Este artículo se publicó hace 16 años.
Un exorcista contra Losantos
Un cura especializado en demonios propone echar de la Cope "hasta a las señoras de la limpieza"
El enésimo debate sobre el futuro de Jiménez Losantos no se libra en los despachos de la Conferencia Episcopal ni en la sede de la Nunciatura Apostólica ni en los largos pasillos vaticanos, acostumbrados a secretos y grandes decisiones.
La refriega ha elegido Internet como campo de batalla, al locutor estrella de los obispos como objetivo y a un cura, tan aragonés como él, como francotirador. José María Fortea es uno de los pocos sacerdotes españoles habilitados por Roma para practicar exorcismos. Acostumbrado a conjurar demonios, Fortea se ha empeñado ahora en expulsar a Losantos y a su coro de aquiescentes de los micrófonos de la Cope.
Las señoras de la limpieza
Desde su blog, y en una serie de cuatro entregas “una por cada letra de la emisora”, el padre Fortea abrió fuego el pasado 21 de junio reclamando un giro “Copernicano” en la emisora de los obispos. El cura exorcista convocaba así a todos los demonios que, a su juicio, conviven en la radio episcopal sustanciados en tres nombres: Federico Jiménez Losantos, Cesar Vidal y Cristina López Schlichting. “El problema de la Cope no es Los Santos (sic). Hay que empezar de nuevo radicalmente. Yo despediría hasta a las señoras de la limpieza”, defiende Fortea. La hipérbole fue sólo el comienzo de una larga cadena.
Prendida la mecha, la chispa de la ironía se torna en hoguera indignada en la respuesta de Losantos. “Está claro que, para el padre Fortea, el maligno se ha adueñado de todos los espíritus que pululan por la Cope”, resumía el locutor. “Resulta que un presunto exorcista ha llegado a la conclusión habitual de los carcas y los progres: hay que echarnos a César [Vidal], a Nacho [Villa] y a mí”, concluía Losantos.
Nobleza baturra
“Dos aragoneses dándonos zurriagazos”, es la foto fija del enfrentamiento que recogía, un día después, el cura Fortea en su réplica. El exorcista rebuscaba analogías mefistofélicas en su respuesta: “La aventura de la Cope ha sido un pacto fáustico. Hemos logrado influencia, dinero, poder puro y duro. ¿Pero a qué coste? ¿En qué estamos empleando esas audiencias millonarias? Desde luego no para los intereses de Dios”, argumentaba.
Poco antes, había recibido en la antena de los obispos el correctivo de Losantos “¡Qué tío! –exclamaba el locutor– ¿Quemará también el edificio?”. “Nunca he escrito que hubiera que quemar el edificio para purificarlo, como dijiste. ¿Pero es que tú no lo harías con tus propias manos un día después de ser despedido? Te tendríamos que agarrar la lata de gasolina. No le darías tiempo a César Vidal ni para que saliera”, respondió inmediatamente el exorcista antes de enviar un recuerdo a las “nobles trabajadoras de la limpieza de la Cope”.
Un día después, el 24 de junio, en su columna de El Mundo, Losantos sacaba la pugna de la Red. “A la Cope le ha salido un exorcista, el demonólogo padre Fortea”. Su análisis es una mezcla de ideas donde no faltan, en negrita, algunos de los elementos fetiche del locutor mejor pagado por los obispos: Mariano [Rajoy], Polanco y el 11-M.
Una bruja en la Cope
Contrarréplica desde El Mundo, diario ligado a La Esfera de los Libros, editorial que ha publicado la última obra del cura Fortea. “El libro es pobre y sencillo pero tiene una humilde cualidad: es mío”, le dice el exorcista a otro locutor de los obispos, César Vidal, cuya rapidez para engendrar una extensa obra impresa no admite discusión.
No es la primera vez que demonios y brujas se pasean por los despachos de la Cope. En su autohagiografía, titulada De la noche a la mañana, Losantos explica su andadura por la emisora y recoge —capítulo V— cómo una vidente, acompañada por Luis Herrero y José María García, relató al entonces presidente de la cadena, Bernardo Herráez, que un directivo de la emisora había intentado contratarla para echar un mal de ojo para apuntillar la ya menguante audiencia del locutor deportivo.
Ahora vuelven los espíritus con el cura Fortea. Lo que no ha conseguido –aún– un ejército de obispos con Dios en su estandarte se propone lograrlo un clérigo de larga experiencia en el diablo.
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