La predicción de lluvia, que tienen todos los equipos para la carrera del domingo del Gran Premio de Mónaco puede alterar todos los pronósticos y deparar un vencedor inesperado, como Fernando Alonso (Renault), como ha ocurrido en ocasiones anteriores que la prueba se ha disputado con la pista mojada.
La unanimidad de los pronósticos de lluvia cambiará sin duda alguna la forma de afrontar la sesión de clasificación de mañana, en la que también puede llover, y sobre todo la táctica para la carrera del domingo, que podía ser a una sola parada para de esa forma poder parar en cualquier momento, una vez que se tenga la seguridad de llegar a meta y ponerse al abrigo de una posible intervención del coche de seguridad.
Si lloviera ya desde mañana, sábado, por la mañana, algo que puede ocurrir, eso facilitaría mucho las cosas a los equipos, que dispondrían de una hora para adaptar los coches a la condición de la pista, que exige, entre otras cosas una mayor altura al suelo, luego, el resto lo tendrían que poner los pilotos.
Aunque Fernando Alonso manifestó el pasado miércoles que prefería que la carrera se corriera en pista seca, con la lluvia dispondría de un factor que podría ser determinante para conseguir su primera, y quizás la última, victoria de la temporada y agrandar su leyenda con tres triunfos consecutivos en Monte Carlo, algo que solo han conseguido el brasileño Ayrton Senna (1989 a 1993), cinco seguidos; el francés Alain Prost (1984 a 1986) y el británico Graham Hill (1963 a 1965).
El año pasado la lluvia estuvo presente en la sesión de entrenamientos libres de la mañana del sábado, pero para la sesión de clasificación la pista ya se había secado.
La lluvia en la carrera y la sorpresa han ido siempre íntimamente ligadas en el Gran Premio de Mónaco. El último que se disputó con lluvia fue el 11 de mayo de 1997, en el que el alemán Michael Schumacher dio un recital y terminó con una sequía de triunfos en el Principado de Ferrari que duraba 16 años, desde la legendaria del canadiense Gilles Villeneuve.
En 1997 se asistió también a una de las escenas mas esperpénticas que se han presenciado en la historia de la Fórmula Uno. Caía el diluvio y los coches estaban colocados en la formación de salida, todos con neumáticos de lluvia extrema y dos con los de seco, que entonces eran lisos.
El alemán Heinz Harald Frentzen, que había conseguido el primer puesto, y su compañero de equipo, el canadiense Jacques Villenueve, permanecían con las ruedas de seco, a pesar de la abundante agua acumulada en la pista por la lluvia que no cesaba de caer y con el cielo completamente cubierto por negros nubarrones, solo porque su equipo, Williams, que este fin de semana celebra su participación en 600 Grandes Premios, tenía un pronóstico que indicaba que la lluvia cesaría de caer a la hora de darse la salida.
Los dos Williams quedaron relegados a la última posición tras la primera vuelta, tuvieron que parar a cambiar neumáticos y Michael Schumacher lograba hacer vencer a Ferrari después de 16 años.
El año anterior, 1996, el francés Olivier Panis iba a conseguir su única victoria en un Gran Premio al imponerse en el Principado al volante de un Ligier-Honda, cuando se cumplía el límite de dos horas de carrera, en un carrera en la que se vio favorecido por los numeros abandonos, entre ellos el de Michael Schumacher que se salió en la curva del Portier golpeando las protecciones.
El duelo Senna-Prost de 1984, concluido cuando el director de carrera Jackie Ickx dio por terminada la carrera en la vuelta 31 de las 78 previstas, cuando el brasileño, en su quinto Gran Premio adelantaba a Prost, es otra de las legendarias carreras disputadas en el Principado y Senna siempre consideró que le habían robado el triunfo en aquella carrera, porque cuando se detuvo definitivamente llovía con menos intensidad que al principio.
Dos años antes Riccardo Patrese (Brabham-Ford) lograba el triunfo después de que cambiara el liderato en cuatro ocasiones en las dos últimas vueltas. Primero Prost (Renault) se estrellaba en la bajada del puerto, luego Patrese daba un trompo y se quedaba atravesado en la curva del Hotel Loew's, el francés Didier Pironi (Ferrari) se quedaba sin gasolina al entrar en el túnel, al italiano Andrea de Cesaris (Alfa Romeo) le ocurría lo mismo, pero en la bajada Mirabeau.
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