Este artículo se publicó hace 13 años.
Portman, un portentoso cisne en medio del caos de Aronofsky
Natalie Portman se dio a conocer cuando era una niña y ha crecido en las pantallas de todo el mundo hasta convertirse en la gran actriz que despliega todas sus armas en "Cisne negro", una película donde brilla con luz propia en medio del calculado caos puesto en pie por Darren Aronofsky.
Portman es sin duda lo mejor de una película que oscila entre los extremos narrativos y visuales y que se caracteriza por una irregularidad que oculta sus virtudes.
Basándose en la dualidad del ballet "El lago de los cisnes", de Tchaikovsky, Aronofsky construye una historia en la que la primera bailarina de esa pieza, Nina (Portman) vive en carne propia los cambios de su personaje.
Eso permite contemplar la evolución de una joven frágil y perfeccionista, introvertida, temerosa y dominada por una madre posesiva, que debe ser capaz de mostrar las dos caras opuestas de un mismo personaje, el cisne blanco y el cisne negro.
La ductilidad de Portman le permite adaptarse a los cambios que exige un guión que juega continuamente con los opuestos tanto físicos como metafóricos y que le lleva de la niñez a la esquizofrenia sin pasos intermedios.
Al dulce personaje de Nina se contrapone el de Thomas, el coreógrafo jefe de la Ópera de Nueva York, un divo francés, exigente y obsesionado con las bailarinas al que interpreta Vincent Cassel.
Y también el de la explosiva Lily, una nueva bailarina que seduce a todo el mundo en la misma medida en que Nina se ve incapaz de dejarse llevar en el baile o en la vida.
Un juego de luchas y contraposiciones que Aronofsky exagera aún más con un estilo narrativo brusco que lleva al límite una historia que recae enteramente sobre los delicados hombros de Portman, que realiza una labor magnífica que le ha valido la mayoría de los premios de la temporada.
Deslumbró en septiembre en el Festival de Venecia -donde nadie entendió que no ganara- y lo ha seguido haciendo desde entonces para situarse como favorita para el Óscar, que se entrega el día 27.
La cuestión está en si "Cisne negro" hubiera tenido la repercusión que ha tenido sin una interpretación como la de Portman, algo muy dudoso para una película complicada y retorcida, un buen ejemplo del cine que le gusta a Darren Aronofsky, responsable de películas como "El luchador" (2008) o "Réquiem por un sueño" (2000).
"Cisne negro", que llega mañana a los cines españoles, es una nueva vuelta de tuerca en una trayectoria cinematográfica que no ha hecho sino aumentar la extrema visión del cine de un realizador que algunos consideran un genio y otros un impostor.
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