Este artículo se publicó hace 4 años.
CienciasLa evolución favorece una nueva arteria en el brazo
El porcentaje de personas con arteria mediana en el antebrazo está aumentando significativamente desde hace 125 años, halla un análisis de alcance mundial.
Malen Ruiz de Elvira
Madrid-
La evolución sigue cambiando al ser humano, de formas insospechadas y mínimas, difíciles de detectar. Una vía sanguínea que está presente en el embrión humano pero suele desaparecer antes del nacimiento se encuentra cada vez más en niños y en personas adultas, indica un nuevo estudio, que achaca estos cambios a un mecanismo de microevolución que afecta a la anatomía interna del cuerpo humano.
La arteria mediana, que se encuentra en el antebrazo entre las arterias cubital y radial, se ha considerado normalmente una estructura embrionaria, que tiende a desaparecer a partir de la octava semana de gestación, recuerdan los autores del estudio, que pertenecen a dos universidades australianas. Desde el siglo XVIII, sin embargo, existen datos sobre su presencia en un porcentaje pequeño de la población y lo curioso es que este porcentaje ha ido aumentado significativamente desde entonces.
Los últimos datos, que confirman esta tendencia, se refieren a disecciones de 78 personas muertas en 2015 o 2016, todos australianos de ascendencia europea, de los cuales un 33% resultó tener la arteria mediana. Hace 25 años, cuando ya se sugirió este fenómeno, la prevalencia era de alrededor de un 30%, mientras que en las personas nacidas en la década de 1880 solo se encontró en un 10% de los miembros diseccionados.
Los últimos datos, que confirman esta tendencia, se refieren a disecciones de 78 personas muertas en 2015 o 2016
Al recopilar todos los datos disponibles en el mundo sobre la presencia de la arteria mediana, incluidos los de su propio estudio, y aplicar métodos matemáticos, los científicos australianos, dirigidos por Teghan Lucas, concluyen que la prevalencia actual es de un 35% y que, si se mantiene la tendencia exactamente igual (algo poco probable) todas las personas que nazcan dentro de 80 años la tendrán. Cuando la tenga la mitad de la población dejará de ser una variante y pasará a ser una estructura anatómica normal del brazo y la mano, afirman. Los resultados del análisis se han publicado en la revista Journal of Anatomy.
Hasta aquí los datos, pero la gran pregunta es por qué la evolución favorece algo que no parece un rasgo favorable, aunque tampoco se plantea que sea perjudicial. Sobre esto, los científicos recuerdan que la regresión de la arteria mediana antes del nacimiento está gobernada por unos genes. Cuando no se produce es porque esos genes no se expresan debido a que han sufrido cambios (mutaciones), algo que se enmarca en el continuo proceso evolutivo debido a la presión de la selección natural. O sea, que es algo normal.
Existe un factor que seguramente ha contrarrestando históricamente la tendencia evolutiva al aumento de la arteria mediana en la población y es la espectacular mejora en muchas zonas del mundo de la salud de las embarazadas a lo largo de los últimos 150 años. Si algunos problemas de salud fueran la causa de que no se iniciara el proceso natural de desaparición de la arteria antes del nacimiento debería haber disminuido en vez de aumentado la persistencia de la arteria mediana.
Los autores del estudio se lamentan de la escasez de cadáveres disponibles para la disección con fines científicos
La arteria mediana no es el único rasgo anatómico cuyo aumento de incidencia se ha observado en los dos últimos siglos. También han aumentado la espina bífida oculta, el fabela (pequeño hueso de la rodilla) y las coaliciones tarsales (en el pie).
Los autores del estudio se lamentan de la escasez de cadáveres disponibles para la disección con fines científicos, un fenómeno de alcance mundial que hace que casi todos los estudios, incluido el suyo, pequen de hacerse sobre muestras más pequeñas que las ideales. La reducción en el número de autopsias es igualmente notable y alarma a los expertos por ser una fuente imprescindible para el conocimiento de las causas de los fallecimientos y de los efectos de patógenos como el nuevo coronavirus. Se estima que una gran mayoría de los certificados de defunción señalan una causa errónea o incompleta para el fallecimiento, lo que deriva en graves consecuencias para el conocimiento médico y en las políticas de salud pública.
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