Este artículo se publicó hace 12 años.
Tomás Gómez consolida su liderazgo al frente del PSM
El secretario general vence a su rival, Pilar Sánchez Acera, por un 59,22% de los votos
El barón díscolo, el que un día se atrevió a decir no a Ferraz y no a José Luis Rodríguez Zapatero, volvió a vencer, volvió a imponerse a sus críticos y a renovar su desafío con la dirección federal del PSOE que hoy comanda Alfredo Pérez Rubalcaba. Tomás Gómez, de 43 años, ganó hoy el 12º Congreso del Partido Socialista de Madrid. Nada menos que su quinto test interno en menos de cinco años. Y esta vez lo hizo por un margen de apoyos más amplio que la prueba anterior, por un 59,22% de los votos, cuando en el congresillo del pasado enero, cuando se eligieron los delegados para el cónclave federal de Sevilla, se hizo con el 55% de los sufragios. En concreto, Gómez rebañó 562 votos, frente a los 387 (40,78%) de su rival, Pilar Sánchez Acera. Otros 13 fueron en blanco (y procedían de una parte de las Juventudes) y otro más nulo. En total, 963 votos de los 965 acreditados.
Gómez partía la carrera como claro favorito. Tenía varias bazas a su favor. Primero, controlaba el aparato. Dos, llevaba desplegando desde las primarias que ganó por la mínima a Trinidad Jiménez en 2010 un discurso claramente anclado en la izquierda que ha ido penetrando en las bases del partido. Tres, los delegados de las 158 agrupaciones locales que están participando en este 12º Congreso fueron elegidos cuando aún se desconocía el nombre del oponente del secretario general. Y cuatro, a última hora se añadieron los apoyos de Óscar Blanco, Javier Gómez y Óscar Iglesias, precisamente uno de los nombres que los críticos habían manejado en las últimas semanas para disputar el liderazgo a Gómez.
La victoria del líder del PSM arroja varias lecturas. Para empezar, consolida su posición en Madrid tras vencer consecutivamente en dos congresos ordinarios (2008 y 2012), dos congresillos extraordinarios (2007 y 2012) y unas primarias (2010). Además, en esta ocasión se hace con casi el 60% de los apoyos, frente al 51,71% de las elecciones internas que ganó a Jiménez. Y la diferencia es claramente más amplia de la que logró Rubalcaba en el congreso federal de febrero pasado en Sevilla. El exvicepresidente del Gobierno alcanzó la cúspide del PSOE por sólo 22 votos de ventaja sobre Carme Chacón. En este caso, Gómez le ha sacado 175 sufragios a la aspirante Sánchez Acera. Un triunfo más que sobrado para presentarse en Ferraz con las credenciales de voz discrepante del proyecto liderado por Rubalcaba. Gómez es, de hecho, el primer secretario regional nítidamente no rubalcabista que ha ganado en los procesos internos que han sucedido al cónclave de Sevilla. Él mismo había prestado respaldo a Carme Chacón.
Felicitación de Rubalcaba y reconocimiento a Sánchez AceraPrecisamente porque la lectura en clave federal era ineludible, el reelegido líder del PSM se refirió enseguida al secretario general del PSOE en sus primeras palabras ya como vencedor. Como gesto de distensión, subrayó que había tardado algo más de la cuenta en bajar al plenario del hotel Auditórium de Madrid porque le había llamado Rubalcaba para felicitarle por su resultado. Gómez también aludió a su rival, a la que agradeció su "trabajo" y "pasión" por el partido.
Gómez no ahormó un discurso dilatado como ganador. Fue breve, brevísimo, tres minutos. Además del reconocimiento a Sánchez Acera y a Rubalcaba, deseó un trabajo "duro" a los delegados, porque aún quedaba la defensa de las enmiendas y la definición del proyecto político. A él, mientras, le tocaba la configuración de la ejecutiva, encerrado en su despacho de candidato con su equipo más cercano.
El recuento, esta vez, fue mucho más corto que en el congreso federal de Sevilla. Pasaba media hora del cierre de las urnas y ya en los pasillos del hotel Auditórium circulaban con cada vez más fuerza los dos porcentajes, el de la victoria (59%) y el de la derrota (41%). Pero quizá fueron definitivas las caras largas de los colaboradores de Sánchez Acera cuando salieron de la oficina de la candidata y cuando aún no eran oficiales los resultados. El rumor pronto se hizo noticia. Las cámaras se apostaron frente a los ascensores para recoger, primero, la imagen de la derrotada. La aspirante agradeció los apoyos y reseñó que ya había dado la enhorabuena a su oponente. Después, turno del ganador, que fue jaleado con gritos de "¡Presidente, presidente!". Cuando Gómez bajó al plenario, la euforia ya era total.
Pasado el soufflé de la comunicación de los resultados, vinieron los análisis. Los partidarios de Sánchez Acera acusaron el golpe. La dimensión de la derrota fue mayor de la esperada. La achacaban parcialmente a las fugas de Blanco e Iglesias y, también, al poco tiempo con el que lanzaron la candidatura: 15 días exactos. Pero si se dilató tanto la presentación de Sánchez Acera fue precisamente para separar al máximo los procesos federal y regional y minimizar las críticas lanzadas por los tomasistas: que la suya era una plataforma lanzada por Rubalcaba. E influyó, alegaban, el control del aparato. Los afines a Gómez ponían por delante, en cambio, el cansancio de la militancia de las luchas internas y el carácter "integrador" del proyecto del secretario general, que ha ido "sumando a más y más gente" y que conecta con las bases del PSM. A ese corazón se dirigió Gómez en su discurso como candidato hoy por la mañana.
"Los delegados demuestran que seguimos empeñados en no ganar Madrid", observaban los críticos. Un sector que se reconocía tocado, pero no hundido. ¿Se desactivará, como pidió Gómez? "Todo depende de la ejecutiva que Tomás conforme y del trabajo que se haga a partir de ahora", reflexionaba uno de los miembros de la candidatura de Sánchez Acera. Subrayaban que, pese a la derrota, habían conseguido nuclear en torno a la aspirante a un 40% de descontentos con la gestión del líder del PSM, "y eso es una señal clara".
Los próximos a Gómez sacaban pecho del resultado y lo oponían a la estrecha victoria de Rubalcaba. Y no negaban que su reelección le confería más proyección en la arena nacional. "Alfredo debe concebir a Tomás como un aliado contra la derecha, por mucho que no haya feeling entre los dos", señalaba un miembro de su plataforma de apoyo. Lo que todos tenían claro era que este era el congreso "definitivo", para unos y otros. Para decidir consolidar el liderazgo de Gómez (lo que finalmente ocurrió) o para sacarle de escena.
La ejecutiva como tubo de ensayo de la integraciónLa única incógnita que queda ya por despejar en este congreso del PSM es la composición de la ejecutiva regional, la que en buena medida servirá de termómetro de la voluntad integradora del reelegido secretario general. Desde los próximos de Tomás Gómez se apostaba por una mezcla de "continuidad y renovación". Las quinielas daban por seguro el mantenimiento de Maru Menéndez, Antonio Miguel Carmona o Eusebio González en primera línea, al igual que Rosa Alcalá. Algunos dirigentes especulaban con la entrada de Óscar Iglesias en la ejecutiva, premio a su apoyo de última hora.
El círculo del secretario general subrayaba el derecho del ganador del congreso a formar "su equipo", sin dependencias de las antiguas familias y sin atender a las "cuotas de poder". Adelantaban que tendrá en cuenta la "pluralidad" política y territorial. En principio, no se contemplaba la incorporación de Sánchez Acera.
Otra de las claves de la nueva dirección será si sigue o no con ella Trinidad Rollán, secretaria de Organización saliente y condenada por un delito de prevaricación administrativa. El apoyo que Gómez le ha prestado en los últimos meses pese a esa condena ha suscitado amplias críticas en el sector que para este Congreso se nucleó en torno a Sánchez Acera.
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