Este artículo se publicó hace 15 años.
Los olvidos y los recuerdos de Juan Carlos Rulfo
El director de 'En el Hoyo' presenta en 'Los que se van', un retrato de un México roto
Cuando realizó su primer largo documental Del olvido al no me acuerdo (1999) hubo quien le echó en cara que no apareciera ni una sola imagen de su padre, Juan Rulfo. "Pero ésta no es una película sobre tu padre", le decían desconcertados, después de saber que el filme había surgido de un viaje al territorio de Jalisco en el que creció y sobre el que escribió el autor de Pedro Páramo.
Pero Juan Carlos Rulfo (Ciudad de México, 1964) es un buscador de pretextos, desde los que crecen, impredecibles, sus historias. "Del olvido al no me acuerdo no era un relato de la vida de mi padre, aunque él esté en la raíz de la película, lo importante son esos personajes que me encuentro en la búsqueda", explicaba ayer el director del premiado documental En el hoyo (2006). Al tiempo, desvelaba que está preparando una segunda parte de su primer documental, bajo un nuevo pretexto: los viajes que hizo Juan Rulfo por México cuando era vendedor de llantas.
De igual manera, la película que ha venido a presentar al festival Documenta Madrid, Los que se quedan, tiene a la emigración mexicana hacia Estados Unidos como excusa, aunque lo que haga Rulfo sea volcarse en dos de las fascinaciones que comparte con su padre: la memoria, que se teje a fuerza de recuerdos y olvidos, y la oralidad mexicana.
"Quería contar lo que se siente cuando te falta algo o alguien", cuenta. Para ello, se mete en la cotidianeidad de ocho familias mexicanas que tienen a algún familiar al otro lado del Río Grande. Rulfo cuenta la emigración desde las ausencias.
"En México casi todo el mundo tiene a alguien que está en Estados Unidos, pero a mí me interesaba hacer hincapié en lo que podemos sentir todos: cuando a medida que creces, hay cosas que vas dejando o que te van dejando", dice.
Un país rotoDe cualquier forma, Los que se quedan acaba siendo el mapa de un país roto: "Veo a México como un país que está triste, al que le falta algo. Un lugar que se estaba levantando de una cachetada y está esperando a ver por dónde le cae la otra, que será la gripe porcina, supongo".
Pero, más allá de las reflexiones nacionales, Juan Carlos reconoce en su trabajo la huella de su padre, Juan. "Últimamente he estado tomando conciencia de su herencia y es esa capacidad de escuchar, de tomarse el tiempo para estar con la gente", reflexiona. "Mi padre tiene el lenguaje, el tiempo y el espacio. Y el tipo de personajes. A veces pienso que, si pudiera trabajar con alguien que no esté vivo, lo haría con él, no hubiéramos tenido que hablar, sino estar callados y ver y escuchar".
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