Entrevista a Ari Wegner"Estoy muy feliz y emocionada por formar parte de esta ola de cambio de las mujeres en el cine"
Madrid--Actualizado a
La directora de fotografía de El poder del perro, la película con más nominaciones en los Oscar de este año, podría ser la primera mujer en ganar la estatuilla en esta categoría. Es la segunda cineasta nominada en ella en 94 años de historia de los premios.
"Sin duda, es una normalización que una mujer puede estar dirigiendo la fotografía al frente de una gran película. Por supuesto que sí". Son palabras de Ari Wegner, que en la madrugada del domingo al lunes podría convertirse en la primera mujer cineasta en conquistar el Oscar a la Mejor Fotografía por su trabajo en El poder del perro, la película de Jane Campion y el título con más nominaciones (doce) en esta edición.
En 94 años de historia de los premios de la Academia de Hollywood solo ha habido anteriormente una directora de fotografía nominada, Rachel Morrison, en 2018 por Mudbound. Wegner es la segunda y ello, aunque llega cargada de reconocimientos por esta película, es una prueba irrefutable y tristísima de la discriminación que existe en el cine. "Por una parte me siento muy triste, es deprimente, pero por otra parte, muy feliz, emocionada, por ser parte de esta ola de cambio".
Directora de fotografía de películas muy especiales y muy diferentes, como In Fabric, Lady Macbeth, La verdadera historia de la banda de Kelly o Zola, Wegner habló de la nominación al Oscar, de la cineasta Jane Campion y de su trabajo en El poder del perro, en un encuentro organizado por la Asociación de Mujeres Cineastas y de Medios Auidovisuales (CIMA) y Netflix (distribuidora de la película), en el que participó la directora de fotografía Teresa Medina, quien sentenció: "Ari Wegner y Jane Campion han desafiado el poder del patriarcado, el poder del perro". Las respuestas a las preguntas que formulamos Medina y yo misma, como periodista encargada de moderar la charla, revelaron la enorme sensibilidad de esta cineasta excepcional.
Ha llegado la revolución de las mujeres en el cine. Con varios galardones ya por este trabajo, podría ser la primera directora de fotografía ganadora del Oscar, la segunda nominada en 94 años de historia de estos premios. ¿Qué siente ante ello?
Por una parte me siento muy triste, es deprimente, pero por otra parte, muy feliz, emocionada, por ser parte de esta ola de cambio de las mujeres en el cine. Sin duda, es una normalización que una mujer puede estar al frente dirigiendo la fotografía de una gran película. Por supuesto que sí. Así que me siento orgullosa también de formar parte de este movimiento, creo que es lo más importante. Súper feliz también por ver cómo gente de todas partes ha acogido esta película.
Jane Campion es uno de los grandes nombres del cine, ¿qué característica destacaría de ella?
Es increíblemente disciplinada, pero no se deja limitar por las reglas. Le gusta seguir un esquema, pero también romper con todo ello. Entonces hay una parte en la película en la que estamos como en un oasis, ese espacio tan verde de Phil, tan frondoso, donde se da un baño, y eso contrasta con esos tonos polvorientos, con la luz… y es ese romper las reglas, ese juego, lo que causa una sensación especial.
La película es una adaptación del libro de Thomas Savage, con su trabajo de fotografía consigue transmitir la atmósfera literaria, algo especialmente difícil en el cine. ¿Le ayudó mucho el libro?
El libro es hermoso y lo leí antes de leer el guion, porque Jane Campion estaba adaptándolo cuando me lo contó. Hay tantos detalles en el texto que era imposible incluirlos en el guion. No es exactamente una autobiografía de Thomas Savage, pero sí es una experiencia vivida. A mí me daba la sensación de estar viendo algo real en mi mente. Como lectora, lo más importante para mí y creo que lo hemos conseguido en la película, es quedarte con esa sensación, esa opresión en el pecho, esa sensación en las tripas cuando al final descubres lo que ha hecho Peter, eso es lo que le hace especial y poderosa.
Su trabajo, la luz, la fotografía, acompañan a las emociones de los personajes, su soledad, la opresión, la tristeza, la claustrofobia, los momentos de intimidad…
¡Me encanta la luz! es una de las grandes alegrías de mi vida y mi trabajo. Aportar para que la fotografía cuente cosas, para que nos diga lo necesario sobre la visión de la directora y su atmósfera, y ejecutarlo técnicamente, ese es mi trabajo. Queríamos que fuera una atmósfera muy natural, casi como que evoca recuerdos en cada uno de nosotros, sensaciones que tenemos. La soledad es importante, todos los personajes están solos, están aislados unos de otros. Y para mí es muy importante la oscuridad, la dirección de fotografía en esta película es una fotografía oscura, pero la poca luz que hay dirige la mirada de los espectadores, que yo quiero que miren hacia los rostros de los personajes, hacia sus ojos. Creo que esa es la forma de transmitir esa verdad. Otra parte importante es que el set tiene que ser auténtico y la iluminación hace que lo sea, si no me creo el set no me creo las interpretaciones. Y es importante que no sea demasiado perfecto, huyo de la perfección, tengo que romper algo si es demasiado perfecto porque la realidad no es así, el mundo no es así, si no parece el spot de un banco y eso no es lo que quiero hacer.
Pasó un año trabajando con Jane Campion antes de rodar, ¿cómo ha ayudado esto a la película? y ¿cobró por ese trabajo antes de preproducción?
Estuvimos buscando exteriores, era importante porque sabíamos que íbamos a rodar en verano en Nueva Zelanda y por el cambio de estaciones cambia mucho el paisaje, entonces era necesario estar un año antes, en verano, viendo esos exteriores. Me pagaron el tiempo que estuve con Jane Campion recorriendo el país y buscando exteriores, que fueron entre 8 y 10 semanas distribuidas a lo largo de ese año, más las 12 semanas previas al inicio del rodaje, y fue decisión mía trabajar más allá, porque cuando te llama Jane, es difícil pensar en otra cosa. Así que yo decidí que como inversión iba a dedicarle tiempo, lo vi como una inversión en mí misma y en la película porque algo que me decía que ese tiempo no iba a ser malgastado, era necesario para preparar la película, porque sabía que teníamos algo especial entre manos y fue decisión mía. Con nosotras también estuvieron Grant Major, director de producción, y Jay Hawkins, el supervisor de efectos visuales.
¿Cómo trabajó la paleta de colores y cuáles fueron sus referencias?
El color fue uno de los temas más importantes que abordamos desde el inicio y todo comenzó con una exploración, como teníamos un año podíamos perdernos por esa madriguera y explorar todas las posibilidades. Lo más importante era saber cuáles iban a ser los exteriores, porque cuando ruedas en exteriores es algo que no puedes controlar. Cuando tuvimos las localizaciones principales, el lugar donde se iba a construir el rancho… empezamos a observar los colores que rodeaban esa zona, la hierba, las montañas, el cielo, que allí es a la vez pálido y luminoso, los caballos, esos tonos pardos, el cuero, el de la silla de montar, la madera de la construcción… y entonces tuvimos que decidir, ¿añadíamos más colores o nos quedábamos dentro de esas limitaciones? Enseñé a Jane Campion varias posibilidades, una de ellas era un look muy colorido, casi technicolor, otro con tonos más pasteles, muy delicado, y la tercera opción era ésta, muy polvorienta. Y ambas sentimos que ésta era la opción acertada, nos emocionaba mucho más. Y también exploramos otra parte de la película que es el minimalismo, decir lo más posible, pero con lo más sencillo y depurado, incluyendo el color.
¿Cómo se hizo el trabajo con la segunda unidad de la película?
Esta es una de estas cuestiones que como directora de fotografía me pone un poco nerviosa, tengo con ello una relación de amor-odio, con la idea de tener una segunda unidad, de tener otra persona operando la cámara, de tener que confiar en ella, como si fuera yo, pero sin estar yo presente. Trabajé con una persona maravillosa, Grant Adams, que ha trabajado mucho tiempo con Jane Campion. Su forma de trabajar es muy orgánica, natural, hay mucha confianza. Hemos trabajado de una forma muy íntima los tres, muy coordinada. Como estuvimos tanto tiempo preparado, había miles de fotografías que había tomado de paisajes preciosos y muchas veces mandaba a Grant con coordinadas especificas… luego no sabíamos cómo íbamos a utilizar todo eso. Ha sido una forma de trabajar muy bonita y al final todo ese trabajo se nota. Y dentro de esa relación de confianza es importante definir que mi papel es ayudar a esa persona y a todo el equipo de la segunda unidad para que entiendan el proceso creativo, que entiendan el qué y el para qué. Su compromiso ha aumentado así, se han sentido parte. Al final, esto es algo que hacemos entre todos.
Jane Campion dijo que la había buscado a usted porque buscaba un equilibrio entre energía masculina y femenina, ¿cómo se siente esa energía en el rodaje?
Es una prioridad en todas sus películas y también cómo es capaz de lograr ese equilibrio. Creo que depende de las personas que elige, de quién se rodea. Ella es muy sensible a la energía en los espacios y también sabe crear ese espacio casi sagrado donde están trabajando los actores. El equilibrio no es solo una cuestión de género, es también parte de tu personalidad. A mí, por ejemplo, me gusta tener un set tranquilo, callado, silencioso, me gusta susurrar, hablar bajito. En cambio, Grant Adams es una persona más extrovertida, con él hay más energía. Creo que es hermosa esa combinación. Con Jane Campion no hay móviles en el set, no utilizamos pantallas, todo es analógico, le gusta el papel, los dibujos a mano. Me gusta mucho cómo defiende su terreno y sabe explicar lo que necesita, al final estás al servicio de la directora.
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