Este artículo se publicó hace 15 años.
Los ministros de Gordon Brown cierran filas en torno a su acosado líder
Los ministros del "premier" británico, Gordon Brown, han acudido en apoyo de su acosado líder en la víspera del Congreso Laborista, que se celebra a partir de mañana en la localidad costera de Brighton (sur de Inglaterra).
Se trata del último congreso antes de las elecciones generales, previstas para el próximo mes de junio y en las que, según todos los sondeos de intención de voto, los laboristas pasarán a la oposición tras trece años de gobierno, de ellos diez bajo Tony Blair, quien ganó tres mandatos consecutivos.
Uno de los ministros que han decidido cerrar filas en torno a Brown es el de Educación, Ed Balls, considerado como uno de los más firmes aliados del Primer Ministro, quien dijo que la "autenticidad" de éste será valorada por los votantes en las urnas.
A su vez, el ministro de Desarrollo Internacional, Douglas Alexander, afirmó, en declaraciones al diario "Daily Mirror", que Brown no tiene "nada que temer" de un eventual debate ante las cámaras de televisión con el líder de la oposición conservadora, David Cameron.
Por su parte, el ex viceprimer ministro y hoy diputado John Prescott ha acusado a los laboristas que ocupan escaños en la Cámara de los Comunes de "derrotismo".
En declaraciones al diario "The Independent", Prescott se quejó de que "hay una falta de dirección" en los encargados de la campaña laborista, que hace que el partido vaya a la deriva.
Pero Balls insistió en que las próximas elecciones pueden ganarse todavía y dijo que el partido necesita a gente dispuesta a luchar y que no se dé simplemente por vencida.
El ministro para la Empresa y ex comisario europeo de Comercio, Peter Mandelson, criticó suavemente a Brown al señalar que éste saldría beneficiado si se le diesen mejor las relaciones públicas.
La mayor carga de profundidad la lanzó en vísperas del congreso el ex ministro del Interior, Charles Clarke, un blairista convencido, quien invitó a Brown a dimitir "por dignidad", aunque fuera aduciendo problemas de salud, pues en caso contrario los laboristas podrían verse más de diez años relegados a la oposición.
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