Este artículo se publicó hace 12 años.
Manos arriba, esto es un contrato
Los cánticos contra los bancos y los recortes y el llamamiento a la huelga protagonizaron la marcha
Vicente García, de 62 años, se quedó sin trabajo en la construcción en el 2009. Su mujer también está en paro y sus tres hijos tampoco trabajan. Los únicos ingresos que entran en casa son los escasos 400 euros de ayuda a los desempleados. "Aquí, sobreviviendo... hasta que estos señores quieran", comentaba ayer Vicente, de pie, parado en mitad de la calle y aguantando como un poste el paso y los empujones de la gente a su alrededor.
"Los señores" a los que se refiere Vicente fueron tomando nombres concretos a lo largo de toda la protesta: el Gobierno del PP que ha impulsado la reforma; los bancos; los empresarios sin escrúpulos; las autonomías que recortan en educación y sanidad. "Esto va a ser la ley de la selva", "es totalmente asqueroso", "se están riendo de nosotros en nuestra cara", se escuchaba entre los corrillos. Aurora de la Calle, ingeniera en paro, resumía a dos jóvenes el por qué de la protesta: "La presión a los poderosos hay que hacerla desde abajo". Aurora está en paro y las ofertas de empleo que ha visto no superan los 600-800 euros. "Una estafa", sentenció.
"La presión al poder hay que hacerla desde abajo", resumía una joven
La manifestación se llenó de gente desempleada como ella, pero también de otros muchos con trabajo, pero que salieron a protestar con "preocu-pación e inquietud" por el futuro, como Félix García, informático de 26 años. "Mi sector sigue creciendo, pero hay motivos de sobra para movilizarse: por los recortes en sanidad, en educación...", contó.
A Marisa Plaza, limpiadora de instituto de 57 años, de momento tampoco le falta el empleo, pero ayer se plantó en la protesta con unas tijeras enormes de cartón pegadas sobre su cabeza. "Me afecta todo como ciudadana", resumió esta mujer, con un hijo, "el mediano", sin trabajo. "Y como él, miles de jóvenes, sin piso, están desahuciando parejas, y eso afecta a las relaciones, claro, y después a toda la familia...", se explayó esta mujer, antes de señalar la espalda de un hombre y decir: "Este es el cartel que más me gusta". A su lado, efectivamente, un hombre llevaba un cartón con el dibujo de varios muertos enterrados en tumbas: "¿A ti cuando te operan?", dice uno. "Tengo cita para el 25 de octubre, pero no se si ir porque ya no me duele", contesta otro. "Pues ve... Y por lo menos les das un susto", responde el primero.
Ignacio Apezarena, operario industrial de 34 años, protestó ayer en contra de esta reforma "y de las anteriores...", pero no pudo continuar porque, a su lado, alguien le interrumpió con un "Yo soy su padre". Y el padre contó entonces que los sindicatos tienen que tener más fuerza, antes de enzarzarse con su hijo en un debate generacional.
Vicente, de 62 años, lleva cuatro en paro. Su mujer también está sin trabajo
Guantánamo laboralLos lemas se repetían entre los carteles que se movieron ayer por el centro de la capital: "Guantánamo laboral, no"; "Menos consumo=más paro", "No hay pan para tanto chorizo" y su versión láctea: un hombre vestido de vaca que portaba el cartel "no hay leche para tanto mamón".
Entre los cánticos y los llamamientos a la huelga general (reclamada sobre todo por el bloque del 15-M), la gente intentaba con poco éxito avanzar hacia la Puerta del Sol. "Madre mía, lo que hay aquí", comentaba una mujer entre la multitud mientras por megafonía se escuchaba: "Les haremos caer, el pueblo es el poder...". Entre los pasos cortos y los sudores, el mayor saludo se lo llevó los helicópteros de la Policía que sobrevolaron la protesta. "¡Luego diréis que somos cinco o seis¡", gritaba la gente al cielo, mientras agitaba los brazos.
El mayor saludo se lo llevaron los helicópteros de la Policía
Un muñeco enorme del Tío Gilito y una orquesta con sus miembros vestidos de mafiosos y llamados "FMI todo por la pasta" representaron la avaricia de los banqueros. Ondeó alguna bandera de Grecia y también hubo referencias al salario mínimo. Las canciones populares también se adaptaron a la situación. Así, la letra del Tractor amarillo quedó en "Tengo un contrato basura, que es lo que se lleva ahora.." y la Chica ye-ye en un "No te quieres enterar, que aquí manda el capital...".
Muchas familias llevaron a sus hijos pequeños. "Hay que concienciarles desde muy chicos, porque luego vienen y te piden mamá, quiero esto y lo otro' y no puede ser", explicó Ángeles, acompañada de dos amigas y sus hijos. "Al mayor ya lo llevé en mi tripa cuando estaba embarazada a la protesta del No a la guerra", añadió esta mujer.
Los ajustes que cada familia está haciendo por culpa de la crisis fueron un tema recurrente en las conversaciones. Como le decía ayer un amigo a otro: "Eso ya de comprarte un coche olvídate. Eso es un artículo de lujo. El mundo está cambiando".
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