By Zakia Abdennebi
Slimane Betmaki sonríe ante el recuerdo del terror que infligió a los españoles en nombre del antiguo dictador Francisco Franco.
Él y muchos de sus camaradas reclutados en la causa de Franco aún se agarran a la creencia de lo correcto de su lucha contra sospechosos simpatizantes de los "Rojos" comunistas españoles, a quien los soldados marroquíes veían como enemigos de religión.
Ahora de 98 años, recuerda niños, mujeres y ancianos huyendo al sonido de los rezos islámicos que él y sus compañeros de armas cantaban cuando atacaban y destruían sus poblaciones.
"No dejábamos nada ni nadie. Destruíamos todo y matábamos a todo el que nos encontrábamos", dijo Betmaki con orgullo.
"Entonábamos oraciones musulmanas para rezar al profeta Mahoma antes de lanzar los ataques. Los españoles horrorizados intentaban escapar tan pronto como escuchaban nuestras oraciones".
Cientos de miles de españoles murieron en la Guerra Civil entre 1936-39 que Franco comenzó tras sublevarse en el Marruecos español en contra del gobierno republicano elegido democráticamente.
La guerra fue una precursora de las batallas ideológicas que dominaron en el siglo XX y dejó unas heridas tan profundas en la socieda españoal que aún son visibles hoy.
Esas heridas se han reabierto, según algunos políticos conservadores, por la Ley de la Memoria Histórica impulsada por el presidente José Luis Rodríguez Zapatero para, por el contrario, restañar las heridas aún no cicatrizadas de miles de personas que sufrieron persecución y violencia durante la guerra y la dictadura.
Pero, olvidados por la historia europea, también hay decenas de miles de soldados marroquíes cuyas tumbas no se registraron y su paradero se ignoró.
Alrededor de 136.000 hombres lucharon en el "Ejército de África" del Generalísimo, la temible vanguardia de una fuerza que, irónicamente, Franco calificó de una cruzada cristiana contra los comunistas ateos.
Algunos ex combatientes "moros" dicen que la pobreza les arrastró a la guerra.
"Me quedé huérfano a los 15 años. Perdí a mi padre y a mi madre por la extrema pobreza y la miseria social. Sufrimos hambre y paro en el Rif", dijo Ahmed al Fisouni, de 87 años, refiriéndose a la región norteña donde fueron reclutados muchos de ellos.
"Estaba entre los afortunados que fuimos aceptados en el ejército español. España nos dio carne, pescado, pan y fruta, una ayuda familiar de 50 dirhams marroquíes (casi cinco euros) y un salario mensual de de 250 dirhams (unos 25 euros)" añadió.
A la pregunta de si él y otros compañeros de armas iban a ser acusados de la muerte de civiles sospechosos de simpatizar con las fuerzas rivales de Franco, Fisouni respondió:
"Nosotros fuimos como cualquier otros soldados militares del mundo. Seguimos las órdenes de nuestros principales mandos".
"Para nosotros, estar en el ejército entonces era una oportunidad para salvarnos a nosotros y nuestras familias del hambre y la miseria".
Activistas marroquíes de derechos humanos crearon en noviembre una ONG denominada Centro para la Memoria Común y el Futuro para intentar estrechar lazos con los grupos civiles españoles con el objetivo de cambiar actitudes sobre el pasado y centrarse en la cooperación entre los doso países.
"No hay duda de que Marruecos tuvo un papel en la historia de España y en un sentido sombrío tuvo que ver con la tragedia española", dijo Laura Lorca, una nieta del poeta granadino asesinado Federico García Lorca, al diario marroquí Al Massae.
MEMORIA VIVA
Mohamed Larbi Messari, un antiguo embajador en España, dijo: "Los recuerdos de esta guerra aún están vivos. Estas cosas emocionales son difíciles de erradicar. Y la participacióni de marroquíes en la guerra es un factor negativo en las relaciones entre los dos países".
El Centro de la Memoria ha escrito a las autoridades judiciales y políticas tanto de Marruecos como de España en busca de información del destino de "decenas de miles" de marroquíes que participaron en la contienda, incluidos 10.000 niños no mayores de 12 años.
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