Este artículo se publicó hace 15 años.
Un miércoles de cine...
Penélope Cruz, Julia Roberts y Jennifer Aniston son este miércoles las damas de la cartelera
El nuevo trabajo de Almodóvar supone el regreso a la gran pantalla de una recién oscarizada Penélope Cruz, que esta semana se enfrentará en la cartelera con Julia Roberts y Jennifer Aniston.
Harry Caine es un guionista de cine que se quedó ciego hace 14 años, tras un accidente en Lanzarote, donde también perdió a su amante, Lena. Tras la tragedia, adopta su seudónimo, dejando de lado su nombre de pila, Mateo Blanco.
Almodóvar ha dicho que Los abrazos rotos es su declaración de amor al cine. La película funciona como un artefacto complejo que rinde homenaje al montaje, y que a la vez defiende la libertad del autor frente al productor y reflexiona sobre la naturaleza de la ficción. La decimoséptima cinta del director es una película dentro de una película, de la que, a su vez, se hace un making of. El alambicado mundo de referencias cinéfilas (unas a su propio cine y otras a directores a los que admira) siempre ha estado presente en la filmografía del director manchego, pero esta vez su peso es mayor dentro de la historia. Territorio para el misterioSi bien hay momentos en que ciertas alusiones cinematográficas aparecen como subrayados más egocéntricos que necesarios, las referencias al Antonioni de Blow up o la más explícita al Rossellini de Te querré siempre sostienen una visión del cine como territorio para el misterio y como ese lugar donde las personas permanecen inmortalizadas. Almodóvar consigue meternos en su visión barroca del género negro, a pesar de una artificiosidad que puede ser molesta y de esa tendencia tan suya a la sobre-explicación.
Quien guste del humor almodovariano, no se asuste, tendrá su dosis, aunque luzca como pegote al final del filme. PeroLos abrazos rotos cuenta con hallazgos que crecen pasados los días. Por encima de todos, la secuencia en que Penélope se dobla a sí misma, mirándose frente a frente en la pantalla. Un momento que escenifica la duplicidad entre representación y realidad con la que juega el director. La otra, el beso congelado, donde Almodóvar parece hacer una reivindicación del vídeo y de la poética del píxel.
Ray, ex espía del M16 (Owen), y Claire, ex CIA, (Julia Roberts) se pasan al espionaje industrial aprovechando la guerra abierta entre dos multinacionales. Comienza así un interesante ejercicio de suspense, aliñado con acierto con la guerra de sexos. Si en Michael Clayton Gilroy firmó una película seca e implacable, en Duplicity recupera la comedia más frívola y glamourosa. A pesar de los giros de guión efectistas, la cinta aprueba gracias a la química entre la pareja protagonista.
En el telefilme canónico, una mujer se ve sometida a la clásica disyuntiva entre el hombre que le da estabilidad y el muchachote que le proporciona pasión. Una pareja de tres sigue al dedillo este esquema, pero con una particularidad que la hace realmente notable y pelín zoofílica. Basado en la autobiografía del periodista John Grogan, ha lanzado definitivamente al estrellato a su director, David Frankel (El diablo viste de Prada).
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