Este artículo se publicó hace 14 años.
Cancún resucita la negociación, no el clima
La cumbre obliga a EEUU y China a rendir cuentas de sus emisiones de CO2 ante la ONU y crea un fondo de 100.000 millones de dólares. Todo queda sin atar hasta la próxima cita dentro de un año en Suráfrica
Madrugada del 19 de diciembre de 2009. Los países de la Alianza Bolivariana Venezuela, Cuba, Bolivia y Nicaragua hacen naufragar un acuerdo cocinado por EEUU y un puñado de países emergentes en la cumbre del clima de la ONU en Copenhague. La delegada venezolana, Claudia Salerno, muestra su mano ensangrentada de tanto aporrear su mesa para pedir la palabra en las negociaciones. Tras el plenario final, la portavoz de Hugo Chávez declara que el acuerdo es "ilegítimo porque no contiene nada y está en blanco".
Madrugada del 11 de diciembre de 2010. Ha pasado un año de bofetadas diplomáticas pero, en el último minuto, ocurre un milagro en la cumbre del clima de Cancún. Todos los gobiernos del planeta, salvo el de Evo Morales, consensúan un modesto principio de acuerdo para luchar contra el cambio climático. Como critica Bolivia, los Acuerdos de Cancún son una versión pulida del de Copenhague. Sin embargo, la Alianza Bolivariana se rompe y Morales se queda solo en su pelea para tumbar el texto.
La ONU se compromete a evitar una subida de 2ºC en 2100
Los 193 países restantes arrollan a Bolivia en la votación final y aprueban el documento por el que, por primera vez, los dos principales emisores del mundo, EEUU y China, se comprometen a reducir sus emisiones de CO2 ante la ONU. El rechazo de Bolivia podría haber arruinado el acuerdo, ya que en principio los textos de la cumbre requieren unanimidad. Sin embargo, cuando el embajador boliviano, Pablo Solón, intenta vetar el documento, los otros 193 países miran hacia otro lado y lo refrendan. Ante la mirada indignada de Solón, que habla de "un atentado contra las reglas", la representante venezolana felicita a todos por el éxito. "Estos papeles están llenos de esperanza", asegura Salerno. El no de Bolivia se registra como una reserva, así que a todos los efectos el país tiene que cumplir el acuerdo.
El gran éxito logrado en la ciudad balneario mexicana, como resumió la portavoz de Colombia, es que nadie ha conseguido todo lo que quería. "Un buen acuerdo es aquel que deja insatisfechas a todas las partes", afirmó en las negociaciones. EEUU llegó bloqueando todo. China se negaba a que otros países husmearan en sus emisiones de CO2, un buen indicador de su verdadero desarrollo económico. Y Japón, secundado por Rusia y Canadá, aterrizó en Cancún con ganas de sepultar el Protocolo de Kioto, que expira en 2012 y sólo obliga a 37 países industrializados a disminuir sus emisiones. Ellos, como la UE, estaban obligados a implantar energías limpias, mientras EEUU y China, principales rivales económicos de Japón, podían contaminar sin rendir cuentas . Los países menos desarrollados exigían dinero y recortes muy ambiciosos de CO2. Los Acuerdos de Cancún desatan este nudo en la lucha contra el cambio climático. El pacto confirma la puesta en marcha de un fondo que llegará a 100.000 millones de dólares anuales en 2020 para combatir los efectos del calentamiento global en los países pobres, pero no se sabe ni de dónde saldrá el dinero ni cómo se repartirá.
El documento también ancla por primera vez en la ONU el objetivo de evitar una subida de más de 2ºC de la temperatura media del planeta hacia 2100, sin aportar un plan para lograrlo. Para España, significaría evitar hasta 5ºC más en verano e impedir la desertización de la mitad sur de la Península.
El futuro del Protocolo de Kioto queda en suspenso hasta 2011
Los países reconocen que hay una brecha entre los actuales compromisos para reducir sus emisiones un recorte global del 14% en 2020 respecto a 1990 en el mejor de los casos y lo que pide la ciencia. Los 194 países se comprometen a duplicar su esfuerzo y alcanzar un tijeretazo de entre el 25% y el 40%. Ahora están todos. Por primera vez en la historia, el principal responsable del cambio climático, EEUU, se compromete ante la ONU a reducir sus emisiones. Y potencias emergentes como China, Brasil e India prometen evitar que las suyas se desboquen.
El acuerdo impulsado por México crea una especie de Frankiotostein, como lo define una analista argentina. Congela la decisión sobre la prórroga de Kioto más allá de 2012 y obliga a los 194 países a decidir en próxima cumbre, que tendrá lugar en Durban (Suráfrica) en diciembre de 2011, si el tratado se renueva o se entierra para fusionar a los 37 países de Kioto con EEUU, China y compañía en un acuerdo global.
El paquete acordado en Cancún está cogido con pinzas, pero todos los países, salvo Bolivia, e incluso las organizaciones ecologistas, han coincidido en que es una buena base para seguir avanzando y lograr un tratado más ambicioso y jurídicamente vinculante en Durban.
"Cancún ha salvado el proceso, pero no ha salvado el clima aún", analizó Greenpeace. Y lo mismo manifestó el presidente mexicano, Felipe Calderón. "Cancún ha sido un éxito, sobre todo, porque se ha dado un paso muy grande, al restablecer la confianza de la comunidad internacional en el multilateralismo como la mejor fórmula, complicada, abigarrada, pero al final de cuentas, la fórmula con la que contamos para ponernos de acuerdo como humanidad", declaró Calderón.
El boicot de los países bolivarianos al acuerdo de Copenhague, provocado por la existencia de reuniones secretas impulsadas por EEUU al margen de la ONU, hizo que el proceso de negociación descarrilara. En Cancún, todos los países salvo Bolivia han felicitado a la presidencia mexicana por su transparencia. "Es un texto positivo que sirve para alcanzar un buen acuerdo en Durban. Nadie se siente reconocido, pero nadie se siente ausente", explicó la ministra de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino, Rosa Aguilar, antes de que se aprobara el texto. La ministra abandonó Cancún a las nueve de la noche, antes del plenario definitivo, para poder asistir a una reunión sobre la merluza en Bruselas.
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