Este artículo se publicó hace 16 años.
Ferran Adrià dice que ya no puede tener más reconocimientos
El chef Ferran Adrià, cuyo restaurante elBulli ha sido elegido el mejor del mundo por tercer año consecutivo por la revista "Restaurant", asegura que ya no puede aspirar a tener más reconocimientos, aunque admite que su nombre vuelve a sonar fuerte para los premios Príncipe de Asturias.
Considera que estar en el número uno de la lista de los 50 mejores restaurantes del mundo -puesto que ha ocupado cuatro veces desde que la editorial de esta revista gastronómica inglesa la creara hace siete años y para la que colaboran actualmente 700 personas de todo el mundo votando a sus restaurantes favoritos- es como "recibir cuatro óscar en siete años".
Por eso afirma que "para el próximo año es hora de que otro restaurante ocupe el número uno", quizás el que siempre va a la zaga, el del inglés Heston Blumenthal, del que dice "es un gran amigo", aunque su cocina nada tiene que ver con la de elBulli.
El recién investido doctor honoris causa por la Universidad de Barcelona revela, en una entrevista concedida a Efe en su restaurante en la Cala Montjoi en Roses (Girona), que tras este periodo de premios y reconocimientos "llega el momento de reinventarnos".
Para ello, el restaurante, que sólo abre de abril a octubre por las noches, cerrará también en los meses de verano, los lunes y los martes. Esto se traduce en más tiempo para la investigación, lo que permitirá a elBulli continuar estando en la cresta de la ola y con la que "evitamos copiarnos a nosotros mismos".
No obstante, para Ferran Adrià, lo importante es que caigan los mitos sobre elBulli, como el que su cocina es de ciencia y máquinas.
En sus fogones, 50 cocineros trabajan guardando las marcadas pautas que requiere este restaurante, que atiende por noche al mismo número de comensales, otros 50.
Hasta un momento antes del servicio, que comienza a las 19.30 horas, limpian delicadamente los almendrucos que servirán para sorprender al comensal hechos en un fresco cóctel.
"Todo aquí es artesano", indica Ferran justo en frente de varias cacerolas que encierran el trabajo de mise en place que ocupa a la cuadrilla desde las 12.00 de la mañana ya que, de lo contrario, "no tendríamos un cocinero por comensal".
Reconoce que elBulli no es un restaurante, es un espacio gastronómico en el que se hace investigación. "Todo es un experimento" y hasta los comensales forman parte de este experimento, al que es casi imposible acceder.
Cada año se arremolinan millones de peticiones, pero sólo 8.000 personas pueden sentarse a su mesa, para probar el menú de 32 platos que el cocinero ofrece cada temporada a sus comensales.
Este año, Ferran Adrià sorprende con platos elaborados con productos poco habituales en elBulli, como la caza. Tras un canapé, sirve un jugo de liebre con gelé-cru de manzana al casís, un ligero bocado de monte al que antecede una hoja de ostra -una yerba con mucho sabor marino-, con el que el cocinero ofrece un nuevo "mar y montaña".
En esta línea se encuentra también el judión con panceta Joselito, que aporta todo el potente sabor de unas judías tradicionales, pero con la ligereza de una nueva cocina refinada hasta el máximo que juega con nuevos productos y nuevas técnicas.
Estos sabores de siempre encuentran el contrapunto con sabores distintos como el del caramelo y gominola de sisho -una hoja japonesa- y con formas sorprendentes para productos de siempre como el aceite, que sirve en forma de muelle.
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