Este artículo se publicó hace 8 años.
“Los ciudadanos donan órganos porque confían en la gestión de las listas de espera”
España lidera los rankings internacionales de donación gracias a una ley que garantiza el altruismo y la equidad y que, desde este año, pena con hasta doce años de cárcel el tráfico de órganos y el turismo de trasplantes.
Con una tasa de 39,7 donantes por millón de habitantes, un residente en España tiene hasta el doble de probabilidades de ser trasplantado que el resto de europeos. La Organización Nacional de Trasplantes (ONT) ha conseguido posicionarse –y mantenerse durante más de dos décadas– como líder mundial. Bate sus propios registros casi todos los años y algunos países, como Italia y algunos latinoamericanos, han implantado parcial o totalmente el ‘Spanish Model’.
Esta enorme máquina funciona porque todas las piezas encajan, desde la capacidad de los facultativos para detectar donantes y efectuar una extracción rápida, hasta la gestión eficaz de las listas de espera y la comunicación con las instituciones.
Esta enorme máquina funciona porque todas las piezas encajan
El nefrólogo Rafael Matesanz, director de la ONT desde su creación en 1989, explica a Sinc que los responsables de los centros sanitarios son la figura clave de todo el proceso. “Es el profesional encargado de hablar con las familias de los fallecidos para consultarles sobre la voluntad de donar y, en caso afirmativo, comunicarnos todos los datos”.
Uno de estos coordinadores es José Luis Escalante, jefe del Programa de Trasplantes del Hospital Gregorio Marañón en Madrid. Reconoce que a pesar del éxito del sistema, queda mucho por avanzar. “No debemos caer en triunfalismos fáciles, sino seguir mejorando las tasas”.
En este sentido, en 1998 se lanzó un programa de garantía de la calidad con el objetivo de identificar las causas por las que se perdían a potenciales donantes al tiempo que se analiza el impacto de las condiciones hospitalarias sobre todo el proceso.
Pero estas garantías no son infalibles. El pasado lunes 11de abril, la institución alertó de que seis personas habían recibido un riñón ilegalmente. Los enfermos, de nacionalidad búlgara, se dieron de alta en la Seguridad Social de forma fraudulenta para acceder a la tarjeta sanitaria española y, así, ser tratados con diálisis y entrar en las listas de espera de trasplantes.
“Cuando hemos detectado alguna irregularidad, la ONT ha sido la primera en denunciarlo”, asegura a Sinc Matesanz
“Cuando hemos detectado alguna irregularidad, la ONT ha sido la primera en denunciarlo”, asegura a Sinc Matesanz. Lo cierto es que no existen datos oficiales sobre el tráfico de órganos. Los expertos de la Sociedad Internacional de Trasplantes (SIT) advierten que entre un 40% y un 70% de estos ‘turistas de trasplantes’ desarrollan complicaciones infecciosas causadas por la resistencia a los antibióticos que se suministran en el posoperatorio, además de los problemas para mantener los tratamientos una vez vuelven a su país. De ellos, entre el 20% y el 50% morirán.
Contra estas prácticas se necesita “el compromiso de los profesionales implicados de que las donaciones y trasplantes son éticamente aceptables”, insiste Matesanz, e incide en que la mejor respuesta es la autosuficiencia en cada país.
En este sentido, el Grupo Custodio de la Declaración de Estambul –promulgada en 2008 en la Cumbre Internacional en Tráfico de Órganos y Turismo en Trasplante– insta a los gobiernos a promover leyes que protejan tanto a donantes como a receptores.
En España, desde este mismo año, se pena con hasta doce años de cárcel el tráfico de órganos y el turismo de trasplantes. “Nuestro país ha sido pionero en este campo. Hemos colaborado estrechamente con el Consejo de Europa en la redacción del Convenio de Santiago contra el Tráfico de órganos, que es el primer tratado internacional que obliga a los diferentes Estados a perseguir este tipo de intervenciones”, dice Matesanz.
“Los ciudadanos siguen donando porque saben que no existen irregularidades de ningún tipo en la gestión de las listas de espera”, comenta orgulloso Matesanz. Según el director de la ONT, “los españoles saben que a todo el mundo se le aplican los mismos criterios”.
La donación es un acto desinteresado, lo que evita la posible comercialización de órganos
La Ley de Trasplantes de 1979 establece que la donación es un acto desinteresado, lo que evita la posible comercialización. “La familia nunca va a conocer la identidad de las personas trasplantadas”. Además, se obliga a la transparencia en el acceso al trasplante, sin tener en cuenta la coyuntura personal de las personas. “La equidad es una de las claves del éxito. Tenemos un sistema que permite atender a todos los ciudadanos que lo necesitan sin ningún tipo de discriminación, ni positiva ni negativa”, dice Matesanz.
La selección de pacientes a tratar se hace atendiendo siempre a criterios territoriales –pensando en reducir el tiempo entre la obtención del órgano y la implantación –y clínicos –compatibilidad donante/receptor, características antropométricas o gravedad del paciente–. Para las donaciones de vivo, que suele ser entre familiares o amigos, se pasa por tres filtros: el del equipo médico, el comité de ética del hospital y, finalmente, la autorización de un juez.
Los equipos médicos valoran a los enfermos en función de su patología y gravedad. Después, se eleva su información a la ONT, donde se incluye en los registros –salvo los que esperan un riñón, que se gestionan en los propios hospitales–. “La ONT se encarga de resolver todos los problemas de logística para el traslado tanto de los equipos de trasplante como de los órganos”, completa el nefrólogo.
La excepción que confirma esta regla es la conocida como “urgencia 0”. Estos pacientes tienen prioridad absoluta en todo el territorio nacional por su especial gravedad.
Para potenciar la donación, las defunciones se supervisan en las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI), donde se puede hacer un buen seguimiento del cuerpo y atender a las necesidades de los órganos.
Dada la escasez de órganos, se intenta que la donación sea completa –pulmones, riñones, corazón, hígado, páncreas e intestino–. “Como es una opción personal o familiar, me parece crucial hacer esfuerzos para tener a la sociedad bien informada, crear una necesidad social y mantener una conciencia hacia la donación”, comenta Escalante.
“Durante todo este proceso, la familia ha sido informada, incluso varias veces al día, de la gravedad de las lesiones”. Cuando el paciente muere, se sugiere la posibilidad de la donación. El coordinador del Gregorio Marañón explica que se espera un periodo de tiempo prudencial. “Utilizamos argumentos de altruismo, solidaridad, generosidad, utilidad y reciprocidad”. La formación de los profesionales es básica en esta tarea: “La empatía debe formar parte de los conocimientos de un coordinador”, dice Escalante.
Llegados a este punto, a los familiares suelen surgirles cuestiones tales como si se ha hecho todo lo posible por salvar la vida del ser querido o cómo quedará la imagen física del cadáver. Es un momento crítico, en el que puede que la donación caiga en saco roto. Escalante apunta algunos de los factores que condicionan el rechazo: “La negativa en vida del fallecido es la razón más importante, pero también la no aceptación de la muerte, la sensación de mal trato recibido durante el periodo de hospitalización u otras causas de carácter social o religioso”.
El primer trasplante en España, de riñón, se hizo en 1965. Desde entonces y hasta la creación de la ONT las estadísticas estaban por debajo de la media europea. Por cada millón de habitantes había 14 donantes.
Más de dos décadas después, se baten todos los registros. En 2015 hubo 4.769 intervenciones, el mayor aumento desde que hay datos, y solo el 14 de diciembre se registraron 16 donantes en 24 horas.
La tasa de donación de órganos en nuestro país representa el doble que la media de la Unión Europea
Para Escalante, no se debe olvidar que la tasa de donación de órganos en nuestro país, con casi 40 donantes por millón de población (pmp) en 2015, representa el doble que la media de la Unión Europea (19,6 pmp) y supera con creces la cifra de Estados Unidos (26,6 pmp).
Aunque el sistema nacional esté en la cumbre mundial, no se cubren las necesidades de todos los pacientes en lista de espera. Cerca del 10% de los receptores fallecen mientras esperan un órgano nuevo.
Además, el perfil del donante ha cambiado mucho desde 1989. La reducción de accidentes de tráfico disminuye las posibilidades de extracción y actualmente, más de la mitad de los órganos proceden de sexagenarios. El director de la ONT confirma que la tendencia actual es buscar la donación renal de vivo, es decir, entre familiares y amigos.
Ahora, la ONT quiere seguir fulminando récords. La Estrategia Nacional 2015 pretende alcanzar 5.000 trasplantes al año en 2020. “Es un objetivo que casi hemos conseguido durante el año pasado”, apunta Matesanz, que dejará la dirección de la institución después de 27 años de servicio cuando se configure el nuevo gobierno. Las estadísticas avalan esta perspectiva: en el primer trimestre de este año ya se registran 42 donantes por cada millón.
Ni fórmulas mágicas ni una solidaridad desmedida de los españoles. El éxito de la donación y trasplante en nuestro país es la aplicación de un modelo multidisciplinar que aglutina aspectos legales, económicos, políticos y médicos.
Muchos países, sobre todo los latinoamericanos, han intentado implantar parcial o totalmente el sistema. En 2005 la ONT puso en marcha el Master Alianza de formación en coordinación de trasplantes, con resultados notables. “Desde el principio, la tasa de donación en Latinoamérica ha aumentado en más de un 60%”, declara Matesanz.
“En Europa ocurre un poco lo mismo: los países que han implantado alguna de nuestras medidas han visto mejoras en los últimos años. Es el caso de Croacia, Francia, Portugal, Italia o Reino Unido. Alemania, en cambio, que nos ha pedido asesoramiento, ha visto caer en picado el número de donantes debido a un escándalo de corrupción en la gestión de las listas de espera”.
Pero lo que lo hace completamente único es que nació dentro de un sistema de salud público y de cobertura universal. En muchos países, el peso de la sanidad privada es tan grande que dificulta la igualdad entre usuarios, de tal forma que se producen conflictos en la implantación. “El trasplante es una prestación fundamental del sistema público. Los pacientes tratados en España sobreviven más que en Estados Unidos, precisamente porque el sistema público garantiza los cuidados que se necesitan después de la intervención”, concluye.
Otros factores que intervienen en la posibilidad de extrapolar el modelo fuera de España son las características sociodemográficas de la población o el número de camas en las Unidades de Cuidados Intensivos de los hospitales.
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