Este artículo se publicó hace 15 años.
Las Wagner se estrenan en Bayreuth y perpetúan el culto al bisabuelo Richard
El Festival de Ópera Richard Wagner de Bayreuth abre mañana su temporada con "Tristán e Isolda", gala que generará la peregrinación anual de wagnerianos de todo el mundo y cuya atención se centra en el debut de cúpula bicéfala del festival: Katharina y Eva Wagner-Pasquier, el dúo de biznietas del compositor.
Katharina, de 31 años, y Eva, de 64, ambas hijas del patriarca Wolfgang Wagner, presidirán por primera vez juntas la apertura del festival sobre la "Verde Colina" de Bayreuth en que su bisabuelo mandó construir un teatro consagrado en exclusiva a sus óperas.
La edición número 98 del Festival se abre con el "Tristán" de Christoph Marthaler estrenado hace cuatro años, con Peter Schneider a la batuta y Robert Dean Smith -tenor de la casa- e Irene Theorin poniendo cuerpo y voz a la "Liebestod" de Isolda.
Seguirá los "Maestros Cantores de Nuremberg" con que Katharina se estrenó como directora escénica en la casa, en 2007, y completará el ciclo el "Anillo del Nibelungo" de Tankred Dorst, con Christian Thielemann al frente de la orquesta, en Bayreuth desde 2006.
Sobre la "Verde Colina" no se ha previsto, pues, novedad operística alguna capaz de eclipsar el imán mediático de las dos descendientes de Wagner, ahora co-directoras.
Ambas se personarán ante el viejo teatro donde Richard Wagner ofreció el primer festival, en 1876, para recibir un desfile de wagnerianos encabezados por la canciller Angela Merkel, incondicional en Bayreuth desde años antes de llegar al poder.
Será su gran debut como tándem hermanado, después de una larga guerra de sucesión en que Katharina y Eva compitieron entre sí y también contra una tercera descendiente, Nike, sobrina de Wolfgang, finalmente desbancada por sus primas.
De prácticamente ni hablarse durante años han pasado a cooperar y, que se sepa, se han repartido fraternalmente los papeles de directora artística -Katharina- y gestora empresarial -Eva-.
El milagro se produjo después de que Wolfgang accediera a jubilarse, tras más de medio siglo llevando en solitario un festival que reflotaron él y su hermano Wieland, en la posguerra, y tras los años de sumisión familiar a Adolf Hitler.
Para Katharina, la tarea de saludar al público, bajo el sonar de la tradicional fanfarria de su balcón, tiene algo de ritual.
Durante años acompañó en ello a su padre y su madre, Gudrun. Desde que debutó como directora de escenografías propias -en 2002, con su "Holandés Errante" en Würzburg, y luego en otras plazas hasta atreverse con Bayreuth- se la consideraba heredera natural.
La muerte de Gudrun, en 2007, desarmó a Wolfgang y favoreció la solución bicéfala, segunda en Bayreuth tras el periodo en que el patriarca compartió esa función con Wieland, fallecido en 1966.
Eva Pasquier-Wagner, hija de la primera esposa, Ellen Drexsel, se conoce perfectamente la casa y trabajó junto a Patrice Chéreau en la preparación de su legendario "Anillo", estrenado en 1976.
Fuera de Bayreuth acumula un largo currículum con distintos cometidos en el Covent Garden de Londres, el Teatro Real de Madrid y el Metropolitan de Nueva York.
Al tándem le avala méritos suficientes como para que nada falle en un festival entre los más prestigiosos del mundo y con dos particularidades que lo distinguen del resto: sólo se escucha a Wagner y sólo abre al público cuatro semanas al año.
Nada cambiará, de momento, en ese orden interno y la única innovación en programa es la incorporación de un "Holandés Errante" concebido para el público infantil, paralelo al festival.
Habrá, asimismo, una transmisión popular, el 9 de agosto, para el "Tristán", según modelo introducido el año pasado por Katharina.
La que hubiera sido otra novedad, el conflicto laboral de la plantilla no artística, que amenazaba con la huelga en la apertura, quedó solventado a tiempo con el acuerdo anunciado el jueves por el sindicato Ver.di, representante de los 140 empleados.
Todo apunta a un estreno armónico para un festival que combina la exquisitez operística con los aires de gran pícnic que envuelven los entreactos -una hora de reloj- de Bayreuth. Esta vez, con menos meriendas sobre la hierba, puesto que se anuncian lluvias.
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