Este artículo se publicó hace 17 años.
Somoza y "La llave del abismo" abren la puerta a las criaturas del futuro
"La llave del abismo", la historia futurista con la que el hispano-cubano José Carlos Somoza ha ganado recientemente el VI Premio de Novela Ciudad de Torrevieja (España), nos acerca a criaturas diseñadas y "pre-creadas", que quizá no se diferencien tanto de las biológicas.
Ciencia y religión se unen en un libro escrito por un "agnóstico convencido", una condición en la que, según reconoció el autor en declaraciones a Efe, "no se vive feliz y cómodo".
Somoza considera que en el siglo pasado hubo un optimismo desbordante científicamente hablando, "dando respuesta a todo", y que la religión sufrió todo ese empuje.
"En el siglo XXI a lo mejor hay una comunión entre ambas actitudes de la vida", reflexiona el autor.
Precisamente, en "La llave del abismo" la ciencia ha llegado a su límite máximo.
José Carlos Somoza (La Habana, 1959) describe una vida aparentemente más cómoda, pese a que "los seres humanos viven preocupados debido a un texto (una biblia) que les dice cómo es el mundo más allá de lo que la ciencia puede decirles".
Somoza, que estudió Psiquiatría porque le gustaba "conocer lo que hay dentro de las personas", se hizo escritor porque le gustaba "describir lo que creía que estaba dentro de las personas", razón que le llevó a incluir en su novela unos personajes que hacen pensar al lector.
En ellos queda reflejado el propio pensamiento del autor, quien distingue dos clases de seres humanos: "los que buscan la verdad y los que creen serla".
Así, mientras el joven Daniel es bueno y busca la verdad, "el personaje de La Verdad es muy peligroso".
Pero con todos ellos Somoza viene a decir que "los mecanismos biológicos por los que existimos no son tan importantes".
Cualquier ser va a necesitar "los mismos afectos de siempre, o perdurar a través de un hijo", afirma.
Además, "la androginia es fundamental" en la historia creada por la imaginación de Somoza, pues hombres y mujeres se parecen mucho en su novela y quizás también lo hagan en el futuro, aunque el autor advierte que "los novelistas no somos proféticos".
"Mi paisaje es con figuras, con seres humanos, que son mi admiración continua, constante, absoluta", reconoce el autor que con un año se trasladó con su familia a Madrid.
Si la máxima tecnología está representada por "El Gran Tren", que para el autor es "la súper-tecnología, lo mega-artificial", desde allí Daniel pasará a la selva y al fondo del mar, como "una búsqueda de la pura naturaleza, de la verdad".
La muerte -"un tema que me obsesiona mucho"- está muy presente en el libro.
La bella Bijou se llega a preguntar: "¿por qué debemos morir?", y el autor dice: "todavía no he escrito mi novela sobre la muerte".
Somoza no renuncia a escribir novelas de intriga, -"me encantan"- y cree que prácticamente todas las novelas, hasta las de amor, son de intriga, pues "el lector nunca sabe lo que va a pasar a vuelta de página".
Reconoce estar "deseoso de libertad absoluta", y de estar harto de estar "constreñido por realismos estúpidos".
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