Este artículo se publicó hace 16 años.
Maíz transgénico para prevenir el contagio del sida
Una semilla diseñada en la Universidad de Lleida produce, con un coste bajo, anticuerpos contra la transmisión del VIH
La modificación genética de organismos puede ofrecer nuevas vías inagotables y baratas para la elaboración de fármacos, vacunas y otros compuestos terapéuticos cuya obtención por otros métodos es demasiado compleja o costosa. Es la llamada “agricultura molecular”, una pujante línea de investigación que ha permitido a un equipo de científicos de la Universidad de Lleida diseñar y producir una semilla de maíz que puede convertirse en la nueva arma contra el contagio sexual del sida.
El maíz modificado ha sido posible gracias al proyecto Pharma-Planta, una gran iniciativa internacional en la que participan 39 equipos europeos y surafricanos, y que recibió de la Unión Europea una financiación de 12 millones de euros para cinco años de trabajo. Un año antes de su culminación, los datos del que podría convertirse en el primer fármaco eficaz contra el contagio del sida aparecen hoy publicados en la revista PNAS.
El desarrollo principal se ha llevado a cabo en el Departamento de Producción Vegetal y Ciencia Forestal de la Universidad de Lleida, donde el británico Paul Christou ha dirigido la fase de ingeniería molecular. El científico ha acumulado una experiencia de 18 años produciendo todo tipo de anticuerpos en organismos modificados. Para este proyecto se eligió el 2G12, un anticuerpo contra el VIH cuya capacidad de neutralizar el contagio del virus ya era conocida. Hasta ahora, el anticuerpo se había obtenido ordeñando una microscópica vaca molecular, una línea celular de hámster llamada CHO que se puede cultivar en el laboratorio, pero cuyo uso es caro y poco eficiente.
“Introdujimos los genes del anticuerpo en tejidos embrionarios del maíz para que se expresaran sólo en la semilla”, explica Christou. El investigador comenta que han logrado superar los obstáculos para producir anticuerpos funcionales en plantas, “ya que el procesamiento de las proteínas y sus azúcares asociados es diferente que en las células animales”. “Sin embargo, el anticuerpo funciona con la misma eficacia que el de las CHO”, precisa.
Gratis para el tercer mundo
Una vez comprobado que el anticuerpo bloquea la infección in vitro, los siguientes pasos serán diseñar su producción industrial y ensayar su acción en humanos. “Hemos logrado una pureza del 90% a un precio barato”, apunta Christou. “La purificación se hará en Alemania, y en 2009 empezará la primera fase del ensayo clínico en Londres”, detalla.
El compuesto está diseñado para usarse como microbicida y prevenir el contagio por vía sexual, posiblemente en forma de pomada o gel de uso tópico, “pero serán nuestros colegas surafricanos los encargados de determinar en los ensayos clínicos cuál es la forma óptima de administración”, aclara el científico. “En cinco años debería estar listo para su lanzamiento”, predice.
Según Christou, el proyecto ha considerado la dimensión humanitaria. “Nuestro socio industrial y propietario de la patente, la compañía austríaca Polymun, lo cederá en régimen de donación a todos los países en desarrollo interesados; está garantizado, ya que se ha firmado un protocolo legal vinculante”. “Por el contrario, en los países occidentales el fármaco se vendería, quizá con la participación de otros socios industriales”, añade.
«Importa la ciencia, no la propaganda»
El científico Paul Christou habla sobre los recelos de diversos colectivos frente a la obtención de organismos genéticamente modificados. “Con organizaciones como Greenpeace ni me molesto en hablar, porque no atienden a razones. En cuanto a otros grupos, les explico que primero debemos tener en cuenta de qué molécula estamos hablando; una proteína citotóxica o un antígeno pueden ser peligrosos”. “En el caso de un anticuerpo, debemos vigilar la tolerancia oral, pero no hay mucho más por lo que preocuparse”, señala. El investigador destaca que, de cualquier modo, la bioseguridad es un capítulo fundamental en un proyecto como el Pharma-Planta. “Los aspectos de seguridad biológica suponen un componente importante en todo proyecto de este tipo. Se hacen estudios de gestión y evaluación de riesgos, pero siempre con datos en la mano. Lo que nos importa es la ciencia, no la propaganda”, concluye.
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