Entrevista a Juan Echanove"No vamos a sufrir un desabastecimiento, pero sí una inflación en los precios de los alimentos"
Alejandro Tena
Madrid--Actualizado a
Juan Echanove, que comparte nombre y apellido con el famoso actor español, es uno de los grandes expertos en seguridad alimentaria. Actualmente, trabaja como director de Agua y Alimentos en la organización internacional CARE y analiza con preocupación las consecuencias que la guerra de Rusia y Ucrania puede tener en los mercados agrarios globales. "En un contexto que ya era muy difícil, con más de 20 países en situación de alerta por inseguridad alimentaria, de repente llega otro problema añadido muy grave", dice en una entrevista para Público en la que analiza cómo el peso agropecuario de los países involucrados en la guerra podría desencadenar problemas en el Sur global.
Se está hablando mucho de la crisis energética derivada del conflicto, pero, ¿qué implicaciones tiene este conflicto a nivel agroalimentario?
Tiene implicaciones muy grandes y muy serias por varias razones. Primero, porque tenemos que tener en cuenta que tanto Ucrania como Rusia son dos mega productores agropecuarios. Los dos países combinados producen más del 30% del trigo del mundo y su porcentaje de producción de maíz, cebada o centeno es alto. Todos estos productos son básicos en las dietas de un montón de países y, además, son importantes en países del mundo árabe y de África. Lo que vemos ahora es que la exportación de grano procedente de Ucrania está totalmente cerrada porque el conflicto tiene lugar en el Mar Negro y los puertos no permiten la entrada y llegada. Tenemos menos producción y menos suministro de trigo. Esto ya está llevando a una subida brutal de los precios. El mercado de trigo está a unos niveles que no veíamos desde hacía diez o quince años.
Además, todo está conectado con la crisis energética. Hay que tener en cuenta que cualquier subida del precio de la energía –del gas y del petróleo– tiene un impacto inmediato en los precios agrarios porque impacta, porque la producción hay que llevarla a fábrica, hay que transportarla a los mercados, etc.
Lo que empezamos a ver es una dificultad por parte de muchos agricultores en el mundo de tener acceso a los a los suministros y a insumos como los fertilizantes. Lo peor de todo esto es que ocurre en un contexto que ya era súper difícil, porque el mundo vive la situación de crisis de seguridad alimentaria más grande que se ha vivido en muchas décadas, debido a esta concurrencia de los efectos económicos de la crisis de la covid, las sequías provocadas por el cambio climático en el Sahel... En un contexto que ya era muy difícil, con más de 20 países en situación de alerta por inseguridad alimentaria, de repente llega otro problema añadido muy grave.
¿Se puede separar una una crisis de la otra; la crisis energética de la crisis de alimentos derivada de la guerra?
La verdad es que están muy relacionadas porque un porcentaje muy alto del coste de producción de los alimentos deriva de la factura energética. Hay que tener en cuenta que, con la creciente globalización, un porcentaje muy grande de los alimentos que consumimos vienen de mercados muy lejanos. Esto tiene un coste de transporte, sea marítimo o sea por carretera. Cuando suben los precios de la energía, el de los alimentos también lo hace. Pero en este caso es aún peor, ya que no es sólo la típica inflación en el coste de la cesta de la compra, sino que se ha reducido el suministro. Como comentaba antes, el mercado de trigo y cereales está afectado porque la guerra está sucediendo entre dos países que son de los mayores agroexportadores del mundo.
¿Hay posibilidad de que nos enfrentemos a una crisis de abastecimiento?
Recordarás que también se hablaba de la posibilidad de crisis de abastecimiento en Europa en los momentos iniciales de la covid, durante los confinamientos, y que al final no se produjo. Las economías de Europa tienen el músculo económico para terminar encontrando producción para comprar. El problema es que al final derivamos el problema a los países del sur en vías de desarrollo e impactamos en Asia, América Latina o África. Se vuelve más caro adquirir productos básicos alimentarios y los adquiere quien puede pagarlos.
Ucrania y Rusia no son los únicos productores de trigo. Representan el 30% de la producción, que es muchísimo, pero, por supuesto, hay muchos otros países que lo producen también. El problema entonces es quién va a poder pagarlo: Europa y EEUU. No veo un problema de abastecimiento, veo un problema de incremento de la inseguridad alimentaria y de aumento de la pobreza del Sur global.
Un incremento de la inseguridad alimentaria porque ya hay inseguridad alimentaria en el Sur global...
Exacto. Llueve sobre mojado. Estábamos en una época en la historia en la que por primera vez el porcentaje de población del mundo que sufría hambre se venía reduciendo gradualmente, pero a partir de la crisis generada por la pandemia incluso países de Centroamérica como Honduras o Guatemala, que tenían buenos resultados, se han visto con problemas. Se habla de una década pérdida.
Si eres un país en vías de desarrollo, tu economía va a depender de las remesas que envían los migrantes que están en el Norte global y esas remesas se redujeron en la pandemia. Depende del turismo, que también se ha visto reducido y que depende también de las inversiones directas de capital que se hacen. Cuando pasa todo esto y se reducen los presupuestos no queda mucho por hacer. Los países del Sur global ya habían sufrido de una manera tremebunda la crisis derivada de la pandemia.
El trigo es quizá de lo que más se está hablando, pero, ¿cómo está afectando la guerra al sector de los pesticidas y de los fertilizantes y por qué son tan importantes a nivel de seguridad agroalimentaria?
Es muy importante diferenciar fertilizantes y pesticidas. Los fertilizantes lo que hacen es que tus cosechas se vean mejoradas y produzcas más. Los pesticidas son también combinados químicos, pero destinados a evitar plagas en la producción. Globalmente, la mayor parte de la agricultura depende en gran medida de los fertilizantes. No hay muchos países que produzcan fertilizantes en grandes cantidades y Rusia es uno de los principales. Además, produce fertilizantes de menor coste que son los que compran los países con menos recursos. Estos productos salen, en su mayoría, por los puertos del Mar Negro y ahora el tráfico está muy limitado. Rusia, en teoría, puede seguir produciendo y exportando fertilizantes de alientos, pero a la hora de la verdad va a ser difícil hacer envíos y muchos países van a dejar de tener acceso a esos fertilizantes.
¿Parte de esta crisis tiene vínculos estrechos con las deficiencias del sistema capitalista y la financiazación de los alimentos?
Creo que hay una relación directa, la cual nos ha ayudado a ver más claramente la pandemia. Y es que las de las cadenas de valor largas están mucho más expuestas en el momento en que se produce un gran problema global. Esta es la gran dependencia en la que se han visto expuestas muchas economías de los países del sur respecto a las importaciones alimentarias procedentes del norte global.
Esto tiene que ver con ese con ese modelo de producción y también con esa transición que se ha producido en las dietas. Cada vez se come más basura, cada vez hay más gente en todo el mundo que come comida altamente procesada, con bajo nivel nutricional, y apenas hay producción local. Creo que es casi imposible que este modelo pueda seguir siendo sostenible desde el punto de vista de la equidad, del medio ambiente y de la igualdad. Ahora mismo producimos suficientes alimentos, pero hay muchísimo desperdicio. El problema no es de producción, el problema es pura y simple injusticia social.
Volviendo a la crisis de Ucrania y Rusia, parte de la guerra se está desencadenando en la costa del Mar de Azov y del Mar Negro. ¿Qué implicaciones tiene todo ello en el sector pesquero y cómo puede afectar a los mercados europeos y españoles?
Creo que eso no va a tener un gran impacto en Europa y en España por diferentes razones. No son grandes caladeros de los que dependa el resto de Europa y, por otro lado, la dieta del pescado es cada vez menos dependiente de los caladeros a mar abierto y más dependiente de las piscifactorías. Por eso creo que el impacto en la pesca va a ser más local, para las propias poblaciones de Ucrania y de Rusia que viven de ello y que tendrán un menor acceso al pescado.
¿Qué efectos pueden tener las sanciones que llegan desde la UE y desde EEUU en el sector agroalimentario? ¿Pueden ser lo suficiente potentes como para que se vuelvan en contra de Europa?
En general, las sanciones se van a volver en contra, porque estamos en una economía tan globalizada donde todo está muy relacionado. No es posible extirpar a uno de los actores de esa economía, que es Rusia, sin dejar heridas en el resto del sistema. Rusia es una potencia en el ámbito agroalimentario. Por el momento, las sanciones no afectan a ese sector. No es un embargo como el de EEUU a Cuba, y nada impide a Moscú seguir exportando alimentos, pero las sanciones financieras no permiten hacer transacciones, por lo que se hace más difícil.
Rusia es muy grande, hace frontera con muchos países, parte de sus relaciones son con China. No creo que esta relación se vaya a deteriorar y el impacto no va a ser global. Lo que me preocupa son los países del Sur global, los países de África y Oriente Medio. Por dar un ejemplo, en Líbano más del 50% del trigo procede de Ucrania; en Egipto ocurre lo mismo.
Otro tema del que hay que hablar también es de que Ucrania y Rusia son grandes portadores de maíz, que es fundamental para producir piensos para la industria cárnica y lechera. Al final todo está interconectado.
¿Cómo afectará esta escasez de maíz o trigo a España?
España no es una gran importadora de trigo ucraniano o de maíz ucraniano. Lo que ocurre, sin embargo, es que la agroindustria es global. Es decir, el precio del trigo no lo determina la producción de España, lo determina el mercado global, porque es un commodity y su valor sube independientemente de donde lo compres. Con lo cual, no vamos a tener desabastecimiento de esta materia, pero sí que podemos sufrir una inflación muy potente en los precios de los alimentos.
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