Este artículo se publicó hace 15 años.
Viñetas del norte desde la ventanilla de un tren de otro tiempo
Cuaderno en mano, quince ilustradores se han embarcado en el Transcantábrico para atrapar sobre el papel los paisajes del norte. Lápices y plumillas apenas descansarán en cuatro días porque se han propuesto captar el instante que, como una viñeta, se dibuja en la ventanilla o ese rincón que les llama en los lugares donde se detiene un tren con sabor a otra época.
La expedición ha partido de Bilbao y tras un día intenso en Cantabria, hoy se adentra en tierras asturianas. Cuando llegue a Oviedo habrá finalizado un viaje que ha reunido a artistas de largo recorrido, como Juan Ballesta y Alfredo González, con humoristas gráficos como Kim, el padre de Martínez El Facha; autores de viñetas de periódico, como Caín y Peridis, y jóvenes ilustradores de libros y artículos de prensa.
Ése es el caso de Enrique Flores, que ya está en la plaza de las estaciones de Santander haciendo un bosquejo mientras sus compañeros desayunan. Después, a bordo, explica a Efe que este viaje es una oportunidad única para quienes trabajan habitualmente en la soledad del estudio. "Y en este grupo hay verdaderos maestros, auténticos mitos", apostilla.
El ilustrador extremeño dibuja con acuarelas, una técnica que no hace buenas migas con la humedad del norte. El apretado programa impone además un ritmo que obliga a que los trazos vuelen sobre el papel, pero a él le gusta la frescura de un trabajo que no retocará cuando regrese a casa, para no estropearlo.
Jorge Arranz ha descubierto que, con ese ritmo, la mano va más rápido que la mente. Su cuaderno ya está repleto de las imágenes que se van recortando en la ventanilla del tren, como una "storyboard" que relata el viaje y atrapa el movimiento.
Pero para muchos de los expedicionarios el trabajo no estará terminado hasta que se acabe de definir en la mesa del estudio. El almeriense Juan Ballesta dejará para ese momento "lo más sólido" de la tarea, pero tampoco para de dibujar y con una facilidad que incluso pasma a sus compañeros. Sin embargo, él sostiene que cualquiera puede hacerlo bien si se lo propone y le dedica tiempo.
A Ballesta, que en su juventud viajó mucho más al Norte, hasta Laponia, le inspira más el mar que los verdes del paisaje, quizá porque en su familia han sido siempre marineros.
También se llevará trabajo a casa la única mujer del grupo, Victoria Martos, que no puede desplegar su arsenal para pintar con guasch y tinta china y se centra en los bocetos y las fotografías.
El cuaderno de viaje, la experiencia de viajar y trabajar al mismo tiempo es, a su juicio, "uno de los sueños más deseables" para cualquier creador. Y no sabe con qué quedarse, si con los paisajes, las ciudades, la arquitectura o ese vagón que la recuerda al Orient Express.
Y si en el Guggenheim de Bilbao los dibujantes vieron lo último del arte hecho en Oriente, en Cantabria han podido seguir la historia en imágenes que cuentan los capiteles románicos de la Colegiata de Santillana del Mar, en una época en la que casi nadie sabia leer.
Pero ahí no acabó el viaje en el tiempo. Los ilustradores se despidieron de Cantabria después de un encuentro con sus colegas más antiguos, los que dibujaron los bisontes en los techos de Altamira, reproducidos con exactitud milimétrica en la réplica de la cueva.
Con esas pinturas en la retina, han seguido ruta en el Transcantábrico para concluir un viaje que quedará plasmado en el libro que publicará Feve con sus dibujos.
Cuando regresen a casa, cuaderno en mano, otros viajeros ocuparan su lugar y es bastante probable que sean australianos, los extranjeros que más se dejan seducir por el lujo y la nostalgia de un tren que no está al alcance de cualquiera.
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