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Margarita Salas, toda una vida dedicada a la ciencia
La bioquímica y pionera de la biología molecular, Margarita Salas, fallecida hoy a los 80 años, no solo fue una de las investigadoras importantes de España, sino que además fue una trabajadora incansable y una referencia del feminismo.
Madrid-
La bioquímica y pionera de la biología molecular, Margarita Salas, fallecida hoy a los 80 años, no solo fue una de las investigadoras importantes de España, sino que además fue una trabajadora incansable, una referencia del feminismo, y la primera mujer científica con un sillón de la Real Academia de la Lengua.
Margarita Salas dedicó toda su vida a la ciencia y la investigación y, de hecho, seguía trabajando como investigadora Ad Honorem en el Centro de Biología Molecular Severo Ochoa, en Madrid.
Su mayor logro científico fue el descubrimiento de una técnica que permite amplificar las muestras más pequeñas de ADN en cantidades suficientes para hacer un análisis genómico completo, una invención que se convirtió en la base de la genética moderna, con aplicaciones en todo tipo de campos.
Su descubrimiento, desarrollado en forma de kits de secuenciación de ADN fáciles de usar logró la patente en Estados Unidos en 1991 y la europea seis años después, y solo entre 2003 y 2009 (al expirar) generó más de seis millones de euros en beneficios para el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), el mayor centro de investigación público español.
Hoy en día, su técnica se usa en múltiples aplicaciones, como estudiar microbios, analizar el desarrollo embrionario, profundizar en el conocimiento de los tumores, e incluso para catalogar fósiles (arqueología) o encontrar sospechosos de un crimen (forenses).
Mucho más que una científica
Pero junto a su trabajo como investigadora, Margarita Salas será recordada como una gran defensora de los derechos de las mujeres, como una referencia para el feminismo y, sobre todo, como un modelo para las niñas con vocación científica.
Salas ha muerto este jueves en Madrid a la edad de 80 años, el día que se cumplen 152 años del nacimiento de otra gran científica y pionera, la polaca Marie Curie y lo ha hecho además cumpliendo un sueño: emular a su gran referente, Rita Levi-Montalcini, quien falleció en 2012 (con 103 años) y fue al laboratorio hasta el último día.
"Ella (Levi-Montalcini) decía que lo importante no era tener arrugas en la cara sino no tener arrugas en el cerebro", Margarita Salas
"Ella decía que lo importante no era tener arrugas en la cara sino no tener arrugas en el cerebro. Y en broma digo: cuando sea mayor quiero ser como Rita Levi-Montalcini", dijo en una reciente entrevista. La asturiana Margarita Salas (Canero, 1938) –hija de una maestra de la República y de un padre defensor de la Institución Libre de Enseñanza– tuvo las mismas oportunidades que sus hermanos.
Licenciada en Ciencias Químicas y doctora en Bioquímica por la Universidad Complutense de Madrid, amplió estudios en la Universidad de Nueva York donde, entre 1964 y 1967, fue alumna del Nobel español Severo Ochoa.
Cuando comenzó su tesis doctoral en 1961, las mujeres no se dedicaban a la investigación pero Ochoa "siempre me trató como una persona, independientemente de que fuera mujer", explicó ella misma.
De regreso a España, con la ayuda de su marido, el investigador Eladio Viñuela, puso en marcha un laboratorio en el que ambos compartieron trabajo hasta 1970 cuando él optó por el estudio del virus de la peste africana.
En 1967 Salas comenzó a estudiar el virus bacteriófago Phi29, hasta que en 1970, descubrió una proteína que se encarga de copiar el ADN -la ADN polimerasa-, capaz de producir copias genéticas de forma precisa desde rastros diminutos, como una gota de sangre.
El descubrimiento, patentado en 1989, es el que más regalías ha aportado al CSIC en toda su historia y la confirmación de que Margarita Salas es y será una de las grandes de la ciencia.
Fue profesora de Genética Molecular en la Facultad de Químicas de la Complutense, dio clases en Facultad de Ciencias de la Universidad Autónoma de Madrid y desde 1974 fue profesora de investigación del CSIC en el Centro de Biología Molecular Severo Ochoa, que dirigió hasta enero de 1994.
También fue la primera mujer con un sillón en academia de la lengua española
Además, fue académica de la Lengua, presidenta de la Sociedad Española de Bioquímica y la cuarta española y primera mujer miembro de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos, entre otros muchos cargos.
Innumerables distinciones
Entre las innumerables distinciones que recibió a lo largo de su vida destacan: el Premio Carlos J. Finlay de la UNESCO (1991); el Premio de Investigación Rey Jaime I (1994); la Medalla Principado de Asturias (1997); el Premio México de Ciencia y Tecnología (1998); el Premio Nacional de Investigación Santiago Ramón y Cajal (1999); el Premio Unesco-L"Oréal para científicas (2000).
También recibió la Medalla de Oro de la Comunidad de Madrid (2002); la Medalla de Honor de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (2003); la Gran Cruz de la Orden Civil de Alfonso X El Sabio (2003); la Medalla de Oro del Mérito al Trabajo (2005); y el Premio de la Fundación Mapfre a "Toda una vida profesional" (2009).
Los últimos premios fueron el Premio Clara Campoamor del Ayuntamiento de Madrid (2012), por su contribución a la igualdad de la mujer; el Premio a la Excelencia Química, del Consejo General de Colegios Oficiales de Químicos de España (2014); la Medalla Echegaray, la mayor distinción científica concedida por la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales (2016); y el Premio Inventor Europeo 2019 de la Oficina Europea de Patentes a en reconocimiento a su carrera.
Fue nombrada doctora Honoris Causa por una decena de universidades, firmó más de 300 publicaciones científicas y tres patentes, un legado infinito difícil de igualar.
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