Entrevista a Isabel Coixet"Hay que reivindicar el sentido lúdico de la vida"
Madrid-
La cineasta celebra la vida y la posibilidad de lo improbable en Nieva en Benidorm, una película muy libre, aventura misteriosa que se desarrolla entre adictos al bufé libre, buenos restaurantes, despedidas de soltero y poemas de Sylvia Plath.
Dice el extraordinario actor británico Timothy Spall que en Benidorm la gente busca "cierta libertad", que van allí "a soltarse la melena". Parecería que la cineasta Isabel Coixet, convencida también de ello, haya elegido deliberadamente esta ciudad para contagiarse de ese espíritu. El resultado, Nieva en Benidorm, es una obra misteriosa, decididamente libre, donde la oscuridad se exhibe desde el lirismo y en la que se hace patente una vocación de encuentro con la belleza. Pero, sobre todo, esta película es una feliz celebración de lo improbable cuando se hace posible.
Hay cosas en la vida que no imaginamos ni remotamente y, sin embargo, suceden. Son tan inciertas como que el actor Timothy Spall, en su papel de Peter Riordan, un tipo menudo, un jubilado británico que ha dedicado su metódica vida a su trabajo en un banco y a su único hobby, la climatología, despierte a la vida a sus sesenta años en una ciudad como Benidorm, agitado por la fascinación que le provoca una mujer poderosa, independiente y decidida, de una exótica y rotunda belleza. Se trata de Sarita Choudhury que da vida a Alex, una mujer enigmática que trabaja en club de burlesque.
Peter Riordan viaja a Benidorm a reunirse con su hermano y allí descubre que éste ha desaparecido. En su lugar se encuentra con esta mujer, con una trama mafiosa, con una policía que vive obsesionada con Sylvia Plath y con el delirante mundo de Benidorm. Un lugar único en el mundo, un rincón del planeta donde se reúnen tantos mundos diferentes que es prácticamente imposible describirlo, un espacio de contradicciones, paradojas y algunas alucinaciones. Y una ciudad donde lo más improbable puede suceder.
Unos días antes del estreno de la película en los cines, Isabel Coixet y Timothy Spall conversaron con Público, primero la cineasta en directo y después el actor, a través de un encuentro digital, para reivindicar "el sentido lúdico de la vida".
¿Benidorm sirve como metáfora de la paranoia global que se vive en el mudo?
Vivimos en la contradicción y las paradojas constantes y en Benidorm se centran todas. Allí hay lugares bellísimos, un microclima magnífico y luego están esas moles de edificios... En ellos hay algo de profundamente inhumano. Benidorm son dos o más mundos. La película se mueve en tres mundos, el de los adictos al bufé libre, el de los buenos restaurantes y el de las despedidas de soltero de los ingleses, y los personajes son dos forasteros en todos ellos.
¿'Nieva en Benidorm' es una historia contra los prejuicios?
Sí, porque la vida puede empezar en cualquier momento y en cualquier sitio. En este caso me parecía mucho más conmovedor contar la historia de personas que empiezan a vivir a los sesenta. Nunca se es demasiado viejo ni es demasiado tarde.
Pero ¿por qué Benidorm?
Un día me encontré a Bigas Luna y me dijo que se iba a Benidorm a rodar Huevos de oro y yo me horroricé, pero me entró la curiosidad. Luego leí los diarios de Iñaki Uriarte, donde habla mucho de Benidorm y lo reivindica con gracia y para bien. Los poemas de Sylvia Plath, que pasaba temporadas en Benidorm...
¿La película celebra la posibilidad de lo improbable?
Sí. Y también reivindica el sentido lúdico de la vida y el hacer las cosas porque sí. Hay que aventurarse en sitios absurdos, hacer cosas sin una explicación, sin un fin, sin un objetivo, simplemente explorar.
La pandemia ha revelado cuánto dependemos del turismo...
...claro y la pregunta es ¿y ahora qué? ¿tenemos plan B?
Pero usted también quería mostrar la otra cara del turismo, ¿no?
Es inevitable, se produce corrupción. Donde hay dinero, hay corrupción. Hace doce años quisimos hacer un gran documental sobre la transformación de la costa del Mediterráneo, la especulación inmobiliaria... Un amigo de Argelia iba a hacer el litoral africano, teníamos también contactado a un equipo italiano. Yo llegué a Benidorm para probar y descubrí un lugar que me sobrepasó, me resultó muy inspirador. Esta película la hemos rodado en Benidorm fuera de estación.
¿Hay algo en la película de resistirse a la dictadura de la juventud que hoy domina?
La dictadura de la juventud la construimos nosotros. Pero yo también tengo derecho a hablar de la gente de mi generación, ahora con sesenta años puedo hablar de centenarios, de personas de mi edad, de gente de veinte años... Pero sobre todo quería una mujer de 50 años con buena presencia y ahí estaba Sarita Choudhury. Cuando estaba rodando Aprendiendo a conducir y la vi, inmediatamente pensé en Linda Fiorentino en La última seducción.
Timothy Spall: "La vida es lo cotidiano, no lo extraordinario"
¿Conocía Benidorm?
Conocía Benidorm, pero de hace mucho tiempo porque mis padres tenían una casa cerca de Alicante. Antes del rodaje de la película me pasé con el barco por allí y me di cuenta de cuánto había cambiado en veinte años. Me recuerda a Las Vegas, aunque es una experiencia distinta.
No es fácil describirlo, ¿usted podría?
No. Es un lugar de España extraordinario, no hay duda, una creación ostensiblemente para el turismo. Si eres británico, puedes estar allí sin hablar ni una sola palabra en español. Y tienes la comida británica... Es un lugar para gente que no va a viajar a ningún sitio para conocer su cultura, sino para los que quieren los placeres del sol, la arena, la bebida y cierta libertad. Benidorm es para gente que quiere soltarse la melena.
Usted ha interpretado personajes bastante complicados, con muchos matices, aquí encarna a un hombre fundamentalmente bueno, ¿ha sido eso más difícil?
Supongo que el reto más grande es hacer eso sin que resulte aburrido, que resulte interesante. A estas alturas conozco a mucha gente que no muestra rasgos extraordinarios a pesar de que suelen llevar el drama dentro. Cada ser humano es fascinante. Se trata de intentar empatizar con alguien por muy aburrido que parezca y de querer acercarse a los dramas de los demás. Sí, puede que sea más difícil que interpretar a un héroe o a un rey, porque un hombre, por pequeño y aburrido que sea, tiene valor y drama en su vida. El trabajo consiste es despertar el alma de alguien.
No conozco a nadie que no tenga prejuicios sobre Benidorm. La película muestra, sin embargo, que todo es posible allí. ¿Usted cree que vivimos al dictado de nuestros prejuicios?
Me temo que sí y me temo que cada vez más. Es consecuencia de esa inmediatez, de la capacidad de recibir constantemente flujos de información, de los medios de comunicación que se dedican a simplificar a la gente, a subdividirla en tipos, en departamentos. A la prensa se le da bien eso de condenar a otros. Pero también creo que, conforme evolucionamos como seres humanos, a pesar de los estereotipos, va a haber una reacción, una forma sofisticada de ver las cosas. Vamos a percibir el drama, las fragilidades de la gente mucho más que la forma en que los retratan los medios.
Y ¿por qué cree que vamos a reaccionar?
Vendrá, vendrá. En Inglaterra, por ejemplo, recibimos constantemente noticias de personas que llegan por el Canal de Francia, refugiados, inmigrantes... Han muerto muchísimas personas, es constante, y ahora nos rodea la xenofobia, las fricciones. Pero la fotografía de un hombre policía que sostiene en sus brazos a un niño puede despertar el nivel de empatía y de compasión que necesitamos. Igual que cuando nos muestran detalles en las zonas de guerra, el zapato de un niño en una playa... son detalles que nos hacen darnos cuenta de que son seres humanos y de que no hay nada de ninguna conspiración general de invasión. Con la Revolución Industrial también llegó el momento en que dijimos: "Nos están convirtiendo en una máquina". Hoy las ciudades todas se parecen, con las mismas tiendas, las mismas cosas, pero de pronto una pastelería artesana te despierta y te ayuda a esa reacción.
¿La pandemia tendrá algo que ver en esa reacción?
Bueno, primero todos querían solidaridad y luego se cansaron y luego vino la intolerancia. Pero es que cuando tienes que pensar qué vas a hacer después, descubres mucho de ti mismo. Por supuesto, nos ayudará cuando vuelva la normalidad, pero las cosas pequeñas nos ayudan también. Porque la vida es lo cotidiano, no lo extraordinario. La gente está deseando volver al aburrimiento de lo cotidiano.
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