Este artículo se publicó hace 14 años.
Un investigador pone historia a 7 lápidas de la II Guerra Mundial
En sus lápidas del cementerio católico Santa Catalina de Ceuta sólo se podía leer un nombre, acompañado por un escudo de aviador, y la fecha de su muerte: 28 de enero de 1943. Ahora, ocho años de investigación han permitido poner historia a un accidente aéreo producido en plena II Guerra Mundial.
Un bombardero británico, "Halifax DT-586", con 7 aviadores a bordo (cuatro británicos, dos canadienses y un neozelandés), se estrellaba en los montes de Ceuta tras haber sido reparado en el aeródromo de Gibraltar unos días antes. Sólo se sabía ese detalle de un accidente cuya página se pasó dos días después con el entierro de los siete combatientes.
El ceutí Luis Oliva Maldonado vio un día las lápidas en el cementerio de Ceuta y por curiosidad decidió investigar lo que había pasado, descubriendo que los siete muertos no tenían historia y no se sabía nada de sus familiares.
Llamadas telefónicas a Nueva Zelanda, Canadá y el Reino Unido, cruce de mensajes y documentos han servido a este ceutí para componer la historia del bombardero y reflejarla en un libro de 217 páginas que acaba de ser editado.
En una entrevista con EFE, Luis Oliva explica que es una obra "eminentemente histórica" que ha podido reconstruir gracias al testimonio de los familiares, lo que le ha permitido narrar la biografía de los siete aviadores.
La inmensa mayoría de los documentos los ha recuperado de archivos históricos anglosajones -canadienses, británicos y neozelandeses-, del Juzgado Militar de Ceuta y del Archivo General Militar, "porque en la prensa se le dio carpetazo al asunto en dos días".
Luis Oliva ha señalado que "no ha sido fácil componer el puzzle, sobre todo para contactar con familiares, amigos y compañeros de armas de los fallecidos".
El investigador ha recuperado un accidente "que se olvidó en el tiempo ya que en aquellos años sólo hubo una escueta nota de prensa, por lo que se enterraron sin que los familiares supieran ni el lugar donde cayó y no se conocían entre ellos".
El autor del libro quiso tener un detalle con los familiares, a los que mandó una foto del resto de la tripulación, "lo cual me han agradecido mucho, sobre todo por saber donde y cómo reposan los restos del ser querido".
Para acompañar su testimonio, Francisco Fernández Arillo, uno de los ceutíes que tenía 13 años la noche del accidente, relata a Efe que recuerda que estaban cenando en casa de sus padres y de repente oyeron un ruido muy raro, salieron al patio y en cuestión de segundos se escuchó una fuerte explosión.
Francisco Fernández acudió al lugar de los hechos en las inmediaciones de la frontera de Ceuta con Marruecos con un grupo de amigos y vieron "trozos de seda amarillenta, quemada y que desprendían un olor fortísimo, imagino que de los paracaídas".
En la actualidad, las siete lápidas ya tienen sus nombres completos en el patio de Santa Gema del camposanto ceutí y, sobre todo, los familiares conocen todo lo ocurrido esa dramática madrugada del 1943.
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