Este artículo se publicó hace 12 años.
Fallece Luis Gómez Llorente, impulsor de Izquierda Socialista
Se enfrentó a Felipe González en el XXVIII Congreso del PSOE, cuando éste abogó por la supresión del término marxista de la definición ideológica del partido.
En el epitafio de Luis Gómez Llorente seguro que no figurará una de las frases que forman parte de la historia del socialismo español y que marcó un antes y un después en el liderazgo de Felipe González: "Hay que ser socialistas antes que marxistas". Gómez Llorente, fallecido a los 73 años, formó parte y fue uno de los cabecillas del grupo de dirigentes que se opusieron en el XXVIII Congreso del PSOE, en 1979, a que ese planteamiento de González se convirtiera en realidad.
Se opusieron con todas sus fuerzas y con propuestas que lograron inicialmente el aval de la mayoría del cónclave socialista para que el PSOE se mantuviera como un partido marxista de clase. Pero no fueron suficientes. El órdago del que pocos años antes había dejado de ser conocido como Isidoro al presentar su dimisión como secretario general del PSOE, llevó a un partido descabezado durante unos meses y regido por una comisión gestora que convocó un Congreso extraordinario en el que González impuso sus tesis.
Su carisma, quizás el temor a lo que podría ocurrir si otra persona pasaba a liderar el partido manteniendo el marxismo como seña de identidad, y las expectativas reales de llegar al poder si se centraba su discurso, fueron suficientes para que se quedaran por el camino las expectativas de Gómez Llorente y otros dirigentes como Enrique Tierno Galván, Francisco Bustelo o Pablo Castellano. En la candidatura alternativa a la de González, Gómez Llorente figuraba como aspirante a secretario general del PSOE, pero su lista sólo logró el respaldo del 6,9% de los delegados, mientras que la del que tres años después se convirtió en presidente del Gobierno obtuvo el 85,9%.
Segoviano, con estudios de Derecho y licenciado en Filosofía y Letras, Gómez Llorente ingresó en el PSOE en 1958 y dedicó gran parte de su actividad a la enseñanza pública y la renovación del sistema educativo. Fue vicepresidente del Congreso en los inicios de la etapa democrática y su fracaso ante las tesis de González no le arredró para seguir siendo considerado en el partido como un pepito grillo.
Es lo que le llevó a ser la cabeza visible de una corriente que aún pervive, Izquierda Socialista, y de la que fue dirigente hasta 1983 para permanecer después alejado de la política activa y sólo participar en algunas reuniones, debates, actos y conferencias.
Hoy, Gómez Llorente recibe el elogio de quienes, con Alfredo Pérez Rubalcaba a la cabeza, conforman una cúpula socialista a la que él no pudo escalar. Si hubiera triunfado en 1979, tal vez la historia del partido y de la Transición podría haber tenido un guión distinto.
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