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La Guardia Civil tiene fichadas más de 4.000 obras de arte robadas desde 1980

EFE

La Guardia Civil tiene "fichadas" entre 4.000 y 5.000 obras de arte y objetos robados desde 1980 en iglesias, instituciones y viviendas. Las últimas en incorporarse a la base de datos han sido las 19 ilustraciones sustraídas de la Biblioteca Nacional, ocho de las cuales se encuentran ya en Madrid.

Agentes del Grupo de Patrimonio Histórico, encargado de la investigación, han acompañado el traslado de los documentos -entre ellos mapas de Ptolomeo y otros autores- entregados en Argentina por el abogado del autor del robo.

Pese a que en algunos círculos se apunta un incremento de sustracciones de obras de arte -en octubre desaparecieron varias esculturas de Fernando Botero en Italia, se recuperó la "Madonna del huso" de Leonardo Da Vinci en Reino Unido y se detuvo al ladrón de "Niños del carretón", de Goya, en Estados Unidos- en España este tipo de delitos está descendiendo, dijeron a Efe fuentes de la Guardia Civil.

Tenemos una situación "privilegiada" frente a países como Francia e Italia, "donde se registran entre 2.000 y 3.000 sustracciones cada año", añaden.

En general, en España estos robos son de "segunda o tercera categoría", aunque excepcionalmente hay casos como el de la Biblioteca, que causan alarma. El 30% de ellos se resuelve, según la Guardia Civil.

En 2006 el Grupo de Patrimonio registró 85 denuncias de robos (frente a 151 en 2005 y 98 en 2004). De ellos, 43 cometidos en domicilios, 22 en dependencias religiosas y 20 en ferias de antigüedades, comercios, mudanzas... No hubo ninguno en museos e instituciones, "la incidencia es mínima", aseguran.

Los delincuentes son pocos, "unos treinta o cuarenta, siempre los mismos". Unos no especializados -se llevan lo que parece antiguo- y otros expertos, en cuyo caso si sustraen documentos no hurtan arte sacro, porque el mercado no es el mismo. No suelen emplear la violencia y, cuando son detenidos, al no haber daños contra las personas, la pena es pequeña y reinciden.

El ladrón confeso de la Biblioteca Nacional, César Gómez Rivero, es, al parecer, un "profesional": no constaba entre los "fichados" en España, pero tenía antecedentes en Latinoamérica.

En la investigación se ha constatado la desaparición de 19 ilustraciones contenidas en 13 páginas -algunas impresas por las dos caras- arrancadas de diez libros, entre ellos cosmografías de Claudio Ptolomeo, Mela Pomponio y Petrus Apianus, y cinco hojas de "Arte de Ballestería y Montería", de Alonso Martínez de Espinar.

Dos mapas han sido hallados en Australia y Estados Unidos y otros ocho entregados en Argentina. Del resto no ha trascendido nada.

Mientras, se investiga la lista de personas que han tenido acceso a los libros dañados y el paso de Gómez Rivero por otros centros como la Biblioteca Histórica de la Universidad de Salamanca, la Nacional de Cataluña y la del Palacio Real de Madrid. En las tres instituciones descartaron que haya habido sustracciones.

EL ARCHIVERO DE CUENCA

"La Biblioteca Nacional está satisfecha con las medidas que tiene, pero la seguridad al cien por cien no se puede garantizar", dijo a Efe un portavoz.

Los libros y documentos en estos archivos están inventariados y marcados con un sello, hay vitrinas blindadas..., pero no se han inventado "detectores" de papel si alguien roba, apuntan otras fuentes.

El archivero del Seminario Conciliar de San Julián de Cuenca sellaba las páginas terminadas en tres de sus libros, pero durante 25 años desaparecieron del archivo y de la Catedral de Cuenca 247 volúmenes de los siglos XV al XVIII, doce de ellos incunables.

El ladrón mutilaba la página por la esquina o borraba la marca y los iba "colocando" en una conocida casa de subastas de Madrid.

Tirando del hilo, la Guardia Civil culminó una amplia operación a finales de 2005, con la intervención de todas las obras entre compradores de más de 30 provincias y la detención del delincuente, un hombre fallecido en 2006 y que en 1981 había robado mapas en la Biblioteca Nacional.

El grupo de Patrimonio realiza una labor de prevención, apoyado por agentes rurales (iglesias), el Seprona (yacimientos) y el servicio marítimo (pecios hundidos) y de investigación. Centraliza la información de toda España, mantiene contacto con las autoridades culturales y realiza inspecciones en ferias, subastas y anticuarios, de los que destaca que "el 99% son legales".

CLANES FAMILIARES

En cuanto a los delincuentes, según la Guardia Civil, en España no hay redes organizadas, sino pequeños clanes familiares que actúan lejos de su residencia y dejan "enfriar" la pieza hasta que se olvida el suceso.

Tienen pocos conocimientos artísticos y no les importa si hay daños: los ladrones del Códice del Beato de Liébana arrancaron una página para ofrecerla al mejor postor y una pintura de Alonso Cano fue hallada bajo el techo de una chabola de Las Barranquillas (Madrid) destrozada por la humedad.

Ofrecen la pieza a un receptador. Si éste la vende a un coleccionista es difícil volver a verla, pero si la compra un comerciante pasará por distintas manos, "blanqueándose" y perdiendo la sospecha sobre su procedencia ilícita.

En los desembalajes de antigüedades del sur de Francia, donde llegan comerciantes de toda Europa, a veces se "colocan" piezas.

El mayor "intercambio cultural" en compra-venta de objetos robados se da en España con Francia, con Italia y con Portugal, es recíproco y tan importante como "estrechas" las relaciones entre las Policías de esos países, que permiten la inmovilización inmediata de una obra cuando es detectada.

En los últimos años han aparecido bienes de países del Este y arte precolombino de Hispanoamérica, mientras que piezas españolas han viajado a Reino Unido, países nórdicos y Estados Unidos.

Libros, documentos, pintura, mobiliario, arqueología... son interesantes, pero "lo más preciado" para los delincuentes es la escultura religiosa "y lo más fácil de recuperar, porque el clero tiene prácticamente inventariado y fotografiado todo".

Tener fotografías facilita su entrada en la base de datos de la Guardia Civil y su localización. De hecho los agentes acuden a las ferias con imágenes en un portátil o una "PDA" por si ven objetos sospechosos.

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