Este artículo se publicó hace 14 años.
Ramón de España, el "justo término" del pasado y "El millonario comunista"
Ácido observador de la realidad cotidiana, Ramón de España da rienda suelta a su proverbial bilis tragicómica en "El millonario comunista", una novela que invita a "poner el pasado en su justo término" y en la que atiza "a todos los que se lo merecen".
"La novela critica al izquierdista reconvertido en burgués que sigue ejerciendo como gran ideólogo, ese que se ha pasado por el forro todas sus ilusiones juveniles pero que sigue insistiendo en que ha traído la democracia y que es un progre del copón", explica a Efe el autor catalán.
El noveno texto ficticio de Ramón de España tiene como protagonista a Víctor Gálvez, un desgraciado productor cinematográfico de 58 años. "Es un pobre chico que sólo quiere que le quieran, que su mujer le vuelva a hacer caso, que sus hijas le dejen de ver como un zombi", detalla su creador.
Para obtener esa atención emocional, Víctor Gálvez no tiene mejor ocurrencia que producir una película sobre su pasado como revolucionario, una sucesión de acontecimientos esperpénticos acaecidos en los últimos días de la dictadura franquista.
"Esa obsesión por reescribir el pasado, en el que no tuvo un papel excesivamente brillante, le lleva a una conclusión catastrófica", señala Ramón de España, que en "El millonario comunista" (Duomo) sugiere un tratamiento distinto de la historia española sobrevenida a partir de la Guerra Civil.
"No debemos olvidar el pasado, pero sí colocarlo en su justo término; lo de la memoria histórica está muy bien mientras no se convierta en memoria histérica, que ya está bien de seguir tirándonos por encima el fiambre del abuelo setenta años después", censura.
El escritor afirma que "España es un país con problemas presentes y futuros, pero hay muy pocas ganas de fijarse en lo que ocurre a nuestro alrededor", una postura que "también se refleja en la literatura".
"Si dentro de cincuenta años alguien quiere saber cómo eran los Estados Unidos de los años ochenta, 'La hoguera de las vanidades' de Tom Wolfe le será muy útil, mientras que aquí sólo encontrará libros de cosas que ocurrieron hace setenta años", asevera.
Así, Ramón de España aboga por plasmar "un curioso fresco del aquí y el ahora" en su última novela, una incisiva mixtura de momentos dramáticos e hilarantes. "Con excepción de unos pocos, la vía de la tragicomedia no es la mejor para que los sesudos críticos te hagan un poco de caso", manifiesta.
En opinión del autor, "la gente hoy sólo quiere dramones y memeces para reír", obviando por completo un género, el de la ironía, que "cultivaron directores como Berlanga, Azcona, Ferreri y, en la actualidad, Alex de la Iglesia".
Lejos de considerarse "un autor difícil", Ramón de España considera que ha hecho "lo ideal" para que no le tomen "en serio": "meter la nariz en diferentes campos".
"He hecho de periodista, he escrito novelas, he dirigido una peli, hice guiones de comic y siempre fui igual", expone este creador multidisciplinar que sólo se ha considerado "incómodo" en "la prensa", debido a su "manía" de "decir lo que creía que tenía que decir".
Articulista en diferentes etapas de diarios como El País o La Vanguardia, además de publicaciones como la revista El Jueves, Ramón de España vaticina "un futuro muy negro" para la industria periodística.
"Es una prensa de partidos, muy mediatizada políticamente, en la que el opinador por libre ya no tiene sitio, en la que te piden que te sitúes y que ha caído en el desprestigio", enumera sin caer en la tentación de olvidar "la burricie social" española.
"Hace cincuenta años el borrico intentaba demostrar que no lo era, mientras que ahora la burricie se considera un cultura alternativa; el asno integral ya no tiene la menor vergüenza por serlo", sentencia.
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