Este artículo se publicó hace 14 años.
España fue fiel a su estilo y tuvo premio
Por Carlos Castellanos
España ha alcanzado los cuartos de final de la Copa del Mundo después de una trabajada victoria el martes por 1-0 ante Portugal que desató la euforia en el país y disparó todo tipo de especulaciones sobre el futuro de la selección en esta competición. Ahora espera Paraguay.
Las opiniones en torno al juego de España, la disposición táctica y la elección de jugadores han pasado por todos los colores del espectro hasta el momento en Sudáfrica, pero la realidad es que el equipo de Vicente del Bosque ha sido muy estable y ha practicado un fútbol muy similar en todos sus compromisos. Incluso, se puede vaticinar que seguirá jugando de una manera idéntica porque tiene un estilo firmemente inculcado que le distancia de una propuesta futbolística diferente.
España nunca abandonó su filosofía de mantener la posesión y de llegar al área rival con un juego elaborado, aprovechando los desmarques de sus delanteros y la precisión de pase de sus centrocampistas. Incluso ante Suiza, en su estreno en el Mundial, España movió la pelota con eficacia y buen sentido, aunque acabó perdiendo por 1-0. Pero no siempre que se pierde se juega mal ni siempre que se gana se juega bien.
El partido contra Portugal tuvo pasajes muy dispares y el gol estuvo cerca de producirse en ambas porterías. Pero el plan del entrenador Carlos Queiroz limitó la capacidad ofensiva de su equipo con un centro del campo diseñado para la destrucción, compuesto por Pepe, Thiago y Meireles. Esa formación complicó la transición portuguesa de defensa a ataque y significó que la posesión del balón fue para España, como estaba previsto.
Cristiano Ronaldo estuvo ausente y malhumorado durante todo el encuentro y su aportación al equipo luso fue nula. Su posición en la banda izquierda y su desinterés a la hora de defender la zona que le correspondía entregó todo el carril a España y, particularmente, a Sergio Ramos.
A pesar de que la tenencia de la pelota de España es el aspecto más llamativo de su juego y parece ser la base desde la cual construye sus victorias, la presión que ejerce el equipo en terreno del rival y la dificultad que eso le causa para sacar la pelota limpiamente desde atrás resulta igual de importante. Por eso, para contrarrestar esa primera línea de presión hace falta un manejo rápido y controlado del balón que Portugal no tuvo.
Esa presión impide, al mismo tiempo, que el rival explote las debilidades defensivas que sigue mostrando España, particularmente en el momento de recular en velocidad.
La decisión de retirar a un todavía impreciso Fernando Torres por Fernando Llorente en la delantera proporcionó una referencia en punta que España no ha tenido en todo el Mundial. Su presencia desahogó al equipo al permitirle enviar balones largos que encontrarían destinatario. Sin embargo, la victoria llegó con una típica maniobra bien elaborada por Andrés Iniesta y Xavi Hernández y culminada por David Villa, aunque las quejas portuguesas por fuera de juego eran justificadas.
El resultado premió al equipo que pretendió llegar a la portería rival en cada jugada y castigó al que quiso neutralizar al rival y buscar alguna llegada aislada en ataque.
Cierto es que todos los estilos de juego son válidos, particularmente si dan buenos resultados, pero la forma española de intentar ganar el partido, la habitual, es más atractiva para el espectador que el método puesto en práctica ayer por los hombres de Carlos Queiroz, y por puro volumen de juego ofensivo, es más probable que el equipo que se despliega en ataque acabe ganando, como ocurrió ayer.
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