Entrevista a María Neira"Nuestra mejor defensa contra virus o bacterias es apoyarnos en nuestros ecosistemas"
Alejandro Tena / Beatriz Asuar Gallego
Madrid-
La directora del Departamento de Salud Pública y Medio Ambiente de la Organización Mundial de la Salud (OMS), María Neira, analiza cómo avanza la pandemia en el mundo, su relación con el cambio climático y la campaña de vacunación. Advierte de la mala relación del ser humano con el medio ambiente y de los peligros que esto conlleva. Trabajar esto es para la médica "una cuestión de protección de salud humana".
Ha pasado un año de pandemia. ¿Cómo se vivió desde la OMS la declaración de emergencia sanitaria internacional?
Ha sido un año volcánico a nivel humano, personal y profesional. Desde la OMS se vivió con cierta serenidad porque no era la primera vez que se declaraba una emergencia de salud publica a nivel internacional, aunque pronto vimos la magnitud que iba a tener. Cada día se veía más que iba a trascender de lo puramente sanitario. Creo que nadie nunca imaginó que las consecuencias socioeconómicas iban a ser tan importantes como ahora. Por lo sanitario, pero también por la percepción de riesgo y por lo que supuso la paralización de la economía y de la sociedad. Creo que la palabra excepcional fue la más repetida en todos los momentos y en todos los sentidos.
La semana pasada la OMS confirmó que la covid-19 es de origen animal, ¿qué papel ha jugado el ser humano en la aparición de esta zoonosis?
Es muy probable que sea de origen animal, no diría al cien por cien, pero es la teoría que más importancia tiene ahora. Si vamos a las anteriores epidemias, vemos que la mayoría han sido de origen zoonótico, que es ese salto de la barrera animal al ser humano. El otro día estuve revisando un informe de hace veinte años sobre enfermedades emergentes y se hablaba ya de la probabilidad de que hubiera un salto de una especie animal a una especie humana y de cómo la globalización puede hacer que un virus recorra el mundo en 24 horas. Sabemos donde estamos ahora, pero hay que saber por qué hemos llegado aquí. Y una de las razones es esa mala relación que tenemos con el medio ambiente. Todo lo que tocamos lo contaminamos.
Por ejemplo, ¿usamos plástico? Lo usamos en toneladas, miles de millones de toneladas que acaban en el océano y por consecuencia vuelven a nosotros, porque van a parar a los animales que nos comemos y terminan en nuestro organismo. Ni siquiera nos damos cuenta de que ese círculo termina en nosotros. Industrializamos todo de tal manera que contaminamos el aire y la contaminación acaba en nuestros pulmones. Tenemos que ser conscientes de qué es lo que estamos poniendo en el medio ambiente y cómo nos lo va a devolver. Es una cuestión de autoprotección; empezar a trabajar mejor esa relación que tenemos con el medio ambiente ya se volvió una cuestión de protección de salud humana muy importante.
La revista 'Science of the Total Environment' ha publicado una investigación que vinculaba la subida de temperaturas del planeta provocada por la crisis climática con la aparición de epidemias, ¿vamos a estar más expuestos a nuevos virus en los próximos años?
Yo diría que en el futuro y en el presente. Ese es uno de los errores que hemos cometido en la narrativa del cambio climático, ya que siempre hemos hablado de otras generaciones y de cómo podría impactar en el futuro. Creo que eso, de alguna manera, ha hecho que la percepción de riesgo sea un poco más relajada. No es en el futuro, es en el presente. En algunos lugares de Asia sabemos que la probabilidad de tener dengue ha aumentado un 35% porque, con el calentamiento global, el mosquito que transmite el virus está feliz y encuentra mejores condiciones para reproducirse.
El hecho de que el calentamiento global provoque grandes sequías o inundaciones no va en favor de nuestras condiciones de vida. Cuando tienes una sequía prolongada no sólo te va a afectar a la producción de alimentos, sino que va a generar un estrés ambiental que hace que la barrera de protección de la salud animal se rompa y estemos más desprotegidos y vulnerables. Ahora, con la recuperación de la covid, todos tenemos que ser muy conscientes de cómo construimos murallas que nos protejan. Esas murallas tienen que ser verdes. Nuestra mejor defensa, y nuestra mejor reducción de esa vulnerabilidad contra virus o bacterias, es llevarnos bien con el medio ambiente, apoyarnos en nuestros ecosistemas y usarlos a nuestro favor.
Hablaba de Asia, pero en España ya vemos las consecuencias. Este verano hubo un brote de virus del nilo, ¿debemos estar preocupados?
En Europa también se ve como el calentamiento global puede generar la reaparición de ciertas enfermedades transmisibles por vectores. Los sistemas sanitarios que tenemos nosotros van a hacer que esos vectores de contagio no encuentren las mismas facilidades que en países más empobrecidos con sistemas sanitarios más débiles. Probablemente no vaya a haber una gran epidemia, pero también hay que ver cómo va a afectar el calentamiento global a la costa o a la producción de alimentos… España es un país mediterráneo que ya está viendo cuales son esas consecuencias.
La palabra "preocupar" voy a intentar retirarla de mi vocabulario porque estamos al límite de alertas. Precisamente porque no queremos estar preocupados hay que ser más inteligentes en la forma en la que nos relacionamos con el medioambiente. Cuanto más contaminemos, más contaminación va a terminar en nuestros pulmones. Entonces, invirtamos en energías limpias que, además de evitar daño a la salud, van a generar empleo y nos van a dar un mejor resultado a corto, medio y largo plazo. La pregunta es por qué no estamos yendo más deprisa en el acceso a energías renovables. Sabemos que si seguimos usando combustibles fósiles dañaremos nuestra salud y, además de eso, aumentaremos el gasto sanitario y destruiremos el empleo. Es una cuestión de sentido común, no hace falta ser economistas ni expertos en salud pública de altísimo nivel.
La universidad de Harvard publicó la semana pasada una investigación que afirmaba que una de cada cinco muertes en el mundo se deben a la contaminación atmosférica provocada por la quema de combustibles fósiles, ¿hemos normalizado esas muertes?
Me hago esa pregunta todas las mañanas y todas las noches. La OMS estima que son 7 millones de muertes prematuras al año debido a la contaminación. Harvard, usando otra metodología que incluye a un grupo de edad más amplio, habla de 8,7 millones de muertes. No pasa un día sin que tengamos una evidencia aplastante de cómo la contaminación del aire nos afecta. Nos afecta a los pulmones, pero también a nuestro sistema cardiovascular. Esas partículas PM 2,5 son increíbles por cómo entran en nuestro organismo y van donde quieren. Pasan a los pulmones y de ahí pasa a la circulación sanguínea, causando en nuestro cerebro enfermedades degenerativas, enfermedades de comportamiento, ictus. También afecta a nuestro sistema cognitivo; nos estamos volviendo más tontos… Igual por eso no nos lo llegamos a tomar tan en serio.
Hemos visto en España cómo la Justicia suspendía Madrid Central, ¿qué opinión tiene de ello?
Estas cuestiones de contaminación del aire, sobrepasan los ámbitos sanitarios. El sistema sanitario puede alertar, puede dar recomendaciones, puede estimar de cuántos muertos se pueden evitar o cuántas vidas se puede salvar. Pero las soluciones las toman sectores que están en manos de políticos, alcaldes o representantes de la sociedad. Esos alcaldes deben comprender que tienen un problema importante con la contaminación del aire y que lo deben resolver, porque está causando un gran daño a la población a nivel de salud, a nivel de drenaje de recursos sanitarios y a nivel de desarrollo. Hay una oportunidad muy buena para tomar decisiones para combatir la contaminación del aire. Esas decisiones les van a dar muchos votos. Esa sería la idea, que pongan en marcha un programa contra la contaminación del aire y los ciudadanos les votarán. Eso es política de la buena. Quien impulse un sistema muy atractivo de ciudad, con una buena planificación urbana, yendo más allá del centro de Madrid, atendiendo a cuáles son las fuentes de contaminación y cuáles son las soluciones, saldrá ganando. Son medias muy holísticas, muy pensadas desde muchos sectores y con una ambición importante. Espero que Madrid tenga un plan ambicioso para luchar contra la contaminación del aire.
Estamos viendo cómo la contaminación vuelve a las ciudades y cómo el coche gana espacio a costa del autobús o el metro. ¿El virus ha estigmatizado al transporte público por el temor al contagio?
Lo que íbamos ganando en la concienciación de la importancia de usar el transporte público y evitar el transporte individual se está perdiendo. Pero también es cierto que cada vez hay más gente que camina, que usa bicicleta o patinete eléctrico. Al final, lo importante es la movilidad; que las ciudades ofrezcan un sistema de movilidad con medidas de seguridad, con una buena frecuencia que evite las aglomeraciones y un sistema de ventilación adecuado. Hay que responder a esas necesidades porque hay mucha gente que tiene que ir a trabajar todos los días y que muchas veces suelen ser las personas que menos medios materiales tienen. Hay que seguir creyendo en el transporte público sostenible. De hecho, sí creo que se han hecho esfuerzos y la transmisión en el transporte público, gracias al poco tiempo que se pasa dentro y a esa ventilación, se ha manejado de una manera importante.
Volviendo al tema de la pandemia, la ganadería intensiva ha sido determinante para la aparición de las últimas epidemias como la gripe aviar o porcina, sin embargo, este modelo sigue creciendo, ¿deberíamos ponerle freno?
Es el concepto de una sola salud: salud humana, salud animal y salud ambiental. No podemos seguir con una ganadería intensiva con una cría de animales con uso abusivo de antibióticos porque estamos generando ese problema de resistencia microbiana a los antibióticos. Todo esto requiere de una política muy holística. Nosotros publicamos en mayo de 2020 un manifiesto sobre la recuperación poscovid y lo llamamos Recomendaciones para una recuperación de la COVID-19 saludable y respetuosa con el medio ambiente. Una de las prescripciones es la producción de alimentos sostenibles desde el principio hasta el final, porque un tercio de los alimentos se tiran a la basura y eso es una incoherencia; usamos una agricultura intensiva basada en fertilizantes y luego un tercio de los productos se tiran… Es un sistema perverso que habrá que revisar entero y de forma positiva porque nos traerá beneficios.
Hay países que ya avanzan en la vacunación mientras que otros aún no tienen acceso a vacunas. ¿Es una vacunación a dos velocidades en la que el ritmo lo marca la renta del país?
Lo primero es que los países ricos tienen que acelerar el ritmo. Pero sí es cierto que vamos a dos velocidades muy distintas; una casi a nivel de arranque, en primera, y otros intentando llegar a la quinta. Esto traduce una vez más las desigualdades del mundo en el que vivimos. Ante una situación como esta hay que ser muy estratégicos. Hay varios argumentos por los que un país rico tendría que ayudar a otros. Están las razones humanas, epidemiológica y económicas. Es decir, hay una razón de solidaridad, pero otras más egoístas: si no hay vacunaciones en países menos desarrollados, tampoco habrá mercado y el incendio se va a mantener. Si queremos recuperación socioeconómica tenemos que salir todos de esta.
Por esto COVAX es un instrumento que estamos poniendo en marcha pero es enorme y está requiriendo un esfuerzo enorme de mucha gente que trabaja con nosotros. Con esta herramienta se intenta planificar mejor la vacunación y contar con la solidaridad de los países para vacunar en otros. Pero va a haber que hacer esfuerzos respecto a la producción de vacunas, diversificarla y poner en marcha otros mecanismos.
Parece que COVAX no va a ser suficiente, ¿qué le parece la propuesta de India y Sudáfrica para la supresión de patentes en la Organización Mundial del Comercio?
Hay que multiplicar la producción. Asegurarse de que de las inversiones que se hicieron en el desarrollo de las vacunas desde el sector publico, ahora se puedan beneficiarse el mayor numero posibles de personas y de países. Hay muchas formas: licencias voluntarias, multiplicación de producción o transferir la tecnología. Tal vez no es tan sencillo como la liberación de patentes porque hay dificultades técnicas, pero todo eso se puede resolver de la misma manera en la que se resolvió el desarrollar las vacunas tan rápido. Y vamos a empujar mucho en ese sentido.
Yo tuve la suerte de participar, cuando era muy joven, en una negociación sobre los antirretrovirales. Las grandes compañías farmacéuticas habían llevado a los tribunales a India y a Sudáfrica. Los denunciaban porque estaban haciendo genéricos y por ruptura de las patentes. Se negoció mucho y los precios acabaron reduciéndose de forma importantísima. Yo estuve en esa negociación y todo parecía imposible. Las compañías farmacéuticas no querían renunciar a retirar ese juicio que habían puesto y al final lo retiraron con la presión popular. Se negociaron precios y hubo muchas ganancias lo que demuestra que todo se puede explorar poco a poco. Aunque hay que hacerlo rápido, no puede ser lento.
¿Cree que el 70% de la población europea podrá estar vacunado en torno al verano? ¿Cuándo podríamos llegar al 70% de vacunados de la población mundial?
No es que se pueda, es que hay que hacerlo. No se puede pensar en otro escenario. Hay que llegar a esa inmunización. Quizás no haga falta que el 70% esté vacunado porque hay muchas personas que ya se infectaron y hay una proporción de habitantes, los niños, que tampoco entran en las vacunaciones ahora. Pero por supuesto que se puede vacunar a ese número de personas con una campaña adecuada. Yo he participado en campañas de vacunación de África, donde la logística no es que sea precisamente maravillosa, y hemos vacunado a millones de personas. En España se vacuna a millones de personas en un mes en la campaña de la gripe. Se puede vacunar rapidísimo si las vacunas están disponibles y cada vez van a estar mas disponibles por esa multiplicación de esfuerzos sobre la producción, la transferencia tecnológica o el número de vacunas que están entrando en el mercado… Se va a conseguir por lo que no es una hipótesis. Hay que hacerlo.
¿Cuándo se logrará en el mundo? Es una cuestión mucho más difícil a la que no me atrevo a responder. Creo que con la llegada de nuevas vacunas más asequibles, menos costosas y con menos dificultad logística se va a facilitar pero no será una tarea fácil y no será para este verano. Creo que el hecho de que los países más ricos estén enfocados en esta campaña vacunación masiva también va a hacer que estén más atentos a permitir que otros países puedan avanzar. Hay que mantener el interés y entender que el problema y la solución es global.
¿Qué es lo que más le preocupa a la OMS sobre las nuevas variantes?
Más que preocupados estamos trabajando mucho en ello. Hay un trabajo muy grande sobre las variantes. Los mejores del mundo están trabajando en esto y siguiendo la secuencia genética. Es otro bloque de conocimiento.
Los virus mutan, se adaptan, cambian. Esto era de esperar. La pregunta clave es si esto va a afectar a las vacunas que tenemos y por lo que sabemos hasta ahora, aunque la información es cambiante, las vacunas van a responder a las nuevas variantes. Quizás dentro de un año la vacuna tiene que adaptarse como la de la gripe pero con la ciencia y la tecnología de estos momentos lo podemos afrontar. Lo que está causando más problemas en África, por ejemplo, es que la variante es más rápida sobre la transmisión y más difícil de controlar. De ahí el problema en África del Sur porque esa rapidez puede crear un problema de salud aún más importante.
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