Este artículo se publicó hace 17 años.
Una muestra evidencia que los desaparecidos en Argentina no se esfumaron en la nada
Hace treinta años alguien les fotografió junto a quienes les querían. Eran mujeres, hombres y niños que desaparecieron "chupados" por la dictadura militar argentina y ahora los supervivientes se han vuelto a retratar en el mismo sitio para dar testimonio con su presencia de esas ausencias irreparables.
Son catorce casos, "una muestra del universo de las más de 30.000 muertes que provocó la dictadura", que el fotógrafo argentino Gustavo Germano (Entre Ríos, 1964) ha capturado para la exposición "Ausencias", que hoy se inaugura en Casa de América de Madrid, donde se podrá visitar hasta el 31 de enero.
En catorce fotografías antiguas, procedentes de álbumes familiares, enfrentadas a sus "réplicas" contemporáneas, ampliadas a gran tamaño (1,20 por 3 metros ó 0,80 por 2,40 metros sumadas ambas), Germano ha recogido algunas de las tragedias más terribles que causó el plan sistemático de represión ilegal y desaparición forzada instaurado por la dictadura de 1976 a 1983.
En cada una de las fotografías antiguas hay una o varias personas desaparecidas y en las modernas se puede ver al superviviente en el mismo sitio en el que fue tomada, "dejando el espacio a la persona ausente", ha explicado a Efe Germano, instalado en Barcelona desde hace años.
Las personas fotografiadas ahora "están marcando con su presencia la ausencia de la persona querida" y entre los 14 casos con los que Germano ha querido significar la magnitud de la tragedia está el de su hermano, Eduardo Raúl.
"Hicimos un viaje a Uruguay y mi padre para ahorrarse una fotografía de cada uno para pasar la frontera nos hizo una a los cuatro juntos, una de las pocas que tenemos. Mi hermano cumpliría el 26 de febrero 50 años".
Es verdad, reconoce, que "el caso de uno" se tiene siempre "como el más tremendo", pero al irse acercando a otros los ha visto "mucho más trágicos", subraya el fotógrafo.
Entre ellos cita el de la familia Amestoy, compuesta por el padre, la madre y dos niños, de 5 y 3 años, protagonistas de lo que se conoce como la masacre de la calle Juan B.Justo.
Otro que le parece especialmente espeluznante es el de Laura Méndez, una bebé de once meses que fue secuestrada junto a su padre.
A él le enviaron a la Escuela Mecánica de la Armada, de donde ya no salió, y a ella a un orfanato. Allí la encontró su madre y se la llevó de la ciudad pero dos años después las localizaron y las secuestraron. Solo ella sobrevive.
El de las fotografías fue "todo un proceso de selección y estudio", asesorado y desarrollado por los organismos de derechos humanos de la provincia de Entre Ríos y otros estatales.
Junto a los activistas en lucha por la memoria de las víctimas, Germano estableció los contactos con los protagonistas vivos de las imágenes y estudió distintas opciones para que la exposición reflejara el universo de todas las víctimas.
Germano es freelance y aunque trabaja, fundamentalmente, en foto periodismo, siempre ha estado vinculado a la denuncia de las desapariciones que provocó la dictadura.
"Es un tema recurrente que uno siempre lleva consigo. Siempre vuelve y es necesario poder contar esto al mundo, no solo a los familiares, treinta años después".
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