Este artículo se publicó hace 16 años.
Mari Mar Blanco toma el testigo
La hermana del edil asesinado sustituye a San Gil, Ortega y Otaola como símbolo del PP en la lucha contra el terrorismo
Sólo ha pasado un mes desde que Mariano Rajoy la nombró miembro del Comité Ejecutivo del PP, pero ya es una evidencia que Mari Mar Blanco no es una vocal más dentro del citado órgano. Con María San Gil y Antonio Ortega Lara alejados de Rajoy, y con la alcaldesa de Lizatza, Regina Otaola, desencantada con el nuevo PP vasco, le ha tocado encarnar el papel de referente moral dentro del partido. Es el rostro de la lucha contra el terrorismo.
La hermana de Miguel Ángel Blanco, asesinado por ETA, ha sido vista en las últimas semanas en tres actos junto al líder del PP. El primero de ellos tuvo lugar el pasado 3 de julio, cuando el líder del PP visitó Euskadi por primera vez desde que María San Gil anunciara su marcha. Los dos últimos encuentros se han concentrado en este fin de semana, cuando se produce el XI aniversario de la muerte de su hermano.
El sábado, ocupó un lugar destacado en la clausura del XII Congreso del PP vasco. De hecho, para que su entrada no pasara inadvertida, se sumó a la cita en el momento en el que se presentaba la ponencia política, un privilegio que minutos antes habían tenido dos pesos pesados del partido como la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, y el alcalde de la capital, Alberto Ruiz-Gallardón. A medida que bajaba los escalones del salón de actos del Palacio Euskalduna de Bilbao, los aplausos se hacían más sonoros. También su ubicación daba pistas de que el propio partido ha asumido este relevo. Mari Mar Blanco se sentaba en primera fila, junto a Aguirre, Ruiz-Gallardón y el andaluz Javier Arenas, enviados especiales para paliar la ausencia de María San Gil en este congreso.
Este domingo, se sentaba a la izquierda de Rajoy para intervenir en la clausura de los cursos de verano de FAES, la fundación presidida por el ex presidente José María Aznar. En este acto, celebrado en Navacerrada (Madrid), la hermana del concejal de Ermua volvió a culpar a José Luis Rodríguez Zapatero de la “soledad de las víctimas del terrorismo”.
ExplicacionesSu inclusión en el equipo de Rajoy le costó alguna aclaración en la cita del PP nacional en Valencia. En un contexto en el que el eurodiputado Jaime Mayor Oreja había mantenido que el congreso sólo tenía un nombre, el de María San Gil, tuvo que apresurarse a explicar que su nuevo cargo no equivalía a posicionarse en contra de la presidenta dimisionaria del PP vasco. De hecho, lanzó un mensaje para tranquilizar a quienes pudieran pensar que su intención era robar el puesto de San Gil: “María ha sido, es y será mi gran referente. Nunca tendré palabras suficientes para agredecerle su labor por los vascos y las víctimas del terrorismo”.
También dijo que afrontaba con “mucha ilusión” el hueco que el líder del PP había reservado para ella. Su misión, dijo, iba a ser defender dentro del partido “los mismos principios y valores” que había defendido desde fuera.
La llegada de Mari Mar Blanco al Comité Ejecutivo ha coincidido también con una etapa en que el PP no camina de la mano de la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT). El partido parece dispuesto, de momento, a guardar las distancias con la asociación a cuyas manifestaciones se sumó en la pasada legislatura.
Quienes conocen a Blanco dicen de ella que es una persona llana y natural. Destacan la “facilidad con la que se puede emprender una amistad con ella”, según relata Santiago Abascal, diputado del PP en el Parlamento vasco. Abascal no comparte la idea de que Blanco se haya convertido en el nuevo símbolo del PP en la lucha contra el terrorismo “porque siempre lo ha sido”. Reconoce que su presencia en el Comité Ejecutivo puede hacer que sus apariciones tengan más repercusión más allá del País Vasco, pero recuerda que “Mari Mar siempre ha estado muy activa y presente en numerosos actos”. Coincidiendo con el XI aniversario de la muerte de su hermano, su nombre, como el de María San Gil, estuvo presente en todos los discursos de la clausura del Congreso del PP vasco. En el suyo, los aplausos no cesaron.
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