el estudio los datos de ‘Phoenix’, el robot que estudió el suelo de Marte el pasado año. “No han publicado aún los resultados por discrepancias internas; no se ponen de acuerdo en la interpretación de los datos”. En febrero, algunos científicos de ‘Phoenix’ informaban de posibles gotas de agua líquida en las patas de la sonda, algo que otros componentes del equipo negaron. “Ahora, ellos tendrán que apoyarse en nuestros datos”, dice Amils.
Sobre la posibilidad de detectar vida en Marte en próximas misiones, Amils lo condiciona a la elección entre “perforadores o correcaminos”, es decir, laboratorios estáticos como ‘Phoenix’ o sondas móviles como ‘Spirit’, ‘Opportunity’ o el MSL previsto para 2011. “Depende de qué opción se elija”, dice Amils. “Los perforadores son mejores para este trabajo, pero los correcaminos gustan más”.
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