Este artículo se publicó hace 14 años.
"Si me cruzaba con una mujer tenía que acostarme con ella"
Adrián oculta su rostro y su nombre real para contar su adicción al sexo. Los psiquiatras dicen que puede sufrirla "cualquiera". En EEUU ya afecta a cerca del 6% de la población
"Era un pelele al servicio de mis impulsos". Así define su adicción al sexo Adrián, un latinoamericano de 46 años que, después de tres años de tratamiento, todavía acude a terapia para superar su problema. Un transtorno "que está ahí desde chico y que no tiene solución hasta que te das cuenta de que lo tienes", afirma.
"Esta adicción se cura con tratamiento. Nunca con moralina, insultos e hipocresía", sentencia el doctor Vázquez Roel, psiquiatra y director de la clínica Capistrano de Mallorca, refiriéndose a la habitual frivolidad con que la sociedad recibe este asunto. Algo lógico, puesto que la adicción al sexo no está aún reconocida científicamente y que los ejemplos más conocidos de pacientes son famosos como Michael Douglas o el presidente John Fiztgerald Kennedy. Lejos de ser ricos y famosos, los adictos al sexo son trabajadores que conviven en sociedad como cualquier ciudadano. "Puede afectar a cualquiera", confirma Vega González, psicóloga del centro AIS (Atención e Investigación de Socioadicciones).
Aunque no existe un perfil oficial, los expertos coinciden en que todos sus pacientes comparten unas características: baja autoestima, inseguridad, impulsividad y la gran mayoría suelen ser hombres poliadictos. Aunque el sexólogo Antoni Bolinches afirma que la mayoría de los adictos son mujeres, ya que "ellas tienen más capacidad física de tener relaciones sexuales continuas, algo que al hombre se le complica", informa Lorena Seijo. No existen estadisticas españolas pero los estudios norteamericanos arrojan cifras que oscilan entre el 3% y el 6% de la población.
Adrián no bebe, no consume drogas, no es adicto al porno ni se acuesta con prostitutas. Sin embargo, cumple con el síntoma principal: "Mi ansiedad por el sexo era cada vez mayor. Sentía el mono y en cuanto me cruzaba con una mujer tenía que conquistarla y llevármela a la cama. Era todo un reto", explica Adrián.
"Los sexoadictos sienten una ansiedad por el sexo que va creciendo en una escala progresiva", explica Josep Maria Farré, psiquiatra de la clínica USP Institut Universitari Dexeus. "Los adictos en fase avanzada satisfacen ese deseo practicando sexo [aunque sea una simple masturbación] en cualquier momento o lugar. Luego se sienten tan mal que entran en una depresión". "Los sexoadictos no están locos. Saben perfectamente que no actúan bien, pero no pueden evitarlo", aclara Vázquez Roel.
Adrián tenía en su trabajo tiempo suficiente para pasarse el día intentando conseguir sexo. "Soy autónomo, así que hacía todo en dos o tres horas y luego me dedicaba a cortejar". Llegó a tener una agenda con más de diez amantes fijas y "relaciones sexuales completas con tres o cuatro mujeres al día". Por divertido que pueda parecer su éxito, "después del clímax sólo sientes culpabilidad. Piensas que no tenías que estar allí, que estás haciendo algo que no querías hacer y eso no es tener éxito, sino una tortura", manifiesta.
Al final, ni el cuerpo ni la mente aguantan tanta presión. "Cuando decidí ir a terapia llevaba una semana entera acostándome con dos o tres mujeres al día. Estaba física y psicológicamente cansado", cuenta. Su adicción le costó un matrimonio. "Ahora que vuelvo a tener una pareja estable, no quiero perderla porque la amo mucho", declara.
"Su adicción les supone muchos problemas", explica Vega González. "Además de las consecuencias económicas se gastan el dinero en prostitutas y laborales llegan incluso a conectarse en el trabajo para consumir porno, también están las matrimoniales".
Aunque parezca increíble, son las propias parejas las que suelen convencer a los adictos para que acudan a terapia. Incluso se convierten en coterapeutas. A pesar del apoyo, el proceso de recuperación no es fácil. "A mitad de la terapia tuve una depresión porque creí que no lo iba a superar nunca. Ahora sé que con ayuda se puede salir de esto y espero que mi doctora me dé pronto el alta", manifiesta Adrián.
Un trastorno difícil de clasificar para los expertosEstados Unidos
El manual de trastornos psiquiátricos no clasifica la adicción al sexo
La Asociación Psiquiátrica de EEUU clasifica y define los trastornos mentales de todo tipo en el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM, en siglas inglesas). Actualmente está vigente la cuarta edición, en la que se analizan trastornos relacionados con el sexo como: trastornos del deseo sexual (aversión al sexo), orgásmicos (eyaculación precoz), así como las parafilias (relaciones extremas con el sexo como el masoquismo, la necrofilia o, incluso, la pedofilia). También clasifica las adicciones (químicas y sociales) y trastornos de control de los impulsos (cleptomanía), pero no estudia la adicción al sexo como tal, aunque está previsto que se incluya en el próximo DSM-V.
La opinión de la OMS
Reconoce el exceso del impulso sexual
El CIE-10, el sistema internacional de clasificación que recomienda la Organización Mundial de la Salud (OMS), reconoce el exceso de impulso sexual, pero tampoco cita la adicción al sexo. Sin embargo, los expertos españoles consultados creen que sí existe este trastorno y que, además, tiene tratamiento.
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