Este artículo se publicó hace 16 años.
ETA usa un explosivo nuevo en su primer atentado del año
La potente bomba que destrozó el Juzgado de Bergara contenía amonitol
ETA volvió a atentar ayer contra la Justicia sólo unas horas antes de la prevista comparecencia de PCTV y ANV ante el Tribunal Supremo dentro de los procesos abiertos para su ilegalización. Un miembro de la banda colocó, poco antes de la medianoche, una potente bomba, de 15 kilos de explosivo, en el Juzgado de Bergara (Guipúzcoa), que causó importantes daños materiales en el edificio, así como en los inmuebles, comercios y vehículos estacionados en la zona.
La bomba tenía, además, una innovación técnica: el explosivo utilizado era amonitol, un compuesto que incluye un producto químico, el nitrometano, del que ETA robó 2.000 libros el pasado 10 de octubre en una fábrica francesa de combustible de aeromodelismo.
La existencia de este nuevo tipo de explosivo se conocía por documentos intervenidos a la organización terrorista en el último año, pero hasta ahora no se había detectado que la banda hubiera comenzado a fabricarlo, informa Vasco Press. Sin embargo, el barril cargado de explosivos localizado el pasado 31 de enero en Getxo contenía 35 kilos de amonitol, según informa el diario Deia en su edición de ayer.
Carta de recomendación
La primera noticia acerca del nuevo explosivo desarrollado por ETA se tuvo en marzo del pasado año, después de que la Guardia Civil desarticulara al comando Urederra, al que se le intervino una carta en la que se mencionaba la posibilidad de realizar un atentado con un vehículo cargado con nagolita, un explosivo convencional, o con amonitol, producto hasta entonces desconocido.
El pasado mes de diciembre, a raíz de la detención del presunto etarra Gorka Lupiáñez, se intervino otra carta en la que se hacía referencia al envío de productos básicos a un comando para que él mismo fabricase el amonitol. La dirección de ETA recomendaba que hiciera la mezcla poco tiempo antes de usar el explosivo. Al parecer, la volatilidad del nitrometano, que pierde sus propiedades si pasa mucho tiempo desde que se fabrica el explosivo, es lo que aconseja a los terroristas utilizarlo rápidamente una vez elaborada la mezcla
Objetivo no casual
Ni el momento, ni el lugar de este atentado, el primero de 2008, parecen casuales. La organización quiso hacerse presente en un día especialmente delicado para el futuro de ambas formaciones abertzales, por la suspensión de sus actividades, y lo hizo además en una localidad guipuzcoana cuya alcaldía ostenta ANV.
El hecho de que el escenario elegido para reventar fuera un Juzgado es consecuencia de la estrategia seguida por ETA desde la ruptura de la tregua, hace ocho meses. El 11 de noviembre, eligió los Juzgados de Getxo (Vizcaya) para colocar dos artefactos -uno era una trampa contra la Ertzaintza-, y el 16 de diciembre, hizo estallar otra en los Juzgados de Paz de la localidad vizcaína de Sestao.
Según la reconstrucción del atentado realizada por la Ertzaintza tras analizar las grabaciones de las cámaras del Juzgado, hacia las 23.40 horas, un único individuo, que escondía su rostro bajo una capucha, “depositó dos mochilas junto a la puerta del edificio y abandonó el lugar rápidamente”. Tan sólo ocho minutos después de la colocación del artefacto, a las 23.48 horas, una patrulla de la Policía vasca que realizaba una ronda de vigilancia se percató de la presencia de dos objetos sospechosos y activó el protocolo de seguridad ante la amenaza.
Siempre según la misma versión del Departamento vasco de Interior, dos minutos después de la medianoche, el parque de bomberos de Oñati (Guipúzcoa) recibía una llamada telefónica en la que se escuchaba la voz grabada de una persona que informaba de la próxima explosión de un artefacto en dicho Juzgado.
La baja calidad de la grabación, según la misma versión, apenas permitía entender el mensaje y entrever que la deflagración se produciría a las 00.30 horas. Finalmente, sin embargo, el artefacto estalló diez minutos antes de esa hora, sin llegar a causar heridos. La explosión pudo oírse a varios kilómetros de distancia.
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