Este artículo se publicó hace 15 años.
Montilla baja el tono y atribuyea CiU la tensión por el Estatut
El conseller Castells advierte que en ningún caso renegociarán a la baja el autogobierno
"Que no cuenten conmigo; los políticos están para solucionar los problemas, los problemas reales de la gente y del país". Con estas palabras el president de la Generalitat, José Montilla, quiso rebajar la tensión con el Estado creada estas semanas ante una eventual sentencia negativa del Tribunal Constitucional sobre el Estatut . Lo hizo en la pequeña población gerundense de Vilopriu, en una reunión auspiciada por el senador Lluís Maria de Puig, que se ha convertido en el pistoletazo de salida del curso político para el PSC.
"No me añadiré a la carrera de estas semanas sobre una sentencia que muchos ya dan por hecho que será negativa. Y la sentencia ni está hecha ni sabemos cuándo se producirá", dijo el president ante un auditorio de 300 personas, entre ellas el ex president Pasqual Maragall y destacados miembros del ala catalanista del PSC como Antoni Castells o Isidre Molas.
El president obvió que esta polémica ha sido atizada desde las propias filas del tripartito (con la manifestación de Carod) e incluso de su propio partido (artículo de Ernest Maragall en El País). Al contrario, el president sacó toda la munición para atacar a CiU.
Discursos agoreros"Ya aguantamos durante muchos meses el runrún persistente de que la financiación sería un desastre, hasta el punto de que se han quedado solos", apuntó Montilla. El president se mostró muy crítico con la estrategia de CiU. "Buscan rendimiento electoral haciendo grandes los pequeños problemas. Piensan que cuando se ha cerrado con éxito un problema real, endémico, como la financiación, llega el momento de pasar página y abrir nuevos conflictos; piensan que el país tiene que estar sometido a un estado de agitación permanente, de inquietud, de tremendismo."
Defender el autogobiernoAsí pues, el president no quiso entrar en el escenario de una sentencia negativa, pero deslizó cuál sería su posición en cualquier caso: "Seré coherente con el mandato de defender el autogobierno con la máxima decisión, interpretando el sentir mayoritario de la sociedad catalana". Era la manera de apoyar la línea expresada el pasado martes por el conseller Joan Saura después de la reunión del Govern. Acatar la sentencia sí, pero defender con firmeza el contenido del Estatut, también.
Más contundente resultó Antoni Castells, investido con la autoridad de quien ha salido vencedor de una ardua negociación con el Gobierno. "No renegociaremos a la baja. El Estatut es un pacto que ya incluye nuestras renuncias y las del Estado", afirmó antes de sentenciar que "si invalidaran el pacto, quedaría roto con todas sus consecuencias".
Por la mañana, el secretario general adjunto de CiU, Felip Puig, había achacado "sumisión" al Gobierno tripartito por su predisposición a acatar la sentencia. En un tono insólitamente radical en CiU, Puig afirmó que la intención del Govern de buscar por otras vías legales aquello que pueda ser anulado por el TC significa que "se ha rendido a una sentencia no emitida". Para Puig, "lo que está en juego no es si el Estatut encaja en la Constitución, sino si ésta contempla las aspiraciones nacionales de Catalunya".
El cruce de declaraciones del jueves muestra que el curso político en Catalunya, pendiente de unas elecciones que se pueden avanzar a la primavera, no va a tener ni un solo día de tregua.
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