Este artículo se publicó hace 15 años.
Viaje al centro del castellano
Cervantes y Zorrilla acompañan al viajero en una visita de 24 horas por Valladolid, una ciudad de grandes iglesias y palacios que retiene la impronta de su condición como capital, en el siglo XVI, del imperio más poderoso de Occidente
Dicen que Valladolid es cuna mayor de la lengua castellana, y quizás por eso la visita a la ciudad debe empezar por este principio, es decir por la mismísima Casa de Cervantes, donde se rinde homenaje permanente al autor del Quijote, quien fuera vecino de esta villa cuando además de villa era Corte, es decir, residencia del rey. La casa de Cervantes está en la calle Miguel Íscar, que desemboca precisamente en la plaza de Zorrilla, otro clásico de la lengua castellana que da nombre también a la arteria principal de la Valladolid del ensanche.
La acera de Recoletos, muestrario perfecto de la ciudad burguesa del XIX, comunica con el Campo Grande, un gran jardín decimonónico detrás del cual está una de las primeras grandes sorpresas de la ciudad: su Museo Oriental, único en su género; la sala de los marfiles sirve por sí sola para explicar la ingente actividad de los misioneros españoles en Oriente a través de los siglos.
La plaza Mayor, diseñada por Juan de Herrera tras el incendio de Valladolid de 1561, está presidida por la figura del conde Ansúrez, gallardamente plantado delante del Ayuntamiento, y pasa por ser la primera que se trazó guardando proporciones geométricas de toda España. Un equilibrio que se percibe desde cualquiera de sus rincones.
Por los soportales de la calle Ferrari se llega a la Fuente Dorada, y de ahí hay un paso hasta la Catedral, donde también queda el testimonio de Juan de Herrera, el gran arquitecto del Renacimiento español, aunque los avatares económicos de Valladolid, que terminaría perdiendo el pulso frente a Madrid por convertirse en la capital permanente de España, fueron perfilando un proyecto muy distinto del que él trazó; el Museo Diocesano merece una visita detenida.
Después de visitar a la vecina más vieja de la Catedral, la iglesia de Santa María la Antigua, hay que hacer lo propio con su vecina más ilustre, la Universidad de Valladolid, con su espléndida fachada barroca. El palacio de Santa Cruz, integrado en la Universidad, exhibe con orgullo la primera fachada renacentista que se levantó en España; la antigua biblioteca, que se ve a través de un cristal, es su joya más preciada.
No está mal para una mañana en Valladolid, donde las proporciones y las distancias dan buena cuenta de su pujanza en los siglos XVI y, todavía, en el XVII. La decisión de elegir un restaurante en Valladolid es tarea difícil, porque la gastronomía es, en la capital de Castilla y León, una de sus señas de identidad. Sin salir del centro hay opciones excelentes.
Para la tarde, hay que retomar el itinerario donde se dejó, y acercarse hasta la impresionante plaza de San Pablo, uno de los verdaderos centros de Valladolid a cuyo alrededor se encuentran hitos tan interesantes como el palacio Real, el palacio de Pimentel, la iglesia de San Pablo y, desde luego, el Museo Nacional Colegio de San Gregorio, uno de los más impotentes museos de escultura de España, con una apabullante colección de los siglos XVI y XVII. Ésta es la segunda gran sorpresa de Valladolid: la visita al colegio, antiguo museo nacional de escultura, merece por sí sola una escapada a Pucela, dada la riqueza, la variedad y la belleza artística de los grandes tesoros que contiene.
Y el viaje termina donde empezó, con las altas cimas del castellano, en la Casa Museo de José Zorrilla, que se encuentra en este mismo entorno. Eso sí: no se trata más que de una propuesta. Valladolid tiene más. Mucho más. Y a lo mejor hay quien prefiere dejarse de zarandajas y, siguiendo con el leit motiv del castellano, organizar su visita a la ciudad del Pisuerga siguiendo exclusivamente los pasos de la Ruta del Hereje, de Miguel Delibes, perfectamente señalizada por todo Valladolid.
No hay que olvidar, en todo caso, regresar a la plaza Mayor para verla iluminada y, si es menester, catar alguno de los maravillosos vinos vallisoletanos que, con sus correspondientes pinchos, empiezan a correr al caer de la tarde por la ciudad vieja. La visita tendrá un sabor aún más intenso.
INFORMACIÓN PRÁCTICA
Centro de Recursos Turísticos
Pabellón de Cristal. Acera de Recoletos. Tel. 983 21 93 10/94 38. www.valladolidturismo.com
Museo Oriental
Real Convento y Colegio de Agustinos-Filipinos. Paseo de los Filipinos, 7. Tel. 983 30 68 00. www.museo-oriental.es
Casa Museo de Cervantes
Rastro, s/n. Tel. 983 30 88 10. museocasacervantes.mcu.es
Catedral y Museo Diocesano
Arribas, 1. Tel. 983 30 43 62. www.catedral-valladolid.com
Palacio de Santa Cruz
Plaza de Santa Cruz. www.uva.es
Palacio Real
Plaza de San Pablo, 1. Visitas en grupo en el teléfono 983 32 70 58, o a través de Turismo.
Museo Nacional Colegio de San Gregorio
Cadenas de San Gregorio, 1-3. Tel. 983 25 03 75. museoescultura.mcu.es
Casa Museo José Zorrilla
Fray Luis de Granada, 1. Tel. 983 42 62 66.
DÓNDE DORMIR
En el Felipe IV (tel. 983 30 70 00), en pleno centro de la ciudad, con un interior elegante y un restaurante espléndido. O en el Meliá Olid (tel. 983 35 72 00), igualmente céntrico y con unas magníficas instalaciones. O en el Silken Juan de Austria (tel. 983 45 74 75), más moderno y funcional pero muy acogedor, situado en la zona alta del paseo de Zorrilla.
DÓNDE COMER
En Valladolid, la cuestión de elegir restaurante es siempre tarea difícil. Aún así, unas recomendaciones seguras pueden ser las del Cervantes (tel. 983 30 61 38), muy cerca de la casa del autor del Quijote, con unos arroces de la casa muy especiales; La Criolla (tel. 983 37 38 23), una verdadera referencia en la ciudad, con sus seis comedores dedicados a seis personajes ilustres de la ciudad; La Perla de Castilla (tel. 983 37 18 28), con un toque especial de nuevos sabores, o Los Zagales (tel. 983 35 24 64), otro de los grandes de Pucela, donde quizás lo mejor es reservar para no encontrarse con sorpresas.
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