Los buitres son víctimas de una caza de brujas infundada. La revista Nature publica hoy una carta escrita por un grupo de expertos en aves carroñeras para desmentir que estén cambiando sus hábitos alimenticios, como creen muchos ganaderos, para convertirse en depredadores. Y aportan un dato fundamental: el 70% de las denuncias cursadas por ataques de estas aves a ganado se desecharon por la Administración tras el peritaje, que concluyó que el animal devorado estaba muerto antes de que se lo comieran los buitres. En concreto, se trata del análisis de 1.165 casos registrados entre 2005 y 2010 en el norte de la península Ibérica (Catalunya, Navarra, norte de Aragón y parte del País Vasco) en los que la necropsia desmintió que hubiera un ataque más propio de un depredador que de un necrófago. Si nos centramos en Navarra, la proporción de casos rechazados supera el 80%.
Uno de los firmantes de la carta, el investigador de la Universidad de Berna, Antoni Margalida, alerta sobre la 'bola de nieve que se ha hecho cada vez más grande' entrelos ganaderos sobre el cambio de comportamiento de los buitres que 'no es real'. 'Se ha creado una alarma social sin fundamento que ha provocado este conflicto emergente', reflexiona Margalida, quien sostiene que no hay base científica para creer que los buitres están convirtiéndose en cazadores. El miedo al mal que pudieran causar estos animales ha multiplicado el número de ellos que mueren víctimas de envenenamientos.
'Los buitres son ahora más oportunistas, pero no depredadores'
El origen de la bola de nieve de la que habla Margalida está en la crisis de las vacas locas. Para evitar que se extendiera la encefalopatía espongiforme bovina, la UE prohibió hace una década a los ganaderos abandonar en el campo animales muertos que sirvieran de alimento para las aves carroñeras. Desde entonces, los buitres han tenido que ingeniárselas de nuevo para encontrar un sustento que antes se les servía en bandeja de plata: los muladares. 'Se ha producido una asociación entre la reducción de comida y algunos hechos malinterpretados por los ganaderos', expli-ca el investigador. La mayoría de las denuncias se refieren a situaciones surgidas durante el parto de las reses: 'El ternero nace muerto, por lo que acuden los buitres hambrientos. Incluso se comen la placenta. Le han comido el culo a alguna vaca o han herido a algúnanimal inmóvil o acabado con uno moribundo, poco más', asegura Margalida. El ganadero encuentra el cadáver devorado y supone que han atacado al ternero por su fragilidad, pero luego la necropsia refuta la hipótesis del ataque, fruto de un 'problema de percepción'. La carta reclama un diálogo entre ganaderos y científicos para analizar la situación, aunque Margalida considera que el reciente decreto que vuelve a permitir el uso de muladares invertirá la tendencia.
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