Este artículo se publicó hace 13 años.
El taxista afirma que llevó a Delgado al lugar del crimen
Los peritos confirman que había sangre de la joven en un chaquetón
Ha declarado por primera vez casi tres años después de la desaparición de Marta del Castillo, pero su testimonio sobre lo que vio la noche del crimen ha sido tan preciso, claro y nítido como si hubiera ocurrido hace un par de días. Francisco José A., el taxista que se presentó el pasado 10 de noviembre en una comisaría de forma inesperada, ratificó ayer durante el juicio su testimonio desde la A a la Z: "Es que yo a este hombre lo he llevado, lo he llevado, lo he llevado", repitió. ¿Seguro? "Seguro no. Cien por cien seguro", insistió.
Con un relato rebosante de detalles, el taxista afirmó que trasladó a Francisco Javier Delgado, el hermano de Miguel Carcaño, el asesino confeso, desde una calle próxima al bar donde trabajaba hasta el piso de León XIII, donde sucedieron los hechos. Llevaba una bolsa con botellas de plástico llenas de líquidos, que se volcaron en una curva, le dejó una propina y apenas cruzó palabra con él.
Sin embargo, ninguno de los dos se perdieron de vista: "Cuando se cae la bolsa, él me estaba mirando por el retrovisor también", afirmó el taxista. Preguntado sobre por qué ha tardado tanto en declarar, este dijo que, al ver que Delgado estaba detenido, consideró que su testimonio no era importante. "Yo lo retenía, temía por él y por nosotros", añadió su mujer llorando, que también testificó ayer.
"Esto ya me estaba matando, me estaba sintiendo muy mal y quería desahogar el sentimiento que tenía", concluyó el taxista. Ambos declararon con mampara, lo que muestra poco afán de notoriedad.
Perfiles mezcladosSu testimonio desbarata por completo la coartada de Delgado y la de su novia, María García, cuyos perfiles genéticos han sido hallados en varias muestras, según los peritos: en una alargadera el de ambos; y en un rollo de cinta adhesiva y un esparadrapo el de ella junto al de Carcaño.
Fue encontrada también sangre de Marta en un chaquetón del asesino confeso. Su perfil genético y el de la joven estaban mezclados en la silla de ruedas, en una mesa de ordenador y en el tensiómetro. El ADN de Francisco Javier García, el Cuco, también fue detectado con el de Marta en el cuarto de Carcaño. De Samuel Benítez no hay rastro biológico.
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