Este artículo se publicó hace 16 años.
Los vecinos critican la falta de vigilancia policial
"Ahora tengo 29 años, pero desde pequeñita he visto escenas que sorprendían a cualquier niña; en invierno, cuando oscurecía, sobre las seis y media de la tarde, ya se veían muchas prostitutas". Hasta 2004, Sandra Fernández ha vivido en el distrito de Nervión, una de las zonas urbanas más afectadas por la prostitución callejera en Sevilla.
Ella nunca se ha sentido desprotegida y cree que desde que se construyó un centro comercial en la zona, esta actividad está más camuflada: "Antes había un descampado; ahora, más que por la avenida, se ven en Santo Domingo de la Calzada, que se conoce popularmente como la calle de las putas". En la zona hay una guardería, un instituto y un colegio.
Entre el silencio y las quejas
Cada día, Santo Domingo de la Calzada acoge una decena de mujeres, a veces más. Un completo puede salir por unos 20 euros. No son ruidosas, casi todas son extranjeras y se quejan de que las leyes obstaculizan su trabajo. Las multas de hasta 3.000 euros para los clientes, previstas en la ordenanza antivandalismo que prepara el ayuntamiento (PSOE-IU), no son nuevas. Fue una propuesta del Partido Popular previamente rechazada por los socios de gobierno. Ambos alegaron que Sevilla no sufre los graves problemas de prostitución que padecen otras ciudades españolas.
El presidente de la Asociación Huerta del Pilar, José Carlos Díaz, no piensa lo mismo. Sus reiteradas protestas por las peleas entre prostitutas y clientes para pactar un precio lo confirman. Para los vecinos, la situación ha empeorado en los últimos años, ya que ha proliferado la gente que vende droga. Y critican, sobre todo, la falta de vigilancia policial en las calles.
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