Este artículo se publicó hace 15 años.
Seis años de cárcel por chantajear a la mujer más rica de Alemania
El 'gigoló' suizo Helg Sgarbi chantajeó a Susanne Klatten, la mujer más rica del país, heredera del imperio Quandt y mayor accionista de BMW
La audiencia de Múnich condenó este lunes a seis años de cárcel a Helg Sgarbi, el suizo de 44 años que sedujo y chantajeó a la multimillonaria alemana Susanne Klatten, la mujer más rica del país, heredera del imperio Quandt y mayor accionista de BMW.
La cámara muniquesa cerró con esta sentencia el juicio, abierto este mismo lunes con una amplia confesión del acusado.
El caso fue desvelado por la propia Klatten, de 46 años, casada y madre de tres hijos, que denunció a su ex amante harta de sus presiones y ante el hecho de que cada vez le exigía mayores cantidades de dinero.
Al comienzo de la sesión, el tribunal atendió a la petición de Sgarbi de no desvelar el nombre de las otras víctimas, con el fin de evitarles más daños personales.
Sgarbi se confesó culpable de los cargos imputados por la fiscalía, que pidió para él nueve años de cárcel.
Relación con una sectaSin embargo no dio más detalles sobre el paradero del dinero fruto de sus chantajes ni sobre sus presuntos cómplices, entre los que se supone al jefe de una secta radicada en Italia.
La había conocido en un hotel de lujo y su relación transcurrió entre balneariosEl caso del chantaje a Klatten salió a relucir a principios de año, tras la denuncia de la propia multimillonaria, que se convirtió así en pasto de la prensa sensacionalista alemana.
Klatten controla, junto con su hermano Stefan y su madre, Johanna, un 49% de las acciones del consorcio automotriz BMW y es heredera por ello de uno de los mayores patrimonios del país.
Sgarbi le exigió importantes sumas de dinero -cuyo pago satisfizo ella en un principio-, a cambio de su silencio y presionándola con escenas íntimas grabadas en vídeo, con el pretexto de que necesitaba el dinero para atender a un hijo suyo, víctima de un accidente.
El gigoló la había conocido, como al resto de sus víctimas, en un hotel de lujo y su relación transcurrió entre balnearios y otros establecimientos de primera categoría
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