Este artículo se publicó hace 13 años.
Keops muestra su esplendor al mundo
Debajo de dos grandes losas de piedra de una tonelada y media y en un pequeño cubículo junto a la gran pirámide, ha aparecido la segunda barca
El pasado mes de junio, Egipto olvidó temporalmente las turbulencias que le acercan a un futuro mejor para recordar tiempos mejores. Rodeado de una expectación de la que no disfrutaron pioneros como Howard Carter, Zahi Hawass, entonces ministro de Antigüedades, dirigió junto a Sakuji Yoshimura la excavación que permitió recuperar la segunda barca solar de Keops, uno de los grandes descubrimientos arqueológicos en lo que llevamos de siglo.
Por primera vez en los últimos 4.500 años, y ante la expectación de numerosos periodistas, la luz se posó sobre una embarcación cuya función todavía no está clara. Debajo de dos grandes losas de piedra de una tonelada y media y en un pequeño cubículo junto a la gran pirámide, se ha mantenido durante todos estos años ese bote que jugó, sin duda, un papel fundamental en el ritual funerario del faraón.
La embarcación solar de Keops tiene un grado de conservación muy alto. Posee un carácter ritual y un valor alegórico y estaba consignada al dios Ra
En 1954 descubrieron los expertos la existencia de esta segunda barca. Entonces, un equipo británico de la National Geographic Society horadó levemente la losa para permitir que una diminuta cámara permitiera intuir lo que se encontraba enterrado junto a la pirámide. Una de las mayores preocupaciones procedía precisamente del aire e insectos que se habían introducido a través de ese pequeño agujero. Para sorpresa de los arqueólogos, el daño generado desde entonces ha sido bastante limitado. Las investigaciones las retomó un equipo japonés de la Universidad de Waseda en los años ochenta, y en 1987, gracias a estudios con ondas electromagnéticas, confirmaron lo que hasta entonces sólo se intuía.
La exhumación de la barca el pasado mes de junio supone el siguiente gran paso en las investigaciones, unos trabajos que se prolongarán durante cuatro años más. Hasta ahora, las excavaciones han permitido conocer un poco mejor a Keops, uno de los faraones sobre el que menos sabemos. Otros restos aparecidos en la fosa han permitido identificar el cartucho que incluye su nombre y un jeroglífico sin cartucho con el nombre de su hijo Kefrén.
La barca de Keops es una buena muestra de la religiosidad y sociedad del Egipto antiguo. El Nilo impregnaba la mentalidad egipcia y la navegación fluvial formaba parte fundamental del día a día. Esa mentalidad se proyectaba en las creencias religiosas tomando parte en los rituales funerarios de los faraones. En realidad, las barcas que eran empleadas en los enterramientos eran alegóricas y representaban el curso de la vida y la muerte a través del ciclo solar de Ra. Pese a tener ese valor simbólico, en ocasiones también eran utilizadas para trasladar el cuerpo sin vida de los faraones hasta su tumba.
Zahi Hawass, experto egiptólogo además de ministro, es capaz de aseverar con contundencia que en este caso nos encontramos ante un barco dedicado al dios y no al rey. Sería, por tanto, un barco para que Ra haga su recorrido diario durante la eternidad.
La otra embarcación, encontrada también en 1954, es muy similar, tiene 43 metros de eslora, cinco de manga y apenas un metro y medio de calado. La nave está construida en madera de cedro de Líbano y acacia egipcia.
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