Este artículo se publicó hace 11 años.
Encuentran un calamar gigante de casi 80 kilos en la costa asturiana
El ejemplar, localizado en las proximidades de la playa de Merón, podría alcanzar una longitud de hasta nueve metros con sus ochos brazos y dos tentáculos extendidos
Un pescador ha recuperado en las proximidades de la playa de Merón, en Villaviciosa (Asturias), el cadáver de un ejemplar de unos 80 kilogramos de peso de calamar gigante, uno de los animales más misteriosos del mundo.
El animal fue localizado flotando sobre la superficie del mar a última hora de la tarde de ayer y trasladado al puerto de Gijón donde se hizo cargo de él un equipo de la Coordinadora para el Estudio y la Protección de las Especies Marinas (Cepesma).
El cadáver ha sido trasladado al Museo del Calamar Gigante que esta organización tiene en la localidad de Luarca, donde ha sido congelado para realizarle la necropsia en las próximas semanas y determinar las causas.
Según ha indicado a Efe el responsable de Cepesma, Luis Laria, el ejemplar no está completo y presenta varias mordeduras que podrían estar en el origen de su muerte y podría alcanzar una longitud de hasta nueve metros con sus ochos brazos y dos tentáculos extendidos.
El CEPESMA posee la que está considerada la mejor colección del mundo de calamares gigantes, con 31 ejemplares, dado que el litoral cantábrico es rico en esta especie, aunque hacía cuatro años que no se recuperaba un ejemplar de este tamaño.
Esta misteriosa especie no había podido ser grabado en su hábitat natural hasta que el pasado mes de enero lo consiguió una televisión japonesa a unos 15 kilómetros al este de la isla nipona de Chichijima, a unos 1.000 kilómetros al sur de Tokio.
En la actualidad se desconoce el número de ejemplares que puede albergar las profundidades oceánicas, aunque se cree que puntos del litoral asturiano como el caladero Carrandi, situado en el mar frente a los Picos de Europa, pueden ser tan relevantes como otras áreas estudiadas en las costas neo-zelandesas.
Los calamares gigantes nacen de unas espirales gelatinosas con dos milímetros de longitud y crecen un centímetro por día hasta los cuatro años y medio.
El ojo de estos cefalópodos es el mayor de una especie viva y puede llegar a alcanzar los 22 centímetros de diámetro.
Debido a la elevada concentración de amoniaco en su masa muscular, los calamares gigantes -único cefalópodo que se reproduce mediante un órgano reproductor similar a un pene- no sirven de alimento para los seres humanos y los ejemplares que aparecen en las redes o en las costas se utilizan para fines de investigación y exposición.
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