Este artículo se publicó hace 15 años.
El primer volumen del epistolario de Miró reúne unas 500 cartas, muchas inéditas
Medio centenar de cartas y postales, en su mayoría inéditas, escritas entre 1911 y 1945 a amigos, colegas y familiares, como Pablo Picasso, Josep Dalmau, Sebastià Gasch, Dalí, Foix o Brossa se reúnen en el primer volumen de epistolario catalán de Joan Miró.
"Siempre me han dicho catalán y ya está. Mi nombre veréis que siempre en todo el mundo es Joan, a diferencia de otros pintores de Barcelona que están fuera", afirmaba el pintor a Francesc Trabal en una entrevista en 1928.
Esta actitud de fidelidad del artista hacia la lengua y la tierra está muy presente a lo largo de todo el "Epistolario catalán, Joan Miró (1911-1945)", el primer volumen de su correspondencia, publicado por Editorial Barcino y la Fundación Miró.
La correspondencia, escrita básicamente en catalán, permite seguir la trayectoria de Miró desde sus inicios, pasando por la marcha a París, las estrategias de los años 20, el esplendor de los 30, el exilio y el compromiso durante la guerra, la penuria cultural franquista y el deseo de reemprender con fuerza la actividad artística al acabar la Segunda Guerra Mundial.
La directora de la Fundación, Rosa Maria Malet, ha advertido de que en este primer volumen hay más de 300 cartas nunca publicadas, en las que se ve a "un personaje que tenía muy claro lo que quería, que sabía cómo luchar para conseguirlo, que luchaba y que llegaba a donde deseaba".
En sus líneas manuscritas se puede contemplar al "Miró más íntimo, dedicado en cuerpo y alma a su obra, pero en absoluto ajeno al mundo que le rodea", matiza Malet, quien anota que el artista barcelonés "se avanzaba a muchas cosas que después nos parecen normales y a las que por eso ya no les damos importancia"
La edición del "Epistolario" hoy presentada ha respetado "escrupulosamente" la ortografía y la puntuación de los documentos originales para "preservar al máximo la esencia del artista", ha comentado la editora y conservadora de la Fundación, Teresa Montaner.
Conocido por sus proverbiales silencios, Miró publicó pocos escritos, pero pronto fue consciente del valor de las cartas que enviaba, como demuestra que aconsejó a su amigo el arquitecto Josep Francesc Ràfols en 1931 desde París "guardar estas cartas mías".
El coordinador de Barcino, Joan Santanach, ha dicho que el libro "nos presenta una vertiente nueva de Miró, que era poco conocido como escritor, que verbaliza sus anhelos, preocupaciones, compromisos con el país, con los valores democráticos, con la República, con el catalanismo, un Miró que escribe muy bien".
A diferencia de otros epistolarios, se han reproducido las imágenes de las obras a las que Miró se refiere en sus escritos, así como el anverso de las tarjetas postales enviadas por Miró, que configuran un imaginario visual de la sociedad del período, como un indicador de las preferencias o de la intencionalidad del artista.
La obra completa de la correspondencia catalana de Miró se cerrará con un segundo volumen y en total los dos tomos contendrán más de mil cartas dirigidas a más de cien destinatarios, que se convierten en protagonistas indirectos del libro.
En el segundo volumen, anuncia Malet, habrá muchas de la correspondencia inédita que para la Fundación nos parece más cercana, con cartas a Joan Prats, que estuvo en el inicio de la Fundación; a Joaquim Gomis, nuestro primer presidente; y al ceramista Artigas, su colaborador más estrecho cuando comenzó con la cerámica".
La digitalización de las más de 13.000 obras, entre pinturas, esculturas y dibujos, deberá permitir, ha añadido Malet, profundizar en el estudio de la obra de Miró.
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