Este artículo se publicó hace 16 años.
El exorcismo de Louise Bourgeois se adueña del Centro Pompidou
La célebre artista Louise Bourgeois, de 96 años, muestra su propio exorcismo en el Centro Pompidou de París a través de más de doscientas de sus obras, la mayoría de ellas basadas en su infancia.
Pinturas, esculturas, dibujos y gravados realizados entre 1938 y 2007 componen la retrospectiva inaugurada hoy por la ministra de Cultura francesa, Christine Albanel.
"Mi infancia no ha perdido nunca su magia, ni su misterio, ni su dimensión dramática", ha dicho en alguna ocasión esta artista norteamericana de origen francés, quien no asistió al acto.
Bourgeois ahonda en lo más profundo de su inconsciente, donde están sus traumas infantiles y sus recuerdos familiares, para crear su propio arte, difícil de clasificar.
En su ejercicio catártico, utilizó distintas técnicas y materiales aunque la temática era siempre la misma: "la vida expresada en arte" y convertida en vocabulario artístico "sui géneris".
La obra de Bourgeois fue poco reconocida hasta los años ochenta, cuando el Museo de Arte Moderno (MOMA) le dedicó una retrospectiva en Nueva York, ciudad a la que se fue a vivir al casarse con el historiador de arte Robert Goldwater.
En el Pompidou, da la bienvenida a la exposición una araña gigante de bronce y acero, nunca vista en Europa, que la artista bautizó, en 1999, como "Mamá", su mejor amiga, "tan inteligente, paciente, limpia y útil, razonable e indispensable como una araña".
Las evocaciones de su madre son repetidas en su arte, con referencias al "hada", en alusión a la figura materna, y también al padre, al que Bourgeois adoraba y odiaba al mismo tiempo.
"The destruction of the father" (1974) es su obra más monumental en la que muestra trozos de cuerpo humano dentro de una cámara roja, una construcción que Bourgeois realizó como método de catarsis para eliminar en su mente la figura paterna del pasado, en un periodo de duelo justo después de la muerte de su marido.
Las creaciones "más violentas" de la retrospectiva hay que situarlas en la década de los sesenta, con incorporaciones constantes de órganos vitales que expresan las emociones fuertes de la artista.
Más recientes son las "celdas", como llama ella a las grandes jaulas que albergan los recuerdos del hogar natal de la artista, y las "Red rooms", que reproducen el dormitorio de sus padres, muestran el miedo o el dolor sufrido en el interior hogareño en el que el espectador no puede penetrar, sino sólo divisar de lejos.
De esa época son los dibujos y grabados de estilo abstracto en los que Bourgeois plasma su exploración de la familia y relaciones de promiscuidad.
La retrospectiva, que se podrá ver hasta el 2 de junio, da cuenta de la complejidad de los sentimientos humanos y de la frustración nunca superada que persiguió a la artista.
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