Este artículo se publicó hace 13 años.
"Señor Bono, ¡viva España!"
Las puertas del Congreso de los Diputados se abren a los ciudadanos en la despedida de Bono como presidente de la Cámara.
Las puertas del Congreso de los Diputados se han abierto un año más para la visita de los ciudadanos, que han soportado el frío y largas colas para entrar, y los más madrugadores han podido saludar en persona a José Bono en esta ocasión especial para él, que se despide como presidente de la Cámara.
"Señor Bono, ¡Viva España! ¡Eso sí que le gusta!". Con este impetuoso saludo entraba la segunda visitante al Congreso, una mujer que ha esperado horas con la intención, según ha explicado, de ver a los políticos y de mostrarle a Bono su entusiasmo patriótico.
El presidente del Congreso se ha reído con ella, y también con otra señora que nada más entrar y estrecharle la mano le ha dicho que es "guapísimo al natural". "Pero no me voy a enamorar de usted, ¿eh?", le ha advertido seguidamente, mientras su amiga comentaba: "lo que le faltaba al hombre".
Pasados unos minutos de las diez de la mañana, José Bono ha abierto la Puerta de los Leones para recibir a los primeros ciudadanos, acompañado por las vicepresidentas Teresa Cunillera y Ana Pastor y por el diputado de IU Gaspar Llamazares.
Ha sido una breve recepción que protagonizaba claramente Bono porque casi todos se paraban a charlar con él, aunque también Llamazares ha acaparado la atención de muchos, mientras había quien preguntaba quiénes eran esas otras dos políticas que estaban con ellos.
A Bono le hace especial ilusión este día, por ser su última jornada de puertas abiertas como presidente, y está especialmente orgulloso de que quienes acudan hoy o mañana a la Cámara puedan ver el busto del último presidente de la República, Manuel Azaña, colocado el pasado lunes en el vestíbulo de la Reina, justo enfrente de Isabel II.
Pero lo cierto es que Azaña pasa bastante desapercibido, porque está en la primera estancia de todas, los ciudadanos se adentran acelerados para escapar del frío y pocos se paran a verlo.
Les llama más la atención la gran mesa que hay en el centro del Salón de Pasos Perdidos, o el reloj astronómico del siglo XIX que hay en uno de los dos escritorios.
Donde más se detienen es en el hemiciclo. Allí buscan los agujeros que dejaron los tiros de la Guardia Civil durante el intento del golpe de Estado de 1981, hacen fotos sin parar y se sientan en los escaños.
Eso sí, sólo pueden hacerlo en los rojos, y no pueden en los azules reservados para el Gobierno, y en cuyas pantallas se puede leer que los cargos del Ejecutivo, incluido el del presidente, están ahora en funciones.
En la primera planta, y tras ver los retratos de los presidentes que ha tenido la Cámara Baja, la visita continúa en la Sala Constitucional, donde muchos se han parado a contemplar otros retratos, los de los "padres" de la Carta Magna.
Cerca de allí están las oficinas donde se acreditan estos días los diputados de la X Legislatura, y muchos ciudadanos han podido ver a algunos de sus representantes, como a la popular Soraya Sáenz de Santamaría -a quien algunos contemplaban, aupándose incluso sobre macetas, mientras se hacía la obligada foto oficial-, o a los representantes del PNV, con Josu Erkoreka a la cabeza.
Y entre tanto jaleo se ha "colado" una familia: la nueva diputada del PP por Murcia Ascensión Carreño ha ido a acreditarse acompañada de su marido, sus hijos y su madre, que ha explicado a Efe que su hija quería que los niños vieran dónde va a trabajar su mamá.
La visita al Congreso se acababa por un último pasillo en el que está instalada una vitrina con una copia de la Constitución de 1812, "La Pepa", también muy fotografiada.
La contención del gasto se nota en la Cámara y por eso el único regalo de la visita ha sido un ejemplar de la Constitución, actualizada, eso sí, porque contiene la reciente reforma que incluye los principios de estabilidad presupuestaria.
Y mientras unos se iban, otros aguardaban aún para entrar.
A punto de llegar por fin al patio estaba Sandra, una chilena que lleva diez años en España, y a la que le da pena no haber podido votar porque aún no tiene la nacionalidad, aunque es un tanto escéptica sobre el trabajo de los diputados.
Quienes sí votaron el 20N han sido Nuria y Jara, dos jóvenes desempleadas que han esperado poco más de una hora para entrar.
A Nuria le habría hecho ilusión poder sentarse en el escaño de Bono y decir "ejque", y se ha sentido decepcionada al enterarse de que no hay acceso al escaño del presidente.
Mientras, Jara se ha propuesto sentarse en la zona de la oposición que, según explica a Efe, sigue siendo la suya, y es que está "bastante indignada".
Pasada la una de la tarde, Mariano, un anciano de 88 años, ha conseguido entrar, pero se ha tenido que sentar en el patio agotado tras la espera.
Mientras se reponía con un vasito de caldo -que ofrecían en la carpa de la entrada, junto con café y chocolate- confesaba su alegría por estar por fin en el Congreso, donde espera que su tocayo Rajoy, el futuro presidente del Gobierno, empiece a "arreglar el lío que tenemos".
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