Este artículo se publicó hace 15 años.
Una sorpresa inesperada
Hace un año, el bastión para el cine de minorías Cahiers du cinéma (edición francesa) eligió Monstruoso (de Matt Reeves) como la mejor película del año en un acto que, de puro provocativo, carecía de provocación. En efecto, Monstruoso era un espectáculo de barraca de feria, capaz de convertir la butaca en cama elástica a golpe de susto.
District 9 y Monstruoso con su formato de falso documental heredero del género mondo setentero y su ritmo trepidante se parecen casi como dos gotas de agua. Hasta en la persona que mueve los hilos se asemejan. Si Monstruoso estaba producida por J. J. Abrams,District 9 lo está por Peter Jackson, un director de género excepcional hasta que se perdió en la Tierra Media.
Sin embargo, igual que nuestra atmósfera y la de Marte son casi parecidas, ese casi es fundamental. Y es que Monstruoso carecía de la profundidad de District 9, que es lo mismo que decir de su escala antropomorfa. Los alienígenas pueden ser en apariencia humanos (tipo Terminator) o inhumanos, (Alien, Jabba The Hut). Rara vez andan entre medias, pero si lo hacen, se pueden obtener maravillosos resultados (Enemigo mío), y ahí reside parte del acierto de District 9: los bípedos babeantes de Weta Workshop son más humanos que algunos de tus colegas de trabajo.
Su otro gran acierto tiene que ver con no eludir la realidad del mundo que le ha tocado vivir. Cuando la ciencia ficción es de calidad, lo que suele pasar bastante más a menudo que con el cine de autor, provoca en el espectador una reflexión más intensa, por eso tan judeo cristiano del valor de la parábola.
Las desventuras de los extraterrestres confinados en campos de concentración podría haberlas firmado Philip K. Dick, con la salvedad de que pasaron en realidad, en Suráfrica, hace nada (la acción se sitúa en 1982), cuando todavía regía esa cosa más marciana que un extraterrestre que se llamaba Apartheid. O un poco antes, en Alemania. Si me apuran, lo más terrible es que también pasa ahora, en Darfour, o cuando un ministro italiano decide acabar con la inmigración ilegal "a cañonazos".
No nos dejemos cegar por la pasión: la obviedad de dicha analogía es también lo que disminuye el valor de una cinta que, sin embargo, supone todo un reto alblockbuster tal y como se concibe. Nos decía Ridley Scott en Alien que "en el espacio, nadie escucha tus gritos"; District 9 demuestra que, en la Tierra, aunque grites, nadie te va a escuchar. Sin duda, una de las más agradables e inesperadas sorpresas del año. A ver si no nos la fastidian con la segunda parte.
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