Este artículo se publicó hace 16 años.
Ruiz-Gallardón, el díscolo del PP que siempre proclamó su lealtad al partido
Alberto Ruiz-Gallardón, alcalde de Madrid desde 2003, es uno de los políticos más carismáticos para el electorado y, pese a sus públicos desencuentros con la dirección del PP y a que es sin duda el más díscolo de sus dirigentes, siempre ha proclamado su lealtad al partido.
Ruiz-Gallardón es una de las caras más conocidas de la política, en la que lleva desde 1977, cuando, con tan sólo 18 años, ingresó en Alianza Popular, iniciando así una imparable carrera que le ha hecho ganar todas las elecciones a las que se ha presentado y conseguir que la ciudadanía le considere el líder más centrista y moderado de la derecha.
Su ambición política le ha granjeado, por contra, numerosos enemigos en su propio partido, con los que no ha dudado en enfrentarse y con los que ha mantenido una lucha de poder que ha perdido, públicamente, en dos ocasiones, y que puede llevarle ahora al abandono de la política.
"El que les habla ha sido derrotado". Con esta contundencia, Alberto Ruiz Gallardón confesaba hoy sus sentimientos tras la decisión del presidente del PP, Mariano Rajoy, de excluirle en las listas de su partido por Madrid a las elecciones generales.
De nuevo la presidenta de la Comunidad de Madrid sale vencedora en un pulso político que ha obligado al líder del PP a intervenir en distintas ocasiones para pacificar a ambos dirigentes, como cuando, con motivo de las críticas que contenía la biografía de Esperanza Aguirre, Rajoy exclamó aquello de "Joder, qué tropa".
La primera derrota tuvo lugar el 7 de octubre de 2004, con el frustrado intento de Ruiz-Gallardón de presentar la candidatura de Manuel Cobo a la presidencia del PP madrileño en el congreso regional del partido.
Una semana después, Cobo retiró su candidatura, rechazada por la mayoría de la Junta Directiva Regional del partido y que apoyó la lista de Aguirre para presidir el PP madrileño.
"Con lo bien que estabas calladito", le espetó entonces Aguirre a Gallardón, quien, pese a sus desavenencias con ella y a la falta de apoyos en su partido, ha sabido siempre que contaba con el cariño y el respaldo del electorado.
Es precisamente ese respaldo el que ha facilitado que no haya dudado en alzar la voz todas las veces que ha querido contra decisiones o actitudes de la dirección de su partido, como cuando, el 1 de octubre de 2004, protagonizó el discurso político que inauguró el XV Congreso Nacional del PP.
En el que era el primer Congreso Nacional de Mariano Rajoy, y el primero tras la derrota electoral del 14 de marzo, Ruiz-Gallardón se atrevió a hacer autocrítica al reconocer que, pese a los éxitos logrados durante los ocho años de Gobierno del PP, "algo hemos debido de hacer mal".
El de ayer es el último episodio de una batalla que el alcalde de Madrid inició en 2002, cuando no tuvo reparos en declararse aspirante a la Presidencia del Gobierno después de que José María Aznar anunciara que no sería candidato en las generales de 2004.
Pese a no ser elegido por su partido, no ha ocultado sus aspiraciones desde entonces, lo que le ha convertido en una de las chinas que apretaban el zapato de Rajoy.
Dotado de una gran memoria y de una férrea voluntad, además de una elocuente oratoria, se considera un "fraguista puro" y protagonizó su primer plante político a los 30 años, cuando en 1988 dimitió de sus cargos de vicepresidente y portavoz de AP por sus discrepancias con el entonces presidente, Antonio Hernández Mancha.
Siempre ha mantenido buenas relaciones con los socialistas, especialmente con su antecesor en la Presidencia de la Comunidad de Madrid, Joaquín Leguina, y con el ex ministro de Defensa José Bono.
Ese buen entendimiento se extendía también al Grupo Prisa y a su fundador, Jesús de Polanco, con quien nunca quiso romper sus excelentes relaciones pese al boicot que, en marzo de 2007, declaró el PP a los medios de comunicación de este grupo.
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